Hernán Thomas y Mariana Versino
De las diferentes entrevistas realizadas con los actores intervinientes en el lanzamiento de la iniciativa del Programa es posible inferir, al menos, dos imágenes. Por una parte, la idea de lanzar una actividad de largo plazo, destinada a dinamizar a un conjunto de actores locales en torno a una iniciativa hasta ese momento no ensayada. En este sentido, tres años más tarde, no parece arriesgado concluir que existía coincidencia en particular desde la perspectiva de la Universidad- en adjudicar al Programa un grado aceptable de realización de sus objetivos iniciales y de cumplimiento de los compromisos adquiridos por las instituciones impulsoras.
Pero, por otra parte, es necesario, y significativo, anotar que la misión, los objetivos, y el alcance del Programa no fueron comprendidos sino una vez avanzado el mismo. Concretamente, la primera imagen construida por los actores locales fue la de un proyecto orientado casi excluyentemente a generar una incubadora de empresas. Desde esta perspectiva, el grado de avance alcanzado después de tres años de esfuerzos no resulta satisfactorio, pues, desde esta óptica, el balance podría ser: luego de 3 años de inversiones existen 4 empresas incubadas, ninguna de ellas innovadora y la Incubadora no se autofinancia. Para los actores locales, lo tangible, luego de los tres años de implementación, es la incubadora, dado que ésta es el máximo nivel de institucionalización/reificación de la idea original.
A lo largo del proceso de implementación, en diversas oportunidades, se produjeron cambios que podrían ser caracterizados tanto como improvisaciones o como adaptaciones a las situaciones que fueron surgiendo. Esto es apreciable en, al menos, tres niveles.
Uno de los principales factores de fracaso de proyectos como el analizado es señalado en la literatura sobre relaciones Universidad-Empresa como descontextualización socio-económica de las iniciativas. Al analizar la implementación del Programa es posible apreciar diversas intervenciones orientadas a adecuar el proyecto al contexto socio-económico local.
Es de notar, sin embargo, que la intención de adecuación al contexto de iniciativas orientadas a promover el spirit emprendedor resulta particularmente difícil en coyunturas de recesión económica. En este sentido, el haber contado con un interlocutor como la Cooperativa no es un hecho menor. El grado de conocimiento de las redes sociales y de inserción en la dinámica económica locales de la institución parece haber significado un aporte sustantivo. Como contrapartida, la ausencia de algunas instituciones vinculadas a la actividad económica (como la Sociedad Rural, la Cámara de Comercio o algunas instituciones financieras) o el papel periférico desempeñados por otras instituciones, cuya integración podría haber sido de suma utilidad, constituyen un síntoma de adecuación parcial.
Por otra parte, rápidamente se dejó de lado el objetivo de crear empresas de base tecnológica. Esta actitud se explica no por la realización de un análisis estratégico, sino por un criterio pragmático: ni los participantes de los STDEs, ni los proyectos de negocios parecieron compatibles con este objetivo.
De este modo, no se cumplió con la expectativa generada. Las empresas incubadas y la mayoría de las ideas-proyecto diseñadas- se manejan con tecnologías maduras disponibles en el mercado y no proponen la generación de nuevos productos o la prestación de nuevos servicios. El estudio sobre el perfil socio-económico realizado debería haber jugado un papel estratégico tanto con relación a la adaptación al contexto socio-económico como socio-técnico. La información producida no fue lo suficientemente explotada para guiar algunas de sus orientaciones básicas.
El grupo de docentes de la Universidad desarrolló diversas acciones de capacitación. Algunos de sus integrantes asesoraron en la conformación de las ideas-proyecto, la constitución de la Incubadora y la gestación del Grupo de Formadores. En la medida en que estas acciones dieron lugar al surgimiento de empresas, actividades de asesoramiento e instituciones, aparecieron demandas crecientes de asistencia técnica. Lógicamente, estas demandas se orientaron a la Universidad.
Responder a esta demanda requiere la disponibilidad de recursos humanos, capacidades y medios materiales diversos. Las demandas fueron diversas (desde técnicas de marketing hasta estructuración de costos). El grado de respuesta de la Universidad es considerado insuficiente por algunos de los actores locales entrevistados. La capacidad de respuestas es limitada, de acuerdo con las declaraciones de los miembros de la Secretaría de Vinculación de la Universidad.
Si bien es posible plantear que toda demanda no respondida es una frustración generada, tal vez sería más adecuado interpretar este fenómeno como el surgimiento de nuevas oportunidades de interacción abiertas por la implementación del Programa. Si los actores locales orientan su demanda hacia la universidad es porque la consideran una unidad de transferencia de conocimientos. Y esta imagen se generó en virtud de los cursos y las actividades de capacitación previas. La provisión de servicios de asistencia técnica es, para la universidad, una vía de seguimiento de las experiencias realizadas y una oportunidad para la realización de nuevos aprendizajes y ajustes. En tal sentido, este aspecto no debería ser descuidado. Pero, por otra parte, el fenómeno también denota cierta dependencia de una única fuente de servicios. Es pertinente preguntarse si las universidades locales están en condiciones de responder a la estructura de demanda que genera este tipo de iniciativas.
La implementación del Programa dio lugar a la aparición de, por lo menos, dos grupos sociales inexistentes al inicio del proyecto: el grupo de empresarios de firmas incubadas y el grupo de formadores. Ambos grupos presentan visiones, propuestas y problemas diferentes de los que caracterizan a los grupos preexistentes.
