Vol. 39 (Nº 07) Año 2018. Pág. 12
Luis Fernando HIDALGO Proaño 1; Irene TRELLES Rodríguez 2; Ángel Aurelio CASTRO Peñarreta 3; Beatriz Annabell LOOR Avila 4
Recibido: 12/10/2017 • Aprobado: 05/11/2017
RESUMEN: Este artículo presenta la fundamentación teórica de la formación para el emprendimiento y demuestra la pertinencia de este tipo de formación a nivel universitario en el contexto ecuatoriano. Se utilizó el análisis conceptual como método de investigación teórica. La investigación demuestra la posibilidad y pertinencia de renovar los enfoques administrativos convencionales que se aplican en el país en esta formación y la validez de abordarla a nivel universitario, lo cual pudiera ser aplicable en otros centros de educación superior. |
ABSTRACT: This article presents a conceptual analysis of the need to strengthen training in entrepreneurship. The results of the theoretical research carried out by the authors, based on the analysis of classic and contemporary references on the subject. The novelty of this research is given by the enrichment that this proposal supposes for this type of training in Ecuador, characterized by a conventional administrative approach. This proposal could be applied in others universities in Ecuador. |
La formación en emprendimiento va cobrando una fuerza creciente en América Latina, existen programas en países como Chile, Colombia, México, y Brasil entre otros, que vienen trabajando en forma creciente con esquemas de educación empresarial en un número creciente de universidades, más no emprendimiento directamente, que a nivel universitario atiendan esta necesidad. Tal es el caso del Ecuador, país que en la actualidad concede una importancia particular a este tipo de formación, es por ello que, los autores de este artículo, desarrollaron una investigación conceptual a fin de fortalecer los referentes teóricos de la Carrera de Licenciatura en Emprendimiento e Innovación Social y sus bases epistemológicas, cuyos resultados aquí se exponen.
En opinión de Fayolle (2013), (citado en Núñez Ladeveze, 2016) la educación en emprendimiento comprende todas las actividades destinadas a fomentar la mentalidad, actitudes y habilidades emprendedoras abarcando una gama de aspectos como la generación de ideas que pudieran dar origen a una nueva organización, la implementación o puesta en marcha, el crecimiento de la organización y la innovación. Esto adquiere particular importancia en un escenario en el que la pequeña empresa representa el 99% del total de empresas no financieras, y genera empleos para aproximadamente el 70% del total de la fuerza laboral, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC, 2015). Los proyectos emprendedores constituyen importantes motores impulsores para la creación de ese tipo de organización social. Según la citada fuente, en Ecuador la proporción del número de empresas clasificadas por su tamaño es: l 90% corresponde a las microempresas, 7.4% a las pequeñas, el 1.5% a las medianas empresas y el 0.5% a las grandes empresas, por tanto en Ecuador las MiPymes representaban en el año 2015 el 99.5% de la totalidad de empresas. (INEC, 2015). Por su parte, el informe de CEPAL del año 2015 confirma lo anterior, según ese documento: “Las pymes representan el grueso de todas las empresas y aportan el 60% del empleo y el 40% de la producción total de América Latina y el Caribe” (CEPAL, 2015:144). Resulta evidente en este contexto la importancia que adquiere la formación en emprendimiento a nivel universitario, con el objetivo de dotar a los nuevos emprendedores de conocimientos, habilidades y valores que les permitan fortalecer el desarrollo de las PYMES en América Latina y en particular, en el Ecuador. Atendiendo a ello, se inician los estudios de este tipo en la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil en el año 2002, con la Carrera de Ingeniería en Emprendimiento. Luego de la graduación de varias cohortes, se realizó una investigación que se planteó como objetivos diagnosticar los resultados obtenidos por la carrera, y a partir de la positiva opinión que sobre esto expresaron graduados y empleadores, constatada por el estudio, se propuso fortalecer esa formación como idea central de una carrera y además de ello, fundamentarla como eje transversal para las restantes carreras en la Facultad de Especialidades Empresariales de esa institución (Hidalgo, 2015). En el año 2015 se dio continuidad a ese estudio por parte de los autores del presente trabajo, mediante una investigación conceptual orientada a su renovación teórica y fundamentación epistemológica. A partir de los resultados de la indagación, se sustentó la creación de una nueva carrera con ese perfil: la Licenciatura en Emprendimiento e Innovación Social, la cual, en los momentos actuales se encuentra en proceso de aprobación en el nivel nacional.
