Espacios. Vol. 16 (1) 1995

Desarrollo sustentable/sostenible, poder y comunidad de diálogo

Sustainable development, power and dialogue community

Leonardo A. Salazar


La idea del poder

Para Michel Foucault (1988), la verdad es constituida por el conjunto de reglas según las cuales se distingue lo verdadero de lo falso y se aplica a lo verdadero efectos específicos de poder (p. 144). Justamente, pensamos que la tarea de fraguar un desarrollo S/S se posibilita bajo la institucionalización y sedimentación social de prácticas de cuestionamiento y transformación de los actuales esquemas de generación y validación del conocimiento. Existe toda una estructura sedimentada de reglas y procedimientos que trabajan en el sentido de desconocer la validez de la democratización de los procesos de generación del conocimiento, imprescindibles para la consecusión del desarrollo S/S. Baste con ilustrar que ya algunos proyectos de agroecología y desarrollo, tanto de organismos oficiales como de organizaciones no gubernamentales, han venido incursionando en formas de investigación y de interacción democratizadoras, propiciadoras de la producción de tecnologías apropiadas a las condiciones socioculturales y económicas de los productores, estimuladoras de procesos fortalecedores de las economías locales y de la autogestión. Esas acciones han provocado como respuesta, entre otras, una serie de prácticas sistemáticas de descrédito tanto personales como disciplinarias, de trabas institucionales que incluyen tanto la presión económica; p.e., en el caso oficial, recortes presupuestarios drásticos a este tipo de proyectos; como el desconocimiento del valor de la labor emprendida. Igualmente, se trata de desprestigiar aduciendo el carácter no científico de la investigación realizada. Para decirlo como Foucault, esta experiencia nos está enseñando que las metodologías y modelos para lograr un desarrollo S/S, alternativo y autogestionario son, por un lado, de cuestionamiento a las formas de acción institucionalizadas tanto en áreas de generación científica como en áreas de aplicación tecnológica y, por otro lado, de lucha y de posiciones, de solidaridad y de compromiso con las gentes y las comunidades, que de objetividad y de ciencia en el sentido convencional.

Lo planteado por Foucault nos permite escudriñar y detectar esos esquemas de producción de la verdad y el poder que ellos alimentan, por lo tanto también nos habilita para formular estrategias de resistencia y lucha y de fortalecimiento de poderes alternos democratizadores de lo político y de lo económico, de lo simbólico y de lo material.

Concomitantemente, podemos darle contenido operativo más eficiente a esas estrategias de poder. Pensamos que el contenido pragmático de la propuesta de la "comunidad de diálogo" puede constituirse en herramienta de trabajo para contribuir a producir esa nueva política de la verdad.

La idea de la comunidad de diálogo

De acuerdo a Habermas (1987a, 1987b), la comunicación está regida por una racionalidad práctica o pragmática orientada a lograr acuerdos que representen el interés de los involucrados en la práctica comunicativa. El problema fundamental de las sociedades contemporáneas es que esa racionalidad comunicativa ha estado dominada por una racionalidad instrumental orientada hacia la manipulación del medio para obtener fines particulares. La práctica del diálogo democrático provocaría una generalización del ejercicio de la racionalidad práctica, la cual caracterizaría la configuración de comunidades de diálogo donde los individuos involucrados se enfrentarian como participantes iguales en la discusión de los problemas inherentes a la vida diaria y tomarían decisiones que se materializarían en lograr concretar acciones representativas del interés general en su quehacer cotidiano.

El esfuerzo realizado en algunos proyectos (ejemplos los constituyen proyectos coordinados por institutos oficiales como FONAIAP Lara y ONG'S como FUNDAGREA y el IPIAT), orientados por criterios de sustentabilidad, en el sentido de participar y colaborar con la configuración de grupos de discusión en el seno de las comunidades de productores, orientados por ideas similares al de una comunidad de diálogo, ha mostrado que es posible llegar a acuerdos sobre lo que es un problema, sobre las formas de solucionarlo bajo esquemas adecuados a las condiciones socio-culturales y económicas de las comunidades (las cuales se han visto reflejadas en la producción, validación y adaptación de tecnologias y apropiación de prácticas y procesos), sobre la necesidad de estimular la sedimentación de prácticas educativas contextualizadas y autogestionarias y sobre la importancia de lograr el fortalecimiento de procesos organizativos a nivel de las comunidades. Y, principalmente, ese diálogo ha ayudado a entender, tanto a productores como a profesionales, que la labor del desarrollo podemos forjarla concretamente bajo una acción integral que se ocupe tanto de la naturaleza, y su aprovechamiento racional, como del desarrollo de las potencialidades de los individuos y de las sociedades. Estas acciones están haciendo posible una movilización de las gentes de las comunidades para la autotransformación basada en los propios medios de que disponen.

