Isabel Bortagaray
Walsh (1988) analiza algunas características compartidas por los países desarrollados pequeños. Estas características, que afectan el desempeño general de todos los países pequeños, tienen un efecto mucho más profundo en los países subdesarrollados pequeños (que en los países desarrollados pequeños). Entre estas características se encuentran las siguientes11:
a) Un tejido económico menos diversificado, lo que se traduce en una mayor vulnerabilidad frente a los impactos (shocks) comerciales (Easterly y Kraay 2000);
b) Una mayor dependencia con relación al comercio exterior (Freeman 1988; Walsh 1988; Kristensen y Levinsen 1978, citados por Walsh);
c) Una menor capacidad de influir en el sistema de mercado internacional;
d) Una menor economía de escala, lo que constituye una limitación relevante. En vista de que los países pequeños no tiene mercados internos lo suficientemente grandes para lograr la competitividad, las dimensiones reducidas de la economía nacional impiden, en algunos casos, que las empresas recuperen los costos de Investigación y Desarrollo (IyD).
e) Una mayor capacidad de adaptación al cambio, lo que constituye un aspecto muy positivo de los países pequeños.
f) El riesgo y la incertidumbre típicas de las actividades innovadoras son más problemáticos cuando el mercado interno es pequeño; por lo tanto, en los países pequeños los nuevos productos deben ser comercializados internacionalmente:
g) La importancia de la colocalización entre los usuarios y los productores de innovación (especialmente al comienzo del proceso de innovación cuando es crucial que los productores de innovación sepan y entiendan las necesidades del usuario) es, hasta cierto punto, más difícil de obtener en los países pequeños que en los grandes.
h) Menores recursos disponibles (tanto humanos como económicos). Como resultado, o bien se dedican menos recursos a los campos y proyectos, o se destinan de acuerdo con la prioridad del campo o del proyecto;
i) Menos inversiones en el desarrollo de la innovación local (Walsh 1988). En general, las preocupaciones de los países subdesarrollados no están relacionadas con las existentes en la agenda de investigaciones en el ámbito internacional. De esta manera, la brecha entre la agenda de investigaciones endógena y la agenda de investigaciones internacional no ayuda a los países subdesarrollados (Sutz 1996, 2001).
j) No debería darse como un hecho la importancia de una cultura empresarial en los países subdesarrollados pequeños. La clave para estimular una cultura empresarial reside en la promoción de una actitud que valore el riesgo y la innovación, estimule las inversiones a largo plazo mediante enfoques financieros adecuados y valore considerablemente las prácticas de cooperación y la confianza.
Se sugieren algunas estrategias que pueden ayudar en el proceso de mejora tecnológica en los países pequeños. Walsh (1988) revisa cinco estrategias que han sido adoptadas en los países desarrollados pequeños. Estas son: hallar nichos en el mercado, poseer empresas multinacionales propias, buscar inversiones por parte de empresas multinacionales extranjeras, promover la cooperación internacional entre las empresas y el gobierno y especializarse en ciertas áreas de IyD. Estas diversas estrategias son analizadas a continuación.
a) Hallar nichos en el mercado
Aunque es más difícil lograr la diversificación en una economía pequeña que en una grande, las economías más pequeñas en ocasiones son más flexibles que las economías más grandes. La flexibilidad puede ser una característica fundamental en la búsqueda de nuevos productos y nichos de mercado. Para hallar nichos en el mercado, los países pequeños tienen que desarrollar una estrategia basada en un plan inteligente sobre su potencial y sobre las oportunidades disponibles (Walsh 1988, siguiendo la pauta de Green 1985). Una de las consecuencias de esta estrategia es la pérdida de integración vertical en el sistema nacional del país pequeño por lo que, en consecuencia, hay una mayor integración en el sistema de producción internacional (Walsh 1988).
b) Poseer empresas multinacionales propias
Las empresas multinacionales (EMN) existentes en un país pueden facilitar el acceso a nuevos mercados y superar la falta de recursos para la innovación. Sin embargo, no es muy común que un país pequeño posea su propia EMN, e incluso es menos realista si se concentra la atención en los países subdesarrollados pequeños.
c) Buscar inversiones por parte de EMN extranjeras
Aunque ésta es una estrategia bien conocida para fomentar el crecimiento económico, la transferencia de tecnología y la investigación y desarrollo local, Walsh ha demostrado que esta estrategia no siempre resulta exitosa. Es decir, la presencia de las EMN extranjeras no siempre lleva a la inversión local en IyD o a un aumento en la demanda de mano de obra altamente calificada. Según el autor, el caso de Irlanda ofrece evidencias de que estos beneficios existen fundamentalmente en las compañías matrices pero no en el país anfitrión. Sin embargo, las inversiones extranjeras directas (IED) se han convertido, al mismo tiempo, en una estrategia muy atractiva, especialmente en las economías subdesarrolladas, para promover el crecimiento económico y desarrollo tecnológico mediante la transferencia tecnológica. No obstante, estos países enfrentan una competencia significativa para atraer las inversiones extranjeras, lo que debilita su posible rendimiento.