La pertinencia de la propuesta de nueva carrera se explica a partir de su articulación, por un lado, con la tradición disciplinar y formas de construcción del conocimiento en el campo de las Ciencias de Administración y por otro, con la necesidad de introducir miradas renovadoras que ofrezcan mejor respuesta a los problemas y necesidades de los contextos y objetivos del Plan Nacional de Desarrollo del Ecuador, en los campos que aborda la profesión. De acuerdo con Osorio y Pereira (2011), estas articulaciones intentan dar respuesta a la generación de nuevos saberes y la generación de información que requieren los individuos emprendedores, rasgos que caracterizan la formación para el emprendimiento en la era de la economía del conocimiento.
En cuanto a tradiciones disciplinares y campos del conocimiento, la formación en emprendimiento ha adoptado diversas miradas, la de las ciencias económicas, la de las ciencias humanas y las de la gestión, al decir de los citados autores. En tal sentido destacan: “las ciencias económicas tienen una visión funcional: qué hacer; las ciencias humanas se centran en el sujeto, les interesa quién y por qué, y las ciencias de la gestión se aplican al proceso, cómo”, (Osorio y Pereira, 2011: 16). Otros enfoques se orientan desde diferentes perspectivas: la del actor principal, (emprendedor); el entorno, el acto generador (creación de nuevas organizaciones) y la problemática de la pequeña empresa. La tendencia económica clásica concibe al emprendedor como un productor, que asume riesgos y busca ganancias no siempre seguras. Como aporte novedoso en esta tendencia, los mencionados autores citan al de Jean Baptiste Say (1832), quien establece una diferencia entre el emprendedor y el capitalista en la medida en que el primero reúne y combina los medios de producción para construir un ente productivo nuevo.
La aproximación de la tendencia neoclásica sigue concibiendo al emprendedor como el único factor productivo, (Osorio y Pereira, 2011). La primera diferencia sustancial en esta concepción la introduce Schumpeter (1984), que lo diferencia del administrador, al destacar su papel en los procesos de innovación, pues su función principal es la de crear. Crissien (2009:69) aporta nuevas ideas al debate, al tomar como punto de partida el aporte de la creación de empresas al desarrollo económico, cuyo objetivo es: “el mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes…que puede y debe medirse es aspectos tales como: el acceso y cobertura en salud, educación, fuentes de trabajo, desarrollo de la libre personalidad, posibilidad de tener una vivienda digna y en general, el desarrollo humano y bienestar”. Concepto que tiene importantes puntos de contacto con el de desarrollo integral, que compartimos. De acuerdo con el autor, el tejido empresarial resulta enriquecido por la creación de nuevas empresas, así, “empresarios con capacidad gerencial transforman empresas pequeñas, en empresas medianas y grandes, las cuales consolidadas competitivamente a nivel nacional e internacional, generan bienestar a un grupo de interés conocidos también como stakeholders, incluyendo al Estado que recibe impuestos por la vía de los ingresos” (Crissien, 2009:69). Se apoya esta línea de pensamiento en Schumpeter (1984), con su concepto de empresario como innovador destructivo, quien genera cambio y promueve la innovación. La dimensión dinámica, enfocada al cambio y la transformación de este horizonte epistemológico ofrece la posibilidad de insertar armónicamente teorías como las de Joseph A. Schumpeter, quien junto con Timmons, han sido considerados entre los padres de la teoría del emprendimiento.
