Alexis Mercado y Pablo Testa
El desarrollo de tecnologías menos lesivas al ambiente, o limpias como se las ha denominado más recientemente, puede concebirse como un proceso de aprendizaje socioinstitucional, cuyos orígenes descansan en la actividad de regulación por parte del Estado desarrollada con fuerza en los Estados Unidos y Europa desde inicios de los años 70. Será a partir de las exigencias establecidas en estas regulaciones, que se comienza a manejar de manera sistemática soluciones para el control de la contaminación generada por la actividad industrial. Las respuestas iniciales, fueron soluciones orientadas a disminuir el impacto inherente al sistema tecnológico imperante, mediante el desarrollo de tecnologías de remediación (comando y control) [Mercado y Córdova, 2001].
El desarrollo de los estándares de regulación, planteaba la necesidad de conocer y caracterizar los impactos que generaba la descarga de sustancias xenobióticas sobre el medio, lo que a su vez requería profundizar los requerimientos físico-químicos del medio físico natural, generando importantes inducciones para la investigación académica, lo cual impulsaba nuevas líneas de investigación y, en consecuencia, nuevos aprendizajes. La respuesta en términos de la innovación tecnológica, como se mencionó, fue el creciente desarrollo de tecnologías de comando y control (end of pipe), básicamente por parte de las industrias de bienes de capital.
Problemas ambientales globales como el debilitamiento de la capa de ozono y fenómenos como el de la lluvia ácida y los cambios climáticos originados por la contaminación, identificados con precisión durante la década de los ochenta, incrementaron las presiones para que los Estados tornaran más estricta la regulación. Esto se tradujo en un incremento de los niveles de exigencia en cuanto a disminución de descargas y emisiones, lo que propició cambios importantes en la actividad innovadora. El gran desarrollo de las tecnologías de la microelectrónica y la información permitió introducir controles de procesos más eficientes y las actividades de mejora y modificación de los procesos productivos tendieron a orientarse, cada vez más, a la solución de problemas de impacto ambiental.
El surgimiento de las normativas ambientales de adscripción voluntaria a finales de los ochenta, implicó transformaciones socioinstitucionales importantes pues, de alguna manera, modificó el enfoque para abordar el problema ambiental. En adelante, no se podría trabajar en función de responder exclusivamente a lo estipulado en el marco regulatorio; era imprescindible manejar otras directrices, exigencias de industrias, consumidores, usuarios y otros grupos sociales para impulsar cambios operacionales orientados de manera explícita a la mejora ambiental.
Los años noventa significaron un período de nuevos cambios. En el ámbito de la política pública ya no se habla exclusivamente de control o de regulación; se comienza a mencionar, también, del estímulo a la prevención de la contaminación, planteándose la necesidad de coordinar ambos tipos de instrumentos de política. El ámbito de la innovación se orientó al desarrollo de tecnologías que fueran capaces de generar impactos ambientales cada vez menores. Esto implicaba el desarrollo e introducción de innovaciones radicales, capaces de transformar los procesos productivos y los productos para minimizar el impacto ambiental.
Esto dio pie al desarrollo del concepto de tecnologías limpias. Es decir, al desarrollo de productos y procesos que, desde su concepción misma, consideren la prevención de la contaminación. Ello debe tomar en cuenta el ciclo de vida de los productos, concepto que tiene implicaciones importantes en términos productivos, pues plantea la imposibilidad de considerar el desempeño ambiental de un producto y/o proceso de manera aislada. Así, se deben analizar las implicaciones ambientales de toda la cadena productiva: desde la generación de las materias primas, pasando por elaboración de los productos y su uso, hasta la disposición final de los residuos [Mercado y Córdova, 2001].
Revisados los hitos y conceptos básicos en la evolución del problema ambiental industrial, cabría preguntarse como ha sido su incorporación y evolución en la realidad venezolana. Si bien desde el punto de vista de la gestión del Estado se evidencia un temprano esfuerzo de acompañar muy de cerca las tendencias internacionales en materia de legislación y regulación, no parecen haberse generado procesos de aprendizaje socioinstitucional tan dinámicos como los observados en los países desarrollados. De allí la necesidad de estudiar y conocer con detalle el proceso de incorporación y desarrollo de capacidades tecnoambientales en el complejo industrial venezolano.
Los antecedentes de este programa de investigación se remontan al proyecto sobre conducta empresarial ante el hecho tecnológico, desarrollado en el CENDES 4 a mediados de los años 80. El equipo responsable de este proyecto da inicio en el país a las investigaciones sobre desempeño tecnológico en el nivel agregado de los sectores industriales [Pirela et al, 1987]. Desde ese momento, el trabajo se enfocó desde una perspectiva interdisciplinaria, contando con profesionales de las áreas de economía, sociología, antropología, química y estadística. A su vez estableció relaciones, de manera interactiva, con algunas asociaciones industriales, constituyéndose inclusive en modelo para el desarrollo de proyectos similares en otros países de América Latina.
La creciente importancia que va a adquirir la variable ambiental en la gestión empresarial a finales de los ochenta e inicios de los noventa, traducida en la aparición de nuevos enfoques de gestión cuyo alcance trasponía los límites mismos de los sectores industriales, planteó la necesidad de aproximarse al problema en la estructura industrial venezolana. Partiendo del conocimiento de las particularidades tecnológicas del sector [Pirela (ed.), 1996; Mercado, 1995], se adoptó un enfoque que permitiera analizar los procesos de aprendizaje en materia de gestión tecnológica y ambiental de manera conjunta. En ese sentido, cobraba especial relevancia la identificación de procesos innovadores o, en forma más general, de mejoras de los procesos productivos, que contribuyeran a la mitigación del impacto de la actividad industrial sobre el ambiente.