En todo caso, las IED también producen los siguientes beneficios12:
1) Influye en el capital humano mediante la capacitación formal e informal al transferir destrezas a una fuerza laboral local o actualizando y mejorando esas destrezas;
2) Promueve el desarrollo tecnológico nacional al incorporar empresas extranjeras a la producción y con ello se introducen nuevos métodos de organización y producción y maquinarias novedosas.
3) Contribuye a la difusión de nuevas tecnologías mediante la movilidad de la fuerza laboral.
Las IED también pueden afectar a las inversiones nacionales. En un reciente estudio titulado Foreign Direct Investment in Developing Countries (Inversiones Extranjeras Directas en Países en Desarrollo) Agosin y Meyer (2000) demuestran que para el período 1970-1996, las IED llevaron al desplazamiento de las inversiones nacionales en América Latina como región. Los autores pusieron a prueba su modelo en tres regiones, Latinoamérica, Africa y Asia, y en varios países. En el caso de la región latinoamericana, los resultados muestran efectos de desplazamiento. Sin embargo, al examinar los países por separado, estos muestran efectos de desplazamiento sólo en algunos casos (p.ej. Bolivia, Chile, Guatemala, Jamaica, República Dominicana) mientras que en otros casos se registra un efecto neutral (p. ej. Argentina, Brasil, Colombia, Costa Rica, Ecuador, México y Perú) El estudio también demostró que en los países en desarrollo, la inversión extranjera en nuevos sectores lleva a una mayor generación de capital en áreas en las que no hay productores locales. Sin embargo, los autores recalcan que ... la existencia de vinculación regresiva o progresiva a partir del establecimiento de inversionistas extranjeros es un elemento clave para determinar el impacto total de las IED en la formación de capital (Agosin y Meyer 2000:4).
d) Fomentar la cooperación internacional entre empresas y gobiernos
Hoy en día, tanto la cooperación como la competencia son parte integral de la competitividad. Las industrias y los gobiernos pueden cooperar para reducir los costos de transacción, desarrollar estrategias de aprendizaje, lograr el acceso a nuevas investigaciones y nuevos mercados, y compartir los costos de producción, distribución y de comercialización (OCDE 1996). Tal es el caso de la Tercera Italia, con sus dinámicas regiones industriales, en las cuales las empresas compiten en áreas como la eficiencia e innovación de productos, a la vez que buscan cooperación en los servicios administrativos y la adquisición de materias primas. En este caso, los gobiernos regionales han venido promoviendo prácticas asociativas entre los sectores público y privado dentro del contexto de las políticas de crecimiento industrial (Putnam 1993). En el caso de los países pequeños, debe mantenerse cierto equilibrio entre las dimensiones y el bienestar de las economías cooperativas. Para lograr sociedades eficaces, los países pequeños tienen que estar conscientes del grado de su participación en estos acuerdos. Las labores de cooperación representan oportunidades vitales para los países pequeños, especialmente para que los países menos desarrollados aprovechen sus recursos científicos y tecnológicos (Walsh 1988).
e) Especializarse en áreas de IyD.
La última estrategia analizada por Walsh (1988) es especializarse en ciertas áreas de IyD. Según el autor, la mejor estrategia para los países pequeños podría ser o bien atenerse a sus ventajas competitivas tradicionales o fomentar nuevos sectores de alta tecnología que generen rendimientos más prometedores. Entre los criterios para evaluar en cuáles áreas se podrían concentrar los esfuerzos de IyD se incluyen13:
El Ministerio de Ciencia de Australia tomó una decisión entre estas estrategias aparentemente discordantes gracias a un consenso alcanzado entre la comunidad y la industria en 1985, al priorizar las tecnologías que eran14: pertinentes para la próxima generación tecnológica; utilizables en una amplia variedad de sectores productivos; significativas para los mercados locales pequeños; capaces de fortalecer y ampliar las ventajas comparativas; capaces de desarrollar productos, procesos y servicios de valor agregado exportables; y, capaces de establecer industrias dinámicas que creen nuevos empleos y desarrollen nuevos productos o nuevos procesos o servicios.
Una vía para la especialización podría estar basada en la creación de círculos virtuosos entre el conocimiento técnico y tecnológico tradicionalmente acumulado y áreas más innovadoras y tecnológicamente exigentes. Andersen y Lundvall (1988) describen este proceso, y la importancia que tiene la relación usuario-productor para construir esos círculos virtuosos, al examinar la experiencia de Dinamarca. Los autores señalan que aun cuando la tecnología