La teoría del desarrollo económico de Schumpeter (1984) es conocida como una de las primeras que resalta el rol que tiene el emprendedor en la dinamización de los procesos económicos, pues afirmaba que el impulso fundamental que establece y mantiene a una economía capitalista en movimiento proviene de la introducción de nuevos negocios producto de la innovación generada por el emprendedor. En la misma teoría se argumenta que el proceso del desarrollo económico es inherentemente dinámico, lo cual se contrapone con la estructura clásica de la teoría del equilibrio, que describe el mundo clásico en donde la oferta siempre crea demanda a través de un diagrama de flujo circular. Bajo este esquema todos los bienes encontrarán mercados y en el mismo, el comportamiento de los productores y consumidores es meramente rutinario. Sin embargo Schumpeter reconoce que las decisiones de los productores son influenciadas por las preferencias de los consumidores, lo que lo lleva a explicar su propio modelo dinámico en el cual el emprendedor es el encargado de destruir el ciclo del flujo circular a través un concepto tempranamente ligado al emprendimiento: la Innovación. Para él, el emprendedor como fuente de innovación tiene la responsabilidad de romper esquemas de destruir procesos e innovarlos creando nuevas maneras de llevar a cabo las actividades estableciendo nuevas maneras de hacer las cosas, nuevas metodologías, nuevos procesos, y en este aspecto se acerca mucho más al enfoque dinámico de la epistemología sistémica compleja. La teoría desarrollada por Schumpeter ha derivado en varios análisis, interpretaciones y conclusiones de autores modernos, muchos de ellos analizan el impacto del emprendimiento en el desarrollo económico medido típicamente a través del crecimiento de las empresas y el tiempo que llevan operando. Porter (1990) afirmaba que el emprendedor es el corazón de la ventaja de las naciones, resaltando de esta manera la influencia que tienen los emprendedores en la dinamización de las economías de los países, en tanto Baumol (1993) era del criterio de que la contribución clave de la iniciativa empresarial al crecimiento económico podría ser identificada como la puesta en marcha de nuevas empresas así como la transformación de inventos e ideas en empresas activas. Crissien (2009) presenta una caracterización de tendencias sobre el concepto de entrepreneurship en el que tipifica dos clases: los acercamientos de Kirzner (1998), referidos a los roles o acciones que se asocian al fenómeno del entrepreneurship y las interpretaciones de Gartner (1990), enfocados en los elementos que intervienen en él. Entre los roles que identifica Kirzner, refiere: asumir el riesgo, innovador, árbitro, coordinador, organizador, liderazgo, ejercicio de voluntad, actúa como empleador, supervisor o jefe, fuente de información, especulador y estar alerta a las oportunidades que presentan los mercados. Estos rasgos, como puede observarse, son los que generalmente se han reconocido por la mayoría de los autores, al definir el emprendedor. Gartner (1985), por su parte, en opinión de Crissien (2009), incluye entre los elementos fundamentales que integran el fenómeno emprendimiento: el empresario, la innovación, la creación de organizaciones, la creación de valor, el crecimiento, la diferenciación (que denomina: único), el gerente. Otras aproximaciones hacen hincapié en elementos subjetivos, tales como la personalidad del emprendedor, sus características de comportamiento, su capacidad para asumir riesgos, su orientación al logro (Timmons y Spinelli, 2007), con competencia para trabajar en equipo, y altos niveles de creatividad (Kirby, 2004, citado por Osorio y Pereira, 2011).
Más allá de algunas diferencias conceptuales, se aprecia consenso acerca de que el Emprendimiento implica la realización de acciones por parte de seres humanos creativos para construir algo de valor a partir del aprovechamiento de oportunidades donde aparentemente no existían posibilidades para hacerlo. Es la búsqueda insistente de la oportunidad, independientemente de la existencia de recursos disponibles o de la carencia de estos. Requiere de una visión, pasión y compromiso para guiar a otros en la persecución de dicha visión y de la disposición a tomar riesgos calculados (Timmons y Spinelli, 2007). A ello se une, en opinión de Drucker (1998), quien apunta a maximizar las oportunidades, es decir, la efectividad y no la eficiencia, es la esencia del trabajo (lo que no significa desconocer la importancia de la relación costo–beneficio en el análisis de cualquier posible oportunidad).
El estudio se deriva de la investigación teórica realizada para el rediseño curricular de la Carrera Licenciatura en Emprendimiento e Innovación Social de la Facultad de Especialidades Empresariales de la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil.
Se asumió el paradigma cualitativo desde una perspectiva hermenéutica, enfocada en la profundización sobre las concepciones teóricas que fundamentan este tipo de formación, así como los marcos regulatorios establecidos en la educación superior ecuatoriana.
