Espacios. Vol.13 (3) 1992

Sistema venezolano de innovación tecnológica en los años 90

The venezuelan technological innovation system of the 90´s: technological research as a commercial fact

Simón Parisca *


RESUMEN

En este artículo, el autor desarrolla un conjunto de reflexiones acerca del proceso de transformación del aparato industrial venezolano que puedan servir de base para la formulación de una política nacional de apoyo a la consolidación del Sistema Nacional de Innovación. Especial importancia le asigna el autor al rol que los centros de I & D (Industrial) deberán jugar en este proceso y recomienda un conjunto de acciones de tipo institucional, que podrán ser promovidas a través dela asociación venezolana de institutos de investigación tecnológica industrial (AVINTI) para la promoción de propuestas de cambio a la política industrial y tecnológica puesta en práctica por el Estado venezolano.

ABSTRACT

In this article, the author develops some reflections about the transformation process of the venezuelan industrial apparatus, that could act as foundations for the formulation of a national support policy for the consolidation of the National Innovation System. The author assigns special importance to the rol that (industrial) research and development centers should play in this process. He also recommends a set of actions that could be promoted though the Venezuelan Association of Industrial and Technological Research Institutes (AVINTI), for the promotion of proposals for changes to the industrial and technological policy carried out by the venezuelan state.

Contenido


1.- Introducción

El proceso de transformación que vive el mundo entero en la actualidad ha traído consigo el fortalecimiento de viejos modelos socio-económicos de desarrollo. Venezuela no ha escapado a estas tendencias y viene experimentando, desde hace cuatro años, un proceso de cambio estructural. La crisis que enfrenta el país en la actualidad obedece, en gran medida, a ese proceso de transformación integral; no tanto como consecuencia de los planteamientos o paradigmas fundamentales del nuevo modelo, como por el excesivo “dogmatismo” con el que se ha procedido a su adopción: no tanto por una supuesta dificultad para la implantación de modelos de economía de mercado en países de menor desarrollo, como Venezuela, como por la debilidad de ka infraestructura de apoyo a la competitividad industrial que ofrece el entorno nacional y el estado de atraso que, en materia de prácticas gerenciales modernas, muestra la dirigencia venezolana.

A cuatro años de iniciado el proceso, es evidente que los resultados de la apertura económica distan mucho de las metas anticipadas: no se ha producido un incremento en las exportaciones de bienes o servicios no tradicionales con respecto a los niveles pre 1989: no se ha producido una mejora visible en la calidad de los productos manufacturados en el país o en la productividad del sector industrial, no se evidencia una tendencia creciente de la actividad de investigación y desarrollo como búsqueda de nuevos y mejores procesos y productos.

La gráfica muestra la evolución de un indicador general de productividad del sector manufacturero nacional desde el año 1985 a 1991. El parámetro graficado es la variación del valor de la producción del sector en bolívares constantes de 1985 por persona empleada. El comportamiento es evidente, aún antes de iniciado el proceso de ajuste macroeconómicos, la industria venezolana venía experimentando un proceso de disminución de la productividad que sólo se agudizó como resultado del proceso de apertura comercial. Esto debería movernos a reflexión por cuanto todo parecería indicar que el sistema económico nacional (incluyendo dentro de este sistema tanto a las propias empresas como al conjunto de organismos e instituciones de entorno controladas por el Estado), presenta deficiencias intrínsecas notables que hacen todavía más difícil la transición hacia economías de mercado de lo que ese proceso es en sí mismo, aún en situaciones más favorables.

El país ha transitado en escasos cuatro años de un modelo de promoción y protección a ultranza del sector productivo nacional, a través del desacreditado modelo de sustitución de importaciones, a una política comercial de casi total apertura alas importaciones de todo tipo dentro de un modelo de corte liberal. Hemos oscilado desde un extremo del abanico de opciones hasta el otro sin que mediara un proceso paralelo de capacitación y preparación efectiva del universo de los actores fundamentales del proceso. Dentro de este universo incluimos a grupos o instituciones como:

Que demandan, como requisito fundamental para abordar el proceso de modernización y apertura comercial, un conjunto idóneo y actualizado de elementos como los siguientes:

  1. Recursos humanos.
  2. Información comercial y tecnológica.
  3. Asistencia técnica.
  4. Infraestructura legal.
  5. Normas y estándares técnicos.

Las páginas a continuación presentan algunas ideas que, estimamos, contribuyen a orientar el tipo de acciones necesarias para estimular le generación de nuevas y más efectivas soluciones a los problemas y limitaciones de la industria nacional, que nos permitan consolidar el proceso de transición a una economía de mercado, y a fortalecer a los actores responsables de ese proceso, en particular aquellos vinculados con el Sistema Nacional de Innovación.

II.- Consideraciones de partida para el cambio en Venezuela

El proceso de transformación del país en general y de cada unos de los sectores que participan en el mismo es largo; no podemos esperar “milagros” ni en la modernización de la infraestructura, ni en el cambio de las actitudes y prácticas gerenciales y administrativas de las organizaciones involucradas. En última instancia, se trata de revertir patrones de conducta muy arraigados en el país, alimentados por más de treinta años de aplicación de modelos socio-económicos que contribuyeron (en Venezuela quizás más que en otros países latinoamericanos) a desarrollar, en todos los sectores de la población nacional, actitudes de aceptación, sumisión e inclusive patrocinio del tutelaje del Estado.

