Leonardo A. Salazar (*)
RESUMEN
En este papel, reconociendo lo estéril de la discusión sobre sustentabilidad o sostenibilidad, abordamos el problema de la conceptualización sustentable/sostenible (S/S) para evidenciar las carencias operativas de la misma. Se indaga sobre las presuposiciones e implicaciones de tal conceptualización y sobre la escasez de propuestas concretas para hacer efectivas sus implicaciones. Elaboramos sobre las nociones de Poder y Comunidad de Diálogo, adelantadas por Foucault y Habermas, como contribución para enraizar la conceptualización S/S en la tradición del discurso democrático Occidental y en procesos concretos de apropiación del poder a nivel local. |
ABSTRACT
In this paper, ackonwleddginig the futile dis-cussion about sustainability, the problem of the sustained conceptualitation is ap-proached to evidence it's own operating deficiences, presuppotitíons and implica-tions of such conceptualitation anda about the lacka of concrete proposals to make ef-fective it's implications are studied. We elaborate the notions of power and dialogue community by Foucault and Habermas as a contribution to seed the sustainability conceptualitation within the tradition of the democratic western speech and in concrete processes of power appropiation at a local level. |
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En este trabajo pretendemos presentar aspectos importantes de la discusión sobre desarrollo sustentable/sostenible (S/S). Igualmente, las implicaciones de las presuposiciones del concepto son analizadas para sugerir que las propuestas de análisis del poder y de la comunidad de diálogo adelantadas por Michael Foucault y Jürgen Habermas respectivamente, pueden servir de instrumentos teóricos para definir una orientación práctica que ancle las acciones del desarrollo S/S en la tradición cultural de Occidente y en la sedimentación de procesos y prácticas de democratización y de apropiación del poder por parte de las comunidades rurales.
Es contradictorio, pero lo llamado alternativo, como cualquier concepto que pretenta romper con esquemas dominantes, al generalizarse, o al estar de moda, se convierte en práctica hegemónica. De aquí la contradicción: tiene que eliminarse a sí mismo para poder continuar presentandose como alternativa; es decir, al pasar a ser una idea dominante deja de ser alternativa. Esta suerte la está corriendo la discusión sobre sostenibilidad o sustentabilidad: se ha dicho que corre el riesgo de convertirse en un pantano semántico (Sarukhán, 1992). De aquí que hayamos decidido no considerar la discusión sobre lo apropiado de los términos sustentable o sostenible y, en vez, hayamos optado por asumir la dicotomía sustentable/sostenible para fijar nuestra posición y apuntar lo estéril que se nos presenta tal discusión.
A nivel discursivo, el desarrollo S/S ha pasado a ser el común denominador cuando se habla de desarrollo, la Conferencia de Rio de 1992, y los diferentes acuerdos y eventos que de ella han derivado, así lo testifican. Por otro lado, se ha convertido en justificador de propuestas tanto de radicales como de conservadores. Sin embargo, pensamos que este concepto está lejos de agotar su potencial transformador, se resiste a convertirse en paradigma de lo vacío. En tal sentido, se requiere rescatar su contenido e implicaciones de uso para que nos pueda servir como instrumento de trabajo. Contribuir con este rescate es lo que pretendemos en esta reflexión.
Como ya fue esbozado, en la coyuntura histórica actual, la idea de lo alternativo para el desarrollo pasa por el tan en boga concepto de sustentabilidad o sostenibilidad, es decir, en el caso que nos atañe, por la agricultura y el desarrollo S/S. Este último toma fuerza discursiva a partir de su utilización por el informe Brundtland (1988) para las Naciones Unidas, en ese momento se establece que,
... no se puede asegurar la sostenibilidad física si las políticas de desarrollo no prestan atención a consideraciones tales como cambios en el acceso a los recursos y en la distribución de los costos y beneficios. [El] restringido concepto de sostenibilidad física implica la preocupación por la igualdad social entre las generaciones, preocupación que debe lógicamente extenderse a la igualdad dentro de cada generación.
Escritores como Urquidi (1992) han argumentado que el concepto de desarrollo S/S implica la necesidad de una verdadera revolución democrática global (p. 155); sin embargo, critican que el mismo no formula las bases sobre las que se construiría esa revolución democrática. También se apunta que el desarrollo S/S requiere de una ética global que reconozca y que promueva las interrelaciones de los valores ecológicos y los valores sociales en cada comunidad específica. (SarukhSn, 1992, p. 116).