Fueron analizados autores fundamentales sobre emprendimiento, innovación social y formación en emprendimiento, así como algunos programas de formación en emprendimiento en América Latina. Se estudió en detalle el marco regulatorio, a saber, la Constitución vigente en el Ecuador, (2008); la Ley Orgánica de Educación Superior, (2009); el Reglamento de Régimen Académico, (2015): Modelo Pedagógico Educativo de la UCSG (2015) y otras regulaciones y disposiciones de la UCSG. Los ejes conceptuales que establecieron la lógica de la investigación fueron: emprendimiento, formación en emprendimiento, fundamentos epistemológicos de la formación en emprendimiento; pertinencia, criterios de pertinencia de la educación superior ecuatoriana.
A partir del análisis se establecieron las propuestas que fundamentan la carrera objeto de estudio y se realizaron grupos focales en la Comisión Académica de la Carrera mediante cuatro sesiones de trabajo a fin de llegar a los necesarios consensos.
Este tipo particular de formación no exhibe un abordaje frecuente en el Ecuador. Los programas orientados hacia el campo de la administración de negocios en el país carecen, en muchos casos, del enfoque hacia el emprendimiento, y se sigue formando a los futuros administradores o creadores de empresas en carreras de corte administrativo tradicionales que no preparan a los futuros graduados para la identificación de necesidades de productos y servicios en la sociedad y sobre todo en la posibilidad de responder a estas necesidades mediante la identificación de oportunidades que sirvan de base para la innovación o la creación de nuevas empresas (Arteaga y Lasio, 2010).
Como se mencionó, la formación para el emprendimiento se centra en la búsqueda de necesidades sociales que generan oportunidades de negocio, y hace énfasis en la relación con el entorno, tendencia que gana fuerza al incorporar las propuestas más recientes en el campo en cuanto a la importancia del conocimiento de la realidad y de los clientes o usuarios. Esto supone una diferencia esencial con respecto a la formación tradicional en administración de negocios, la cual no presta tanta atención a la búsqueda de necesidades en los diversos planos de la sociedad, identificación de oportunidades de negocios, así como a la asunción de riesgos y a la innovación considerada como proceso estratégico de la empresa.
Según las ecuatorianas Arteaga y Lasio (2010:13): “la educación en emprendimiento y creación de negocios incide favorablemente en la intención de emprender, especialmente de aquellos emprendedores que se capacitaron durante sus estudios primarios y secundarios, y además, que el estar expuesto a algún tipo de educación en Emprendimiento influye en la percepción de poseer conocimientos y habilidades necesarias para crear un negocio”. En estudio realizado en el 2010 por las mencionadas investigadoras, se establece que de 73 universidades estudiadas, abordaban el tema un total de 52, de las cuales el 10% se orientaba a titulación de postgrado, el 14% a cursos incluidos en programas de postgrado, el 11% lo organizaba como cursos abiertos, y sólo el 3% estaba dirigido a la formación de grado en emprendimiento mediante titulación (Arteaga y Lasio, 2010).
En el contexto referido anteriormente, la nueva Carrera de Licenciatura en Emprendimiento e Innovación Social constituye una propuesta renovadora en cuanto a la formación de empresarios gestores de nuevos proyectos, incorporando para ello el enfoque de la formación en emprendimiento y la innovación.
La Carrera se articula con Dominios establecidos por la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil, que identifican campos del conocimiento y sistemas de relaciones en los que se insertan las carreras y programas de posgrado de esta institución: con el Dominio que da cuenta de la articulación de las dimensiones científico-técnicas, humanísticas y espirituales del Desarrollo Humano integral para la gestión ética del conocimiento y talento humano y con el Dominio enfocado al desarrollo de sistemas innovadores para el aprendizaje para una gestión social, productiva, ambiental y cultural del conocimiento y con el dirigido al desarrollo de modelos y procesos de gestión que articulen las dinámicas de los sistemas político estatal, productivo y ciudadano para el Buen Vivir.