Un elemento clave en la proposición de este programa de investigación es la especial atención que se le ha prestado a las particularidades tecnoproductivas de los sectores industriales para aproximarse al problema del impacto de las actividades industriales sobre el ambiente y la salud. Esto en virtud de que los procesos característicos de cada rama industrial generan determinados tipos de impacto y riesgo sobre la salud y el ambiente, e inducen respuestas innovadoras específicas para mitigarlos. Esto determina la necesidad de un conocimiento preciso de los tipos de productos del segmento o rama en cuestión, de sus procesos, y del grado de maduración tecnológica de los mismos.
Se requiere, entonces, de una revisión de las capacidades de gestión ambiental desarrolladas por las firmas, con la finalidad de identificar cual es su capacidad para cumplir efectivamente con los estándares estipulados en la legislación ambiental y sanitaria y, adicionalmente, determinar el conocimiento que éstas tienen de las normativas de adscripción voluntaria (ISO 14000, etiquetados ambientales, etc.) y apreciar si están comenzando a ser incorporadas. Esto último, permitirá estimar el ritmo de difusión de las mismas en el tramado industrial venezolano.
Plantea, además, un análisis de los procesos de aprendizaje tecnológico y organizacional, con la finalidad de determinar hasta que punto las variables calidad, seguridad y ambiente pueden estar induciendo prácticas innovadoras en las firmas y/o la adopción de tecnologías que generen menor impacto ambiental y, en la dirección contraria, determinar en que medida, las empresas pudieran estar orientando sus esfuerzos innovadores para resolver problemas relativos al impacto y riesgo sobre la salud y el ambiente derivadas de su actividad productiva.
En este sentido, resulta imprescindible conocer los niveles de capacitación tecnológica que presentan las empresas que componen un sector industrial, la infraestructura de tratamiento y disposición de desechos que poseen y las diferencias en los ritmos de adopción de prácticas de gestión en calidad y ambiente; con la finalidad de poder identificar los principales factores que condicionan la adopción de tecnologías ambientalmente compatibles y comprender, cabalmente, los procesos de aprendizaje que esto lleva implícito. Hay que recordar que las posibilidades de progresar en materia ambiental, bien sea a través de la mejora continua de las prácticas productivas existentes, o a través de la implantación y/o desarrollo de tecnologías limpias, dependen del nivel de desarrollo tecnológico de la firma 5.
En tercer lugar, demanda un análisis de las tendencias internacionales más recientes en materia tecnológica y ambiental, a fin de establecer la magnitud de la brecha tecnológica y las diferencias existentes en cuanto a la orientación de las estrategias de aminoramiento del impacto ambiental. En otras palabras: es necesario un esfuerzo continuo de prospección tecnológica que permita identificar las tendencias más importantes en términos de investigación científica y desarrollo tecnológico y, de esta manera, poder identificar cual es la posibilidad que presenta nuestra estructura tecnoproductiva de acompañar las tendencias que apuntan hacia una producción más limpia y, de ser ésta escasa, contribuir en la implantación de las medidas necesarias para avanzar en esa dirección.
Como se apuntó, el programa de investigación en su primera etapa, consideró un exhaustivo análisis del complejo de la industria química y petroquímica venezolana. La selección del mismo como objeto de estudio, respondió tanto a factores de carácter interno como externos. Dentro de los primeros, destaca el hecho de ser ésta una de las actividades productivas de mayor riesgo y que genera mayor impacto ambiental. Pero también, destaca por haber sido el sector industrial que más tempranamente adquirió conciencia de esta situación y comenzó el desarrollo de normativas de adscripción voluntaria para prevenir la contaminación y mitigar los impactos sobre el ambiente y la salud: el programa de Responsabilidad Integral [ABIQUIM, 1996].
Dentro de los factores internos, resalta el hecho de ser uno de los complejos industriales más importantes del país, el cual responde por aproximadamente un 18% del producto industrial no petrolero, es de los que presenta un alto potencial de crecimiento en el corto y mediano plazo e, indiscutiblemente, de los más avanzados desde el punto de vista tecnológico [Pirela, 1996].
Dicho estudio, arrojó resultados importantes en términos de caracterización de la situación del impacto ambiental y riesgo de este importante complejo industrial en el ámbito geográfico nacional [Córdova y Prato, 2001], y de la capacidad de gestión tecnoambiental de las empresas del sector [Testa et al, 2001; Ortega, 1999; Najul et al, 2001]. Entre los resultados más importantes, destaca la construcción de una taxonomía de la industria que identifica seis agrupaciones de empresas o perfiles tecnoambientales. Los mismos permiten establecer en forma clara, las principales diferencias en el desempeño en términos de aprendizaje tecnológico y gestión ambiental [Testa y Mercado, 2001].
A grandes rasgos, los resultados permiten identificar la siguiente situación:
Estos resultados constituyen insumos de interés para la formulación de políticas en las áreas tecnológica, ambiental e industrial; también para el desarrollo de programas de adecuación ambiental en las empresas y hasta para la elaboración de un ejercicio de prospectiva tecnológica que permita avizorar escenarios posibles y deseables de este importante sector industrial, clave en la economía del país, para los próximos treinta o cuarenta años.