Desarrollo Sustentable / Sostenible, Poder y Comunidad de Diálogo: Posibilitando La Consolidación Cultural, Social y Económica de Comunidades Rurales.

Si como lo plantean los postulados revisados al principio de esta reflexión, para lograr el desarrollo S/S necesitamos tanto una verdadera revolución democrática como una ética que promueva y reconozca los valores sociales y ecológicos en cada comunidad, entonces los planteamientos de Foucault y Habermas adquieren enorme relevancia para rescatar lo útil, en el sentido transformador, de las implicaciones de uso del concepto de desarrollo S/S. Por un lado, el análisis de las relaciones de la producción social del conocimiento y sus conecciones intrínsicas con el poder nos permitirían no solo determinar cuales reglas de producción de verdades (conocimiento) están ligadas a cuales tipos de poder sino que tipo de acontecimientos producen el que un determinado conocimiento se convierta en hegemónico, en una coyuntura y tiempo histórico dado; similarmente, haría posible vislumbrar estrategias dirigidas a la apropiación del poder por parte de las comunidades, familias e individuos en el ámbito rural. Por otro lado, el discurso Habermasiano alimenta y sitúa a la discusion del desarrollo S/S en el centro de la tradición democrática Occidental. Y, la práctica de la comunicación en comunidades de diálogo locales permite potenciar el que se tomen decisiones sobre prácticas de uso, generación y validación de conocimientos que favorezcan tanto el mantenimiento de la producción permanente de los substratos naturales, como la adecuación de las prácticas sociales de la comunidad a la formación de recursos humanos e institucionales que promuevan procesos conducentes a una autonomización creciente de las economías locales, enmarcadas en estrategias y tácticas de solidaridad y apropiación del poder político, económico y cultural por parte de comunidades rurales. Más aún, los requerimientos de una comunidad de diálogo estimularían tanto la proliferación y sedimentación de prácticas democráticas contenidas en las tradiciones culturales de las comunidades como prácticas de interacción reguladas por exigencias éticas que la propia estructura de la comunicación sugieren.

En los intersticios de esos procesos se pueden construir y potenciar las capacidades crecientes de las comunidades para determinar la participación efectiva de sus miembros en proyectos de desarrollo, para determinar cuales problemas son relevantes y cuales acciones adecuadas a su solución, para configurar proyectos apropiados a la magnitud de sus necesidades, para regular la aplicación de las tecnologías de acuerdo al interés de lograr el bien común, para generar tecnologías de permanencia en el largo plazo, para valorar su conocimiento ancestral y poder compatibilizarlo con nuevas generaciones y adaptaciones de nuevo conocimiento necesario, para mejorar la calidad de vida de sus comunidades dentro de una concepción integral; en fin, para trabajar en la consecución de un desarrollo S/S en el tiempo y en el espacio.

Aunque de manera restringida, en Venezuela, en sus zonas rurales, se ha venido fraguando una alternativa de desarrollo S/S donde confluyen diferentes organismos del Estado y de la Sociedad Civil para contribuir con la construcción de comunidades caracterizadas por un permanente proceso autogestionario que garantiza la consolidación política, cultural, social y económica. Las experiencias venezolanas en varios proyectos de desarrollo (en Lara, Mérida, Falcón y Miranda, para nombrar algunos) con el concurso de variadas comunidades campesinas, nos motiva a pensar que las acciones implantadas bajo el concepto de un desarrollo S/S, alimentado por las nociones de poder/conocimiento y de comunidad de diálogo analizadas aquí, pueden contribuir con la constitución de comunidades donde los individuos controlen su propio destino a través de aumentar sus capacidades de entender y transformar las circunstancias en las cuales viven.

Referencias

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