Iván de la Vega
A pesar de los valiosos esfuerzos realizados en Venezuela durante los últimos 40 años en materia de cienciometría y en el diseño de políticas públicas en C-T-I, se aprecia un déficit en ambas áreas que debe ser visto como una debilidad a la hora de sopesar lo hecho en ese ámbito. Al examinar el proceso de lo realizado en ambos frentes, queda claro que hay tangibles que mostrar, pero con poco peso específico y muchos de ellos sin continuidad, con altas y bajas, sin establecer compromisos reales de mediano y largo plazo por parte de los gestionadores de la CyT, y sin el respaldo y monitoreo correspondiente para que hayan tenido un impacto adecuado. El tipo de información a la que nos referimos es la estadística que se construye mayoritariamente a partir de los datos administrativos que se generan en las instituciones y que además debería formar parte de la elaboración de indicadores, del diseño de las políticas públicas y en general de la toma de decisiones.
Al revisar la historia de la producción, análisis y uso de indicadores de ciencia, tecnología e innovación en Venezuela, vemos que han sufrido importantes transformaciones desde los primeros intentos de medición de las actividades científicas hace casi cuarenta años (Testa, 2002). Igualmente sucede con las políticas públicas en esta materia que no han cuajado adecuadamente y eso se aprecia al revisar los indicadores que se utilizan para revisar las tendencias macro de los países, y que en el caso de Venezuela están por debajo de lo esperado 3.
El ámbito de la ciencia y la tecnología en países periféricos como Venezuela está asociado irremediablemente al mundo globalizado de hoy. El desarrollo del capitalismo a nivel mundial ha amenazado crecientemente la independencia de estas naciones exponiéndolas a las fuerzas que han desarticulado a la sociedad, debido a que se encuentran prisioneras de múltiples restricciones impuestas por un sistema de poder diseñado para mediar entre los intereses diversos y contradictorios de sociedades que deben manejar al mismo tiempo el orden macroeconómico, la escasez económica y la desigualdad social (Vessuri, 2000). Esta dinámica no ha permitido el desmontaje del círculo vicioso que ha caracterizado al país y que lo mantiene rezagado; además las políticas públicas que se aplicaron fueron insuficientes o inadecuadas para construir un verdadero sistema nacional de innovación en el mediano plazo, a pesar de los recursos económicos que han ingresado al fisco nacional en los últimos 40 años, básicamente por concepto de petróleo, que superan a los ingresos per cápita de todos los países de la región, y el potencial que sigue teniendo Venezuela en cuanto a recursos naturales y talento humano.
En cuanto a la información organizada para la toma de decisiones, en las instituciones venezolanas se puede indicar que en general no se discute su utilidad y en muchos casos se subvalora su construcción; esto se refleja incluso en el ámbito de la C-T-I. Un ejemplo palpable se aprecia en las publicaciones realizadas por el ONCyT venezolano en materia de estadísticas e indicadores sobre la capacidad nacional, debido a que presentan graves inconvenientes para ser recolectados los datos, la información es muy general, desarticulada, no sistemática y los métodos utilizados no han evolucionado al ritmo de los países desarrollados respecto a las nuevas formas de medición, haciendo obviamente los ajustes necesarios a la especificidad de Venezuela (De la Vega, 2002). Estas condiciones encontradas están vinculadas con la cultura que existe en las organizaciones venezolanas en cuanto al manejo de la información, la cual se entiende como el conjunto de valores, prácticas y modos de comportamiento prevalecientes en una institución respecto a su uso como guía en los procesos de toma de decisiones (Testa, 1998).
Otra pieza en la incomprensión de la cienciometría como instrumento de la política científica en Venezuela, se refiere a la diferencia entre el trabajo técnico y la toma de decisiones políticas. El trabajo técnico se fundamenta en la obtención de información que permita realizar diagnósticos y evaluaciones, diseño de políticas, planificación, prospectiva, entre otros métodos dirigidos a la búsqueda del conocimiento necesario para orientar, de la forma más certera posible, la toma de decisiones. Pero en el plano político, normalmente se utilizan las estadísticas y los indicadores para la consecución de objetivos dirigidos a mantener el poder o subvertirlo (De la Vega, 2001b).
El Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CONICIT), hoy FONACIT, fue creado por decreto en el año 1967 e inició sus actividades en 1969. En su primer año de funcionamiento ya se habían organizado equipos de trabajo para culminar el proceso de concepción, diseño, e implantación de programas de financiamiento orientados a la conformación de una comunidad de científicos y tecnólogos que estuviera en capacidad de aportar conocimientos para ayudar al desarrollo del país y tuvo como antecedente inmediato el trabajo que había iniciado la Comisión mixta preparatoria integrada por “científicos” e “ingenieros” en el año 1962, con la finalidad de crear un Consejo Nacional de Investigaciones (CONICIT, 1970; Avalos y Antonorsi, 1980).