A través de la formación de profesionales en emprendimiento e innovación social, la carrera impulsa la creación de empresas generadoras de empleo y socialmente responsables por parte de sus estudiantes y graduados, además de inculcar el compromiso que conlleva ser empleadores y cumplir con las disposiciones relacionadas a garantizar el trabajo digno.
Como antecedente, es importante destacar los aportes logrados por la carrera fundadora, Ingeniería en Emprendimiento, previa al nuevo diseño. Puede citarse en tal sentido que del total de alumnos graduados el 21.60% ha emprendido y tiene funcionando sus negocios propios, el 15.70% forma parte del staff administrativo de negocios familiares, el 52.7% se encuentra laborando en empresas públicas o privadas del país y un 10% se encuentra realizando estudios de postgrado en instituciones nacionales e internacionales.
La pertinencia de este nuevo proyecto formador está dada por la respuesta que ofrece en relación con necesidades de los contextos y objetivos del Plan Nacional de Desarrollo para el Buen Vivir (PNBV), que marcan los puntos estratégicos del el contexto ecuatoriano actual. Esto, en lo relativo al campo profesional, apunta a la identificación de necesidades económicas, sociales, educacionales y culturales, que constituyen el fundamento de oportunidades para la creación y el sostenimiento de proyectos de negocios emprendedores e innovadores socialmente responsables que ofrezcan soluciones y respuestas a los problemas que originan dichas necesidades.
La Carrera está estrechamente relacionada con un tipo particular de organización empresarial, la pequeña y mediana empresa, denominadas PYME, de particular importancia en América Latina en general y en el Ecuador en particular y cuyo destino parece estar esencialmente ligado a las posibilidades de desarrollo.
En opinión de expertos, el limitado crecimiento de la pequeña y mediana empresa de corte nacional es uno de los aspectos que inciden decisivamente en el insuficiente desarrollo de los países de América Latina, así lo reconocen destacados especialistas, (CEPAL 2015; Buitelaar, 2013). Frente a las tendencias globalizadoras de los últimos años, en condiciones de desigual competencia, las empresas nacionales pequeñas y medianas perecen, y con ellas se extinguen también productos y servicios que se relacionaban directamente con usos culturales y modos de vidas propios. De ahí que el desarrollo de las pequeñas y medianas empresas constituya una de las maneras con que cuentan los estados latinoamericanos para fortalecer y diversificar la industria nacional frente a las poderosas transnacionales que las amenazan. El fortalecimiento y desarrollo de la pequeña y mediana empresa en escenarios locales supondría una fuente de empleo y si los actores que les dan origen están debidamente formados, en el dominio de modernos conceptos y tendencias que priorizan la innovación, puede suponerse que ese binomio de crecimiento virtuoso: productividad y empleo, resultaría alcanzable, lo cual se ajusta plenamente al escenario ecuatoriano actual. En el Ecuador en este momento se ofrecen posibilidades para el despegue de este tipo de entidad, de tal forma que se pudiera afirmar que hoy en el país, en sentido general, y en la región del Guayas en particular, las PYMES constituyen un espacio oportuno y factible para satisfacer necesidades relacionadas con el cambio de la matriz productiva del país, objetivo estratégico de primer orden en el Plan Nacional de Desarrollo (PNDPBV) en su etapa del 2013 al 2017.
No obstante, existen limitaciones reales que frenan el crecimiento y desarrollo de las empresas pequeñas y medianas , entre las cuales se puede citar la falta de preparación para su surgimiento, su creación intuitiva, sin estudio previo, sin aplicación de un pensamiento estratégico y, por tanto, privadas de posibilidades de innovación y adaptación al cambio, que podrían atenuarse mediante la formación de profesionales emprendedores, dotados de los conocimientos, habilidades y valores que reducirían estas limitaciones de manera sustancial.
Como ha podido apreciarse, el emprendimiento es una necesidad para el cambio de la matriz productiva y el desarrollo del país, de ahí la pertinencia de la formación en emprendimiento, pues se dotaría a los graduados de capacidades como pensamiento estratégico, conciencia de la necesidad de innovación, preparación para enfrentar el cambio y la incertidumbre, competencias comunicativas y capacidad para la identificación de nuevas necesidades, por sólo señalar algunas de las ventajas que se derivarían de esa formación. Todo ello unido a la limitada creación de empresas innovadoras ha sido tema de análisis en los últimos años en el Ecuador, ligado a la baja tasa de elaboración de productos con valor agregado, situación que se inscribe en la actual tendencia por parte de países con menos desarrollo, que ofrecen al mercado internacional productos básicos, asumiendo un rol de suministradores de materias primas, en lugar de ofrecer productos de valor agregado.