Similarmente, creemos que en la concepción de la Comisión Brundtland, hablar de la sustentabilidad física implica considerar la necesidad de implantar prácticas de transformación material y de relaciones con la naturaleza radicalmente diferentes a las que se han venido sedimentando en los distintos sistemas sociales y económicos desarrollados y consolidados, principalmente, en el siglo XX. La sustentabilidad física implica una noción de reproducción espacial-temporal permanente, e.d., la transformación material y la relación con la naturaleza necesariamente se haría inagotable porque el uso de los substratos materiales y biológicos llevaría consigo el cuidado y mantenimiento de la capacidad productiva de las fuentes naturales proveedoras de esos substratos. Esta posición se contrapone a las prácticas de la agricultura convencional, las cuales promueven una actuación en relación a los recursos naturales como si éstos fuesen inagotables o fácilmente reconstituibles por medios artificiales.
De igual manera, hablar de igualdad social entre y dentro de las generaciones, de cambios democratizadores en el acceso a los recursos y en la distribución de costos y beneficios, es hablar de cambios drásticos en las concepciones, filosóficas, económicas y políticas dominantes en la actual coyuntura histórica, e.d., repensar las prácticas de acceso a los recursos y de distribución de costos y beneficios implicaría una transformación hacia formas de organización social y de distribución del poder donde las decisiones sobre cuestiones económicas, sociales, culturales y políticas se tomarían bajo estrategias y tácticas que promuevan tanto una democratización radical que permita que los sectores tradicionalmente excluidos representen efectivamente su interés como una descentralización profunda que haga posible originar prácticas y procesos de desarrollo a nivel local, e.d., que se promuevan relaciones de fuerza donde los poderes considerados tradicionalmente esten regulados por los nuevos actores individuales, grupales y comunitarios que se activen bajo una nueva dinamización y movilidad social, donde se garantice la toma de decisiones de acuerdo a definiciones y regulaciones democráticas locales. Consecuentemente, bajo una situación como esta, el funcionamiento del Estado se regiría por una perspectiva multies-pacial, integradora y apoyadora de fuerzas engendradas en las comunidades, conectadas bajo estrategias y tácticas de cooperación intercomunitaria.
Otros autores como Brindley (1991) han tratado de traducir este concepto a el nivel específico de proyectos y, en este sentido, han resumido sus implicaciones en proposiciones que incluyen: considerar consultas directas con los productores y otros participantes en proyectos de desarrollo a fin de lograr consenso para detectar problemas y poder pasar a la acción, analizar el tamaño (preferiblemente pequeños) y flexibilidad de los proyectos, compartir los conocimientos técnicos permitiendo que la toma de decisiones la hagan los productores, adecuar las soluciones a los contextos locales buscando que las mismas sean reproducibles, capacitar a los usuarios (principalmente a los jóvenes y mujeres), reducir o eliminar los insumos externos, partir del conocimiento en uso de los productores, proponer más de un objetivo para garantizar el éxito de los proyectos, mejorar la calidad de vida y evaluar el impacto de las acciones de proyectos.
Indudablemente, las consideraciones anteriores nos indican la complejidad de las implicaciones del desarrollo S/S y, simultáneamente, nos reclaman la necesidad de anclar sus procesos en definiciones rectoras que nos permitan orientar la acción. Sin embargo, la propia complejidad implicada en las operaciones requeridas para realizar las tareas del desarrollo S/S han limitado la producción de esas ideas. En general, los proponentes se limitan a ofrecer listas de lo que se debe hacer pero abundan muy poco en el como hacer o en el como determinar las estrategias básicas llamadas a atacar los obstáculos fundamentales que pueden impedir un desarrollo S/S y alternativo. En este sentido, la democratización que implica el desarrollo S/S puede ser hecha realidad bajo estrategias de apropiación del poder y de prácticas de comunicación movilizadas por las comunidades en su interacción con su entorno. Las ideas sobre el poder, esbozadas por Michel Foucault (1988), y la comunidad de diálogo, propuestas por Jürgen Habermas (1987a, 1987b) pueden constituirse en instrumentos de operación local para configurar estrategias de apoyo a la consolidación y sedimentación de prácticas y procesos para lograr un desarrollo S/S .