En los lineamientos del primer documento de política científica del CONICIT se aprecia el estado que tenía la ciencia hace apenas tres décadas. En un extracto del mismo se señala lo siguiente: “con el objeto de superar el período de desarrollo espontáneo de nuestra incipiente ciencia, se hace notorio comenzar a hacer explícito cuáles pueden ser las medidas para aumentar racionalmente la calidad y cantidad de nuestro potencial científico y tecnológico y para llegar a hacer un uso óptimo de ese potencial de acuerdo con objetivos de desarrollo integral, tanto social como económico y cultural; en una palabra, se debe establecer una política científica” (Conicit: 13, 1970). Queda claro que las actividades de CyT desde el punto de vista organizado y planificado en Venezuela son de reciente data y que por ello no existe una tradición y cultura en ese ámbito. Eso explica en parte el atraso del país.
Si se utiliza la guía teórica y se revisa el glosario de ciencia, tecnología y desarrollo de la UNESCO, donde se define a la “Política de Ciencia y Tecnología como un conjunto de instrumentos, mecanismos y normas, lineamientos y decisiones públicas, que persiguen el desarrollo científico y tecnológico en el mediano y largo plazos (normalmente dentro del marco de objetivos globales de desarrollo socioeconómico)” (UNESCO, 1998), y se vincula ese enunciado con la realidad de un país como Venezuela, apreciamos una distancia significativa entre uno y otra, a pesar de los esfuerzos realizados específicamente por el Estado en las últimas décadas para avanzar en el desarrollo del país al intentar consolidar las actividades de CyT. Esta aseveración se comprueba al examinar el funcionamiento del CONICIT puertas adentro en materia de información y de diseño y construcción de políticas.
Al examinar los diversos planes nacionales, documentos de política y las disposiciones legales 4, encontramos que no ha habido ni comprensión ni apoyo por parte del Estado venezolano en cuanto a mantener un crecimiento sostenido de las actividades de CyT y menos aún en lo referente a suministrar los datos requeridos para construir y mantener el mapa de información actualizado de las actividades de ese ámbito. Comenzamos revisando las disposiciones legales enmarcadas en el primer Reglamento del CONICIT, específicamente en sus artículos 7° y 8°, donde se indicaba que las instituciones públicas y privadas del país estaban en la obligación de suministrar la información necesaria para que ese Consejo estructurase sus políticas con base en datos organizados (CONICIT, 1984), cuestión que no se cumplió. El Consejo no logró ese objetivo ni siquiera con relación a su propia información, y, por tanto, no ha existido el llamado efecto demostración para las otras instituciones, que fuera ayudando a crear la llamada cultura del dato. Esas disposiciones nunca fueran plasmadas y aún hoy se intenta organizar la información creando un nuevo ente denominado Observatorio Venezolano de Ciencia, Tecnología e Innovación (OCTI),5 que aspira cumplir con esa tarea pendiente. En consecuencia el país no cuenta con un sistema de información nacional y esto afecta particularmente a los actores que deben realizar evaluaciones, diagnósticos, diseño e implantación de políticas y análisis sectoriales, por lo que en muchos casos se trabaja con información limitada, incompleta, desactualizada o bajo supuestos no probados.
El trabajo de recolección de información estadística que realizó el CONICIT puertas afuera por más de 15 años a través de las encuestas de potencial científico y tecnológico fue sin duda un esfuerzo significativo, incluso en el ámbito regional. Esos inventarios utilizaron como guía un manual diseñado por la UNESCO y el mismo fue empleado en varios países de América Latina, material que consideraba únicamente indicadores de insumos (Recursos humanos y financieros). La severa crisis económica del país en los años ochenta redujo aun más los recursos financieros destinados a la CyT, afectando significativamente el trabajo que se venía realizando en materia de estadísticas e indicadores (Testa, 2002), pero es importante aclarar que hubo, además, aspectos organizacionales que afectaron el desempeño específico de los equipos de trabajo de esa área y que culminaron con el cierre de la unidad de estadística de ese Consejo. Irónicamente, en esos años en los países centrales se estaba avanzando en nuevos métodos de obtención de indicadores (procesos, resultados, innovación tecnológica) dirigidos a comprender los cambios vertiginosos que se venían dando en el mundo.
Durante la década de los noventa se retomó el trabajo en materia de indicadores en el CONICIT. Esos esfuerzos originados desde la Dirección de Políticas y Estrategias culminaron en varios productos, pero que debido a los acontecimientos de orden socioeconómico y político vividos en el país y los cambios en la reorganización del Consejo a partir del año 1994 con el repensar de la institución, los mismos no tuvieron un peso importante a la hora de hacer los diagnósticos y análisis que son necesarios para tomar decisiones eficientes. La evolución de ese proceso culminó en la creación del Observatorio de C-T-I, idea que circulaba también en otros países y que finalmente se implantaron en Colombia, España y Portugal. En Venezuela, dicho ente debería mejorar todo lo hecho hasta el momento, pues esa es su misión.