Experiencias de transformación similares en otros países apuntan a procesos del orden de varias décadas de duración para la superación de las deficiencias acumuladas en el funcionamiento del aparato estatal, y de muchos años para la modernización de organizaciones industriales públicas o privadas de todo tipo. Esta realidad debe ser comprendida, y dentro de ese contexto planteada la estrategia de transformación, reconversión, modernización (o cualquiera que sea el nombre que se le desee aplicar) del sistema económico nacional.

Resulta evidente que el proceso de cambio exige, simultáneamente, la formulación de objetivos con horizontes de realización, de corto, mediano y largo plazo, y que cada uno de ellos requiere de estrategias y lineamientos de política específicos. No obstante las premisas de partida, las realidades sobre las cuales se construirá cualquier política de transformación de la economía nacional son comunes y deben ser claramente reconocidas. La formulación de una política de estímulo y promoción de la competitividad nacional debe sustentarse en algunas premisas fundamentales e inamovibles. Estimamos que dentro de ellas se ubican las siguientes (algunas presentes en el discurso público de los últimos años y otras no muy debatidas):

  1. El país debe insertarse, de manera perentoria y sostenida, dentro de las tendencias mundiales de adopción de modelos de economía de mercado.
  2. Ese modelo se sustenta en la reducción de las funciones del Estado como planificador central y director del proceso de transformación de la economía, lo cual significa la eliminación de todas aquellas formas de protección a actividades productivas nacionales que no se inserten dentro de una estrategia global de promoción del propio proceso de transformación del país y del bienestar colectivo de la población.
  3. El Estado debe coordinar el diseño de esa estrategia de manera amplia, integradora y con visión de largo plazo; así como construir y poner en marcha todos los instrumentos necesarios para asegurar un adecuado monitoreo de sus resultados parciales; el análisis permanente de los mismos y la formulación de los elementos de ajuste que pudiesen ser necesarios. (Es importante reconocer el daño que se le ha causado al país por asumir posiciones extremadamente dogmáticas).
  4. El Estado debe crear y poner en marcha los mecanismos necesarios que permitan asegurar la actuación coordinada y coherente de todos los organismos e instituciones públicas o privadas que tengan algún papel que jugar en el desarrollo de la estrategia.
  5. El Estado debe asumir, a plenitud, su rol de garante del estricto cumplimiento del marco legal vigente y de otras disposiciones públicas que afecten el entorno competitivo del sector productivo nacional.
  6. Los principales agentes de la actividad económica del país (Industria y Comercio) deben asumir efectivamente su rol de principales diseñadores y ejecutores de los proyectos de cambio y modernización de la economía del país.
  7. Es imperativo reconocer que el país en general, y al Estado en particular, le interesa que la empresas y otras organizaciones del sector privado asuman efectivamente, y en el menor plazo posible, el rol que les corresponde, y que tengan éxito en el proceso.
  8. Los actores principales del proceso de cambio de la economía nacional no están totalmente capacitados en la actualidad, ni en términos de capital humano ni en términos de infraestructura, para asumir a cabalidad los roles que les corresponden.
  9. El entorno nacional presenta deficiencias que atentan contra el proceso de desarrollo de capacidades competitivas a todos los niveles de interés (empresa, asociaciones o gremios, país).
  10. El sector privado nacional debe aceptar que tendrá que asumir, parcialmente, el costo de las acciones de transformación del entorno ya que el Estado venezolano no posee en la actualidad los recursos económicos necesarios para solventar, en el corto o mediano plazo, todas las deficiencias que muestra nuestra sociedad.
  11. La transición del modelo anterior al nuevo es larga y compleja, y requiere de un proceso de acciones “negociadas” entre las partes.

Las perspectivas de éxito en el tránsito de un modelo muy arraigado en la cultura económica y social del venezolano, como lo fue el modelo proteccionista, a otro que promete mayores riesgos y, definitivamente, mayores niveles de exigencia en cuanto al esfuerzo individual en el logro del bienestar propio y del éxito de las organizaciones dentro de las cuales nos desempeñamos, dependerán absolutamente de que se operen cambios reales en los “modelos mentales” que cada uno de los venezolanos sostenemos en cuanto a la forma y contenido de los roles que, como profesionales y como actores del proceso de cambio, debemos jugar dentro del nuevo sistema económico.

Este conjunto de circunstancias de la realidad actual del país nos obliga a precisar lo que estimamos deben ser características fundamentales de cualquier acción o política pública de promoción del cambio y la competitividad:

  1. Debe inducir, estimular o promover la incorporación efectiva del sector privado.
  2. Debe asegurar la efectividad, en cuanto a su aplicación y contribución al logro de los objetivos de la acción o política en cuestión, en el uso de recursos provenientes del sector público.
  3. Debe orientarse fundamentalmente hacia el reforzamiento de lo que pudiésemos llamar los “casos de éxito”. Las acciones o políticas del Estado destinadas a promover el cambio deben ser canalizadas principalmente hacia aquellos sectores, y empresas u organizaciones, que muestren indicadores de desempeño exitoso y verificables en sus procesos individuales de aproximación hacia las exigencias de los mercados globales.

* Ingeniero Mecánico (1968), Universidad de Berkeley, EE. UU. Consultor Gerencial. Actualmente es coordinador del Programa de Gestión Tecnológica de la Comisión Latinoamericana de Ciencia y Tecnología (COLCYT- SELA).

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