Espacios. Vol.13 (3) 1992

Sistema venezolano de innovación tecnológica en los años 90

The venezuelan technological innovation system of the 90´s: technological research as a commercial fact

Simón Parisca


V.- Aprendizaje y modificación de "modelos mentales". Elementos indispensables para el cambio de cualquier organización.

Creemos, en primera instancia, que el país se enfrenta en la actualidad a una necesidad perentoria de desarrollo de sus capacidades de “aprendizaje”; capacidades de comprensión detallada de las exigencias de un proceso de transformación para el cual no existen recetas ni fórmulas mágicas; un proceso que debe ser diseñado caso por caso, para el cual debemos comenzar por conocer y entender nuestra realidad actual, y desarrollar una visión sólida del futuro deseado, de hacia dónde queremos llegar y en qué tiempo. Sólo a partir de una análisis de esa naturaleza podremos formular lineamientos generales de política que apunten a solventar las deficiencias conocidas y a promover gradualmente destrezas individuales y colectivas, públicas y privadas, que nos permitan enfrentar con éxito los mercados globales.

Lo más importante en este momento es comprender que le nuevo modelo económico debe conducir a desarrollar un nuevo sentido común en los dirigentes de todas las instituciones vinculadas al proceso innovador; una nueva manera de entender y asumir los roles de cada organización dentro del sistema económico y social del país. Debemos olvidar los viejos paradigmas y los viejos “modelos mentales” de inserción en el sistema. O, como apunta Peter Senge en su texto “LA QUINTA DISCIPLINA” citando al ex – director de Planificación de la Royal Dutch/Shell Arie de Geus:

“... la adaptación continua y el crecimiento en un ámbito cambiante dependen del aprendizaje institucional, que es el proceso mediante el cual los equipos de gerencia modifican modelos mentales compartidos acerca de la empresa, sus mercados y sus competidores...”

Dentro del conjunto de cambios de los modelos mentales que formulan prácticamente todos los expertos en nuevas teorías gerenciales, se evidencia una propuesta constante: el énfasis en el rol del conocimiento en el desarrollo de capacidades competitivas.

Todas estas propuestas se refieren al conocimiento en un sentido más amplio; no se trata solamente del conocimiento adquirido a través de la educación formal, no es solamente agregar al anterior el conocimiento derivado de la actividad investigativa, se trata, adicionalmente, de incorporar a esas dos instancias todo aquel conocimiento derivado del ejercicio de una función permanente de búsqueda, de comprensión profunda y detallada del “negocio” en el cual se desempeña la organización en todos sus aspectos relevantes, mercados, técnicas y tecnologías, procesos administrativos y gerenciales, optimización de la contribución del capital humano, fuentes de información, proveedores y competidores, etc. En este sentido, y para poner en una perspectiva más clara la trascendencia de los procesos de aprendizaje, es interesante recoger otras palabras de Arie de Geus, quien señala que:

“... posiblemente la única ventaja competitiva sostenible sea la capacidad de aprender más rápido que los competidores...”

Estas breves palabras ponen de manifiesto, en toda su dimensión, la importancia que las corporaciones exitosas del mundo conceden hoy en día a los mecanismos de adquisición de conocimientos como herramientas promotoras de la competitividad en los mercados globales.
Es importante señalar, no obstante, que al entender las funciones de adquisición de conocimientos y aprendizaje como factores fundamentales de dominio de un negocio o área de actividad particular, podemos trasladar estas propuestas, que han sido elaboradas con una clara orientación hacia empresas industriales, hacia otro tipo de organizaciones tanto públicas como privadas. Creemos que las propuestas son perfectamente aplicables a trasladables a los centros de investigación y desarrollo en la medida en que se logra entender el significado y trascendencia de la función de generación de conocimientos tecnológicos como una función de producción, la actividad de investigación y desarrollo como “negocio”. Y, adicionalmente entender que le vector de aprendizaje y adquisición de conocimientos tiene un componente comercial, de aproximación efectiva a los mercados, que deberá ser desarrollado en las instituciones de investigación y desarrollo, si éstas esperan tener un éxito real en su “negocio”.