Por otra parte, fue posible notar mediante las entrevistas, que los grupos locales preexistentes transformaron su percepción a lo largo del proceso de implementación. Esto es notable tanto en los miembros de la Cooperativa directamente vinculados al Programa, como en actores correspondientes a las distintas instituciones implicadas. Sin embargo, en este último caso, el proceso de transformación parece restringirse a actores individuales, antes que a transformaciones colectivas.
Los elementos relevados permiten realizar algunas observaciones en dos planos sistémicos: interacciones y sinergismos.
Una de las medidas de éxito de proyectos de estas características es la superación de un estado inicial de aislamiento institucional. En este caso en particular, el Programa se vio beneficiado por participar de la red de interacciones acumulada previamente por la Cooperativa. Pero, por otra parte, esto también implicó heredar las restricciones de la vinculación de la Cooperativa con algunos actores institucionales. El campo de interacciones propias de la Incubadora resultó, al momento del relevamiento de información, restringido por estas circunstancias. Aún no ha generado su propio campo de interacciones.
Una de las acumulaciones más significativas en términos de interacción inter-institucional es el proceso de interesamiento correspondiente a la implementación del Programa en la otra localidad. Parece razonable suponer que, sin la previa articulación de la Universidad con la Cooperativa, esta oportunidad difícilmente se hubiera gestado. O, en todo caso, el proceso hubiese presentado mayores dificultades de consolidación.
Es posible diferenciar diferentes planos en los que se registran sinergismos significativos en la experiencia. Estos sinergismos se expresan, en particular, en los tres niveles de reproducción ampliada, planteados anteriormente.
El principal upgrading es el vínculo entre la Universidad y la Cooperativa, evidentemente. De un estadio de interacción restringido con un bajo nivel de generación de outputs se alcanzó, hacia mediados del proceso de implementación, un nivel de intercambios significativo, con una diversificación de resultados del vínculo. Una de las derivaciones más significativas es la contratación del Programa en otra localidad. Sin embargo, en relación a los diversos niveles de articulaciones inter-institucionales que este tipo de proyectos debería generar, parece posible afirmar que la experiencia fue excesivamente limitada para una intervención de esta envergadura.
En términos de producto, el resultado de estos sinergismos es apreciable en función de la difusión y apropiación de los conocimientos transferidos, y en posteriores prácticas de learning by learning.
La interacción de las empresas incubadas en particular las de imagen e indumentaria industrial- con la Cooperativa es otro plano significativo. En tanto las empresas recibieron los beneficios de contar con la Cooperativa en su cartera de clientes (tanto en términos económicos como simbólicos), la Cooperativa se benefició de dos modos: por haber generado un proveedor y por mostrar la viabilidad de la incubadora por ella generada.
Al comparar la experiencia con otras registradas en la literatura, aparece una diferencia significativa. Normalmente la creación de incubadoras de empresas es una operación política, apoyada por alguna instancia estatal, o una operación de una gran empresa orientada a favorecer el surgimiento de clientes técnicamente calificados o de proveedores especializados, o una iniciativa universitaria unilateral. El Programa fue financiado y co-organizado con una cooperativa de servicios.
Este hecho, como se revela a lo largo del presente informe, otorgó a la experiencia un sesgo distintivo. Gran parte de las interacciones fueron viabilizadas por esta institución. La vocación de desarrollo social, inherente a la misión de toda cooperativa, otorga a sus acciones un matiz particular, proclive a acciones orientadas al bien común, realizadas con sentido comunitario. Pero, además, comprende las condiciones de mercado y las dificultades que enfrenta una empresa con fines de lucro. Esta condición de origen de la contraparte resulta particularmente virtuosa para la realización de este tipo de proyectos. Las interacciones Universidad-Cooperativa podrían ser una línea de avance en el diseño de políticas públicas que apunten a vincular la investigación científica con el medio productivo de manera socialmente eficaz.
La consistencia de un programa deriva de una conceptualización estadounidense de la actividad de un grupo o individuo en términos de continuidad, coherencia y regularidad de las acciones.
De acuerdo con las declaraciones de algunos de los actores entrevistados, el proceso de implementación del Programa padeció discontinuidades11. Es posible detectar un déficit de planificación de las instancias de transición, que podrían haber evitado fenómenos stop and go en el proceso de transferencia e institucionalización.
Otro plano, en el que la capacidad de seguimiento y contención fue puesta a prueba es la respuesta a demandas de la Incubadora y, en particular, del Grupo de Formadores y de las empresas incubadas. Aquí, de acuerdo con diferentes actores entrevistados, existía alto grado de frustración respecto de las expectativas. ¿Si la Universidad trajo la iniciativa, capacitó a los actores, transfirió conocimientos, por qué no continúa on line para responder las múltiples consultas y dudas que aparecen cuando la Incubadora es puesta en marcha?
Este aspecto reviste tal importancia que debería ser concebido como una fase del Programa: el proceso de retirada de la Universidad y autonomización de la experiencia. Esta fase también debería incluir instancias de acompañamiento y monitoreo, sustanciales para continuar el proceso de aprendizaje (aprendiendo de las instituciones generadas), introducir mejoras en futuras implementaciones y mantener los vínculos inter-institucionales.
Resulta dificultoso dimensionar en qué medida la implementación del Programa dio lugar a la generación de una cultura emprendedora local. Sin embargo, en tres aspectos el proyecto parece no haber alcanzado su objetivo explícito principal: los STDEs prácticamente no dieron como resultado la producción de ideas-proyecto; la cantidad de empresas incubadas es exigua; la actitud de los micro-empresarios es escasamente proactiva (orientándose más hacia el aprovechamiento de las condiciones de protección ofrecidas por la Incubadora).