Otra dimensión del emprendimiento y la innovación social se expresa en modelos de negocio enfocados en el desarrollo social de grupos vulnerables. De acuerdo con datos del INEC, en diciembre del 2014 el subempleo en el Ecuador bordea el 12.87%, lo que representa un problema social y económico, ya que las personas subempleadas se ven obligadas a participar de una actividad por tiempo no completo, retribuido por debajo del mínimo o que no aproveche completamente la capacidad del trabajador. El cambio de la matriz productiva se convierte en un reto que los ecuatorianos deben enfrentar para mejorar las condiciones económicas del país. En este contexto se requiere el desarrollo de capacidades emprendedoras que permitan que nuevas empresas enmarcadas en la nueva matriz productiva sean creadas y administradas con éxito.
Los horizontes epistemológicos que sirven de referentes a la Licenciatura en Emprendimiento e Innovación Social reciben la herencia del campo específico de Economía y Administración. Las teorías fundacionales de los estudios de Administración y Dirección asumen la escuela clásica, centrada en la eficiencia y los controles, la autoridad y la separación entre la base y el staff, y por ende, un referente epistemológico positivista, ocupado en la determinación de relaciones de lógica lineal de causa-efecto, sin tomar en consideración el entorno externo ni determinadas interrelaciones internas que rebasan lo puramente “objetivo” (Coq, 2013). Con el desarrollo del conocimiento, surgen miradas críticas sobre las insuficiencias de las teorías clásicas, aunque de ella se rescatan determinados principios de organización. Las teorías del comportamiento, los modelos conductuales o de relaciones humanas sucedieron a los presupuestos fundacionales de las Ciencias de la Administración, asumiendo enfoques epistemológicos funcionalistas, menos rígidos en cuanto a la separación entre base y staff y mucho más flexibles en cuanto a su consideración de la importancia de elementos subjetivos y el papel de los sujetos en las organizaciones, pero todavía fiel al criterio de legitimidad del dato cuantitativo en cuanto a construcción del conocimiento científico.
La incorporación de teorías con enfoque sistémico ofrece un enfoque diferente por el énfasis que brinda a la apertura al entorno externo, al complejizar la indagación y buscar nuevas lógicas. Al decir de Prigogyne, (1994:40): “Estamos llegando al final de la ciencia convencional… es decir de la ciencia determinista, lineal y homogénea y presenciamos el surgimiento de una conciencia de la discontinuidad, de la no linealidad, de la diferencia y la necesidad del diálogo”.
Desde inicios del siglo XX una nueva visión de la realidad da paso a nuevos enfoques, como los que comienzan a realizar los físicos, con la relativización del tiempo y el espacio por Einstein; la introducción de la incertidumbre de Heisenberg, el principio de la complementariedad de Niels Bohr que establece que puede haber dos explicaciones opuestas para los mismos fenómenos físicos y, por extensión, quizá, para todo fenómeno, la física cuántica, entre otras. Esta nueva visión de la realidad la ofrece el paradigma sistémico y complejo, pues, como afirma Ludwig von Bertalanffy, (citado por Martínez Miguélez, 2010:9): "desde el átomo hasta la galaxia vivimos en un mundo de sistemas; y esto, desde lo inconmensurablemente grande hasta lo infinitesimalmente pequeño”
La complejidad sistémica es otro de los horizontes epistemológicos que sustenta la Licenciatura en Emprendimiento e Innovación social, tomando en consideración su concepto en torno al ser humano y la sociedad, los cuales no constituyen “un agregado de elementos yuxtapuestos; es un todo integrado que constituye un suprasistema dinámico, formado por muchos subsistemas perfectamente coordinados: el subsistema físico, el químico, el biológico, el psicológico, el social, el cultural, el ético-moral y el espiritual”, (Martínez Miguélez, 2010:10), requiere de “integración o coordinación” para poder desarrollarse armónicamente. Este enfoque referido a las Ciencias de Administración constituye un referente epistemológico válido para las ciencias orientadas a la acción y la transformación, como sucede en el caso de la Licenciatura en Emprendimiento e Innovación Social, con un punto de vista más dinámico que también incorpora el fundamento epistemológico hermenéutico, con mayor profundización en la cualidad de los fenómenos y sus relaciones con el contexto, (Larrea y Granados, 2016).
