Isak Kruglianskas
Los impactos del PCI fueron altamente dañinos para el sector de CI, como bien lo ilustran los análisis efectuados. Resta, de cualquier modo extraer algunas lecciones, no sólo sobre la perspectiva de políticas gubernamentales, como también sobre el ángulo de gestión empresarial para sectores tecnológicamente dinámicos.
El episodio brasileño mostró claramente que el establecimiento y la implementación de políticas encaminadas a la tecnología y a la industrialización no pueden ser hechas de manera brusca. La profundidad de las modificaciones debe llevar en consideración el contexto vivido por las empresas. La superposición de modificaciones profundas a ritmo acelerado en un contexto de crisis aguda y prolongada puede tener resultados catastróficos. En las crisis, como la que viene asolando al país hace muchos años, las empresas priorizan la lucha por la supervivencia en el corto plazo en la búsqueda de un nivel más alto de competitividad en el largo plazo.
La cuantificación de las metas en la formulación de políticas gubernamentales también mostró un elemento importante, pues sólo si ellas pueden ser acompañadas, negociadas y cobradas. Las políticas genéricas pierden fácilmente su prioridad frente a los inevitables accidentes de trayecto con que siempre se enfrentan los gobiernos y la economía como un todo, particularmente en los ambientes dinámicos y turbulentos que están insertas las empresas de base tecnológica.
Tanto o más importante que el resultado final a ser alcanzado por las políticas, es el proceso de modificaciones involucrado. En el caso del PCI, hubo una reflexión profunda sobre el modelo del país, abierto y competitivo, que se pretendía construir, más no hubo una reflexión tan profunda sobre como las empresas podrían adaptar sus estrategias a estas políticas.
Para sectores tecnológicamente emergentes es importante un adecuado grado de protección. Todavía, los artificialismos económicos generan riesgos crecientes a medida que su vigencia se va prolongando. Los empresarios más penalizados fueron aquellos que más invirtieron en la ampliación de sus fábricas en los últimos tiempos de reserva de mercado para informática, cuando ya había signos claros de que buena parte de este sector no se estaba capacitando adecuadamente para competir con el mercado externo, después del término de protección.
En un sector tecnológicamente dinámico y altamente competitivo, como el de componentes electroelectrónicos, es importantísimo que las empresas tengan una diversificación de clientes que reduzca sus riesgos. En este aspecto, la participación en el mercadoexterno es indispensable, especialmente para aquellas empresas en que el peso de los items altamente estandarizados sea significativo (commodities electrónicas). Para hacer frente a las amenazas y modificaciones de gran profundidad, como era el caso de los PCI, se torna fundamental para las empresas hacer asociación no sólo con proveedores sino también con clientes. Igualmente importante es la unión y el diálogo entre las empresas concurrentes del sector, en la búsqueda de propuestas a nivel sectorial, sobre la perspectiva de la cadena productiva.
Para las empresas sobrevivientes al PCI, los desafíos a ser superados son grandes, especialmente las medias o grandes. Dado el pequeño mercado brasileño, para las escalas de producción requeridas para producir competitivamente, buscar la participación en el mercado externo es convierte en estrategia indispensable. Las formas son las más variadas posibles. Algunas empresas nacionales se están asociando para complementarse y de esta forma adquirirán más aliento para montar sus infraestructuras en el exterior, como es el caso de Micro-Electrónica y la Itaucon. Otras empresas están considerando la alternativa de incluir representantes bien relacionados del exterior, lo que es viable, por ejemplo, en los EEUU, donde se calcula que de las 750 empresas existentes antes del surgimiento del fenómeno de los tigres asiáticos, hoy sólo quedan 250, siendo que aquellos exempresarios del sector de CI hoy actúan como brokers, por lo tanto, capaces de viabilizar negocios para empresas brasileñas competitivas en ciertos nichos de mercado de CI americanos. Para esto, no obstante, no sólo los empresarios, sino principalmente el gobierno, deben procurar los medios de superar la gran barrera que es la baja credibilidad del país en el exterior, en términos de trabas burocráticas en el flujo de comunicaciones y de productos. La incorporación de tecnologías que permiten el intercambio de especificaciones técnicas a través de base electrónica de datos, tales como CAD/CAM o EDI-Electronic Data Interchange de IBM, son ejemplos de nuevas tecnologías que pueden facilitar la superación de estas barreras y fortalecer nuestros puntos fuertes.
Es innegable que el PCI trajo resultados positivos para Brasil, pues favoreció la introducción de tecnologías más avanzadas en el complejo electrónico, abarató los costos de los productos para los consumidores y estimuló a las empresas nacionales a buscar mayor eficiencia. A pesar de los efectos positivos no se debe dejar de considerar que la destrucción de buena parte del sistema productivo trajo consigo impactos muy negativos, como por ejemplo, la reducción de la autonomía tecnológica, la pérdida de personal calificado que se traslado a otros sectores y la eliminación de puestos de trabajo. Por esta razón, las críticas deben ser hechas a la forma como esta política fue implantada, ya que aún en la dirección correcta, acarreó un costo muy por encima del necesario, sea para los empresarios que apostaron al crecimiento del país, sea para el gobierno, o mejor para la sociedad como un todo, que además de la pérdida de recaudación se destruyó buena parte de las inversiones hechas en el pasado, bajo la forma de apoyos y subsidios. El costo de adaptación podría haber sido menor.