VI.- Conclusiones

De la anterior argumentación estimamos emergen nítidamente varios elementos importantes relativos a lo que hemos denominado el mercado de servicios tecnológicos; su situación actual en el país; los aspectos determinantes del éxito evidenciado en naciones más avanzadas en materia de modernización industrial y el rol que debe jugar el Estado en general, los organismos promotores de la política de Ciencia y Tecnología en particular, y los propios centros de I&D para lograr estimular efectivamente el mercado de la innovación en Venezuela.

Resumiendo los argumentos desarrollados en las páginas anteriores, señalaremos un conjunto de reflexiones básicas acerca del proceso de transformaciones del aparato industrial de un país que pueden servir de insumos fundamentales para la formulación de una política nacional de apoyo a la consolidación del Sistema Nacional de Innovación en Venezuela.

La creación y desarrollo de capacidades de innovación y de adquisición y/o generación de nuevo conocimiento técnico y tecnológico, constituye, al nivel micro de la empresa industrial, condición indispensable para que una organización sea capaz de permanecer con éxito en los mercados internacionales actuales. La dirigencia industrial venezolana, no obstante, no ha dado muestras de reconocer objetivamente esa condición. El proceso de transición a una economía de mercado iniciado en 1989 en Venezuela, si bien ha abierto el país a la competencia internacional, no ha logrado despertar en la dirigencia industrial un proceso efectivo de modernización de los modelos gerenciales imperantes en Venezuela que reconozcan, en la acción y no solamente en la palabra, el rol que la investigación y la innovación jugarán en la conformación de sus propias posibilidades de supervivencia.

Sin lugar a dudas que ante una afirmación tan generalizadora como la anterior, deberán surgir voces de protesta señalando instancias puntuales que demuestren una supuesta invalidez de esa afirmación. No obstante, estimamos que esos casos, que si los hay en Venezuela, donde la investigación juega un papel importante dentro de las estrategias de desarrollo de organizaciones industriales, no solamente son contados en el país, sino que, adicionalmente, esas políticas corporativas de atención a la innovación son anteriores a 1989, por lo que resulta difícil asociar esa conducta con el proceso de apertura económica venezolana y las políticas de promoción de la competitividad adelantadas por el Gobierno Nacional.

La experiencia internacional de países más adelantados que Venezuela en procesos de transformación y modernización económica, como Corea y México, demuestra no solamente que la incorporación del sector privado a la inversión en I&D es determinante en las posibilidades de éxito de esos procesos, sino que esa incorporación no se produce a menos que el Estado actúe decididamente en su inducción.

En Venezuela, al igual que era el caso en Corea durante la década de los 70 (cuando se inicia se manera vertiginosa el proceso de transformación en ese país), no existe en la actualidad una capacidad corporativa de investigación y desarrollo que sustente las exigencias de cambio técnico permanente que demandarán los mercados globales a la industria nacional; y lo que es más grave aún, las condiciones actuales del país no permiten ser optimistas en cuanto a la posibilidad de que se produzca una masiva inversión en infraestructura de I&D privada en los próximos años.

Las anteriores características y realidades parecen apuntar hacia dos aspectos fundamentales que deberán caracterizar la política nacional de promoción de la innovación:

  1. El proceso deberá ser inducido desde afuera de las organizaciones industriales. Para este fin hemos considerado dos mecanismos de estímulo que parecen revestidos de alguna posibilidad de éxito:
    • Diseñar políticas de reforzamiento de las “conductas competitivas” en organizaciones industriales y/o centros de investigación que canalicen los recursos públicos disponibles para I&D hacia las organizaciones capaces de mostrar “éxitos” en su reposicionamiento competitivo.
      En el caso del sector industrial consideraremos “conductas competitivas” acciones como las siguientes:
      1. Aumento en las exportaciones
      2. Inversiones en programas de capacitación de personal
      3. Inversión en formación de asociaciones estratégicas nacionales o internacionales
      4. Inversión en actividades de I&D
      5. Aumento en los niveles de valor agregado nacional en los productos
      6. Inversión en programas de desarrollo de proveedores locales
      7. Inversión en programas de inteligencia e información
      8. Inversión en automatización de los procesos productivos y en mejora del equipamiento propio de comunicaciones e informática
      9. Mejoras en la productividad (capacidad para absorber la inflación).
      • En el caso de los centros de investigación y desarrollo, las conductas competitivas que el Estado deberá estimular pudiesen ser algunas como las siguientes:
      1. Creación de unidades de consultoría en servicios de ingeniería (centros de aproximación a la industria)
      2. Firma de convenios de asistencia técnica con empresas industriales
      3. Obtención de patentes comerciales
      4. Realización de proyectos de investigación con organizaciones industriales
      5. Conformación de asociaciones estratégicas en otros centros o empresas, nacionales o internacionales.
    • Los centros de I&D deberán estimular la actividad de innovación dentro de las organizaciones industriales a través del diseño de estrategias de “penetración” de las organizaciones objetivo, que los coloque en una mejor posición para diagnosticar los requerimientos de investigación y desarrollo de esas empresas. Esta estrategia, canalizada a través de la creación de capacidades reales de consultoría, deberá servir, además, como una adicional fuente de recursos económicos que permita compensar la reducción de aportes públicos. La creación de esta capacidad de consultoría no será posible mientras la dirigencia de los centros no logre comprender la dimensión “comercial” que puede tener la actividad de Investigación sin que, necesariamente, ello signifique un atentado contra el compromiso de búsqueda de nuevo conocimiento.
      La penetración de nuevos mercados de servicios de consultoría y asistencia técnica no es una tarea sencilla, y ella demandará una transformación de los modelos mentales de la gerencia de los centros de I&D que les permita la creación y consolidación de capacidades y destrezas internas en disciplinas críticas para el logro de los objetivos planteados.
  2. La actividad de investigación e innovación privada en Venezuela deberá sustentarse y realizarse en los próximos años basada en la infraestructura pública existente. Esta realidad, derivada de la poca probabilidad de que se produzcan grandes inversiones por parte del sector privado en la creación de una infraestructura propia de I&D, obliga a considerar diversos cursos de acción por parte del Estado en el fortalecimiento de la capacidad existente de Investigación y Desarrollo en Venezuela.
    • Tal como se expresó en el texto de este documento, la actuación histórica de los organismos responsables de promoción de la actividad científica y tecnológica del país se han centrado alrededor del individuo, del Investigador, como piedra angular del proceso generador de conocimiento. Sin querer negar la importancia de esta figura dentro del proceso innovador, creemos que esta visión no ha contribuido efectivamente a la consolidación institucional de los centros de investigación del país. El respaldo económico destinado al fortalecimiento de los Centros ha sido dedicado, casi exclusivamente, a la inversión en infraestructura y equipos, y poca atención ha sido concedida al fortalecimiento de la capacidad de gestión de esas instituciones, a la modernización de esas organizaciones.
      Estimamos que mientras los centros de I&D del país no sean instituciones eficientes en términos gerenciales, mientras no sean capaces de administrar efectivamente los recursos que el Estado pone a su disposición, mientras no sean capaces de anticipar y comprender los movimientos de sus mercados potenciales, mientras no sean capaces de asegurar la eficiencia en producción de sus investigadores, mientras no sean capaces de establecer nexos estrechos con el país y sus necesidades, será poco lo que podrán “producir” que sea de valor para la industria nacional, y de poco servirá la inversión, por masiva que ella sea, que realice el Estado en el financiamiento de proyectos puntuales otorgados a investigadores individuales.
    • en otros casos, y queremos señalarlo, aun cuando su viabilidad no sea totalmente clara y además pudiese interpretarse como una expresión inmersa dentro de una corriente o moda nacional, el Estado venezolano deberá contemplar la posibilidad de trasladar algunos centros de investigación y desarrollo a manos privadas nacionales o internacionales.

Si bien, tal como se señaló antes, el sector privado venezolano no muestra signos de estar muy inclinado a realizar inversiones en el rubro de la investigación, creemos que en algunos casos específicos pudiese ser posible considerar esta alternativa incluso como única opción abierta para supervivencia de algún centro en particular.

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