Dentro de la formación del emprendedor se debe considerar el aprendizaje de conocimientos científicos multidisciplinarios extraídos de la teoría económica, administración, gestión de la innovación, mercadotecnia, sociología, entre otros, mostrar cómo éstos se relacionan con el mercado, la sociedad, las empresas y los individuos e inducir al estudiante a la aplicación de los mismos en ambientes experimentales reales; razón por la cual la carrera debe postular hacia horizontes epistemológicos que permitan la interacción del estudiantes con los conocimientos: científico y empírico.
Dado que el emprendimiento está relacionado con altos índices de incertidumbre respecto a propuestas innovadoras que se proponen para satisfacer necesidades del mercado, es necesario además que la carrera incentive el pensamiento complejo, logrando que el estudiante analice y valore las problemáticas en su amplia gama de dimensiones, tomando muy en cuenta la necesaria contextualización, y ensaye en el transcurso de la malla curricular diversas formas de resolverlas, a fin de que de esta manera el profesional logre estar preparado ante los cambios del macro entorno social en el cual pretende incursionar posteriormente y ante la incertidumbre asociada al emprendimiento.
La trilogía de conceptos: el ser humano como agente innovador, el mejoramiento continuo y el reconocimiento de la resistencia al cambio, resultan fundamentales para la formación de profesionales emprendedores. Por ello otro de los horizontes epistemológicos que asume la carrera es de la ecología de saberes, pues mediante las interrelaciones tanto internas como externas se producirán en el estudiante nuevas adquisiciones de destrezas, valores, habilidades. A lo que se une, como otra dimensión del horizonte epistemológico de la ecología de saberes, relacionada con el pensamiento de Timmons, su concepto de cambio. En su opinión las mejores oportunidades de negocios se presentan, en primer lugar, en el seno de procesos de cambio, sea en las leyes, la tecnología, en nuevas formas de gestionar negocios, en nuevos modelos de negocios, nuevas formas de administrar, así como procesos innovadores de cualquier tipo, existen oportunidades de negocios (Timmons, 2007). Este horizonte epistemológico servirá de base para la adquisición por parte del estudiante de destrezas, valores y habilidades, por medio de la vinculación de todas las áreas de la malla curricular a la sociedad, complementando el desarrollo de su pensamiento mediante la interacción del conocimiento empírico y el científico. Por ello, se plantea que la malla curricular posea asignaturas que preparen al alumno dentro de un marco teórico que permita obtener una referencia al momento de interactuar con los mercados y las sociedades, sin embargo, sean las circunstancia reales de los entornos macro y microeconómicos los que adicionen experiencia y conocimiento. Adicionalmente, los proceso de vinculación y prácticas pre-profesionales también poseen su parte dentro de éste enfoque.
Otro referente fundamental es el humanismo integral, que tiene como fundamento la concepción cristiana de desarrollar al ser humano en los ámbitos personal y profesional desde sus valores espirituales y morales, aspecto que en las sociedades plurales constituye uno de los tantos elementos que integran el todo social. En la carrera de Emprendimiento e Innovación Social el ser humano es el centro de su actividad. Su objetivo fundamental es desarrollar a la persona en el ámbito personal y profesional. En tal sentido, el humanismo integral se convierte en un obligado referente epistemológico.
La relación innovación-emprendimiento-desarrollo se concibe como eje dinamizador de la sociedad y de los procesos de aprendizaje, para fortalecer la sostenibilidad de las organizaciones. El resultado de la formación en emprendimiento no puede quedarse solo en las capacidades, prácticas y principios para arrancar una nueva empresa o el auto-empleo, la sociedad, países y comunidades demandan a las universidades formar a jóvenes capaces de innovar, de encontrar oportunidades en el entorno y llevarlas a cabo para lo cual requieren de un grupo de habilidades, atributos y comportamientos personales que van más allá de lo puramente comercial, por eso se debe enfrentar un nuevo paradigma que de una mayor importancia a las “habilidades suaves” como: habilidades de comunicación y persuasión, creatividad, pensamiento crítico, habilidades de liderazgo, negociación, networking, solución de problemas según sugiere Kirby, (2004).
Se presta especial atención en este tipo de formación, al dominio de las técnicas de detección y aprovechamiento de oportunidades para el desarrollo social a través del emprendimiento. Uno de los aspectos que hacen singular al dominio del emprendimiento es el estudio de las oportunidades. Una oportunidad existe cuando hay imperfecciones competitivas en un mercado de factores o productos, es decir, cuando no existen las condiciones necesarias en un mercado para la competencia perfecta (Álvarez y Barney, 2010). Ahora bien, según los mismos autores las oportunidades pueden ser descubiertas o creadas. La tarea de los docentes de emprendimiento consiste en ayudar a los estudiantes a descubrir nuevas oportunidades mediante algunas técnicas generales que incluirían tendencias, industrias atractivas, formas de ganar ventaja competitiva y otras. Adicionalmente se cree que para que los estudiantes puedan “crear” nuevas oportunidades el enfoque pedagógico debe girar más hacia el lado artístico y creativo y técnicas como el “design thinking”, “effectuation” y “bricolaje” podrían ser muy útiles.
Como resultado del análisis desarrollado, se demostró la necesidad de la formación en emprendimiento en el nivel universitario, sobre todo en América Latina, y en particular en el Ecuador, necesidad que se relaciona con la importancia que presenta el fortalecimiento de la pequeña y mediana empresa, en relación con sus recursos humanos formados para dar respuesta al cambio, la innovación y los entornos contingenciales.
Se expuso conceptualmente la pertinencia de renovar conceptual y epistemológicamente este tipo de formación mediante la sustentación teórica y epistemológica de la Licenciatura en Emprendimiento e Innovación Social de la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil, proyecto innovador que muestra la posibilidad de integrar miradas diversas en la formación de un profesional de nuevo tipo. En tal sentido, los fundamentos epistemológicos que aquí se presentan sustentan la orientación sistémica y compleja de la Carrera, a fin de dinamizar los enfoques más tradicionales de las escuelas de formación y mirarlos a la luz de dicho paradigma, así como del de la ecología de saberes, a partir de la concepción del ser humano como agente innovador, el mejoramiento continuo y el reconocimiento de la resistencia al cambio.
Se fundamenta igualmente como parte de ese fortalecimiento, la riqueza y orientación que aporta el humanismo integral, concebido como centro de los referentes epistemológicos que le dan sentido a los procesos de formación profesional de la Carrera, por su enfoque hacia la formación de valores y el enriquecimiento humano, así como por su concepción del ser humano inmerso en un contexto de justicia social, cuya inserción en la sociedad es parte esencial de la formación en emprendimiento de la Licenciatura en Emprendimiento e Innovación Social de la UCSG.
El trabajo demuestra desde el punto de vista conceptual, la relación entre innovación, emprendimiento y desarrollo, como ejes dinamizadores de la sociedad, y como enfoque que favorece la sostenibilidad de las organizaciones y el desarrollo social en sus diversas dimensiones.
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1. Universidad Católica de Santiago de Guayaquil. Vicerrector Administrativo. Profesor Titular. lfhidalgop@gmail.com
2. Universidad Católica de Santiago de Guayaquil. Coordinadora de Programas Doctorales. Asesora de Vicerrectorado de Investigación y Posgrado. Profesora Titular. irene.trelles@gmail.com
3. Universidad Católica de Santiago de Guayaquil. Director de la Carrera de Emprendimiento. Profesor Titular. castro.angel@gmail.com
4. Universidad Católica de Santiago de Guayaquil. Docente Investigadora Carrera de Emprendimiento. Coordinadora de Gestión de Calidad. biachimsc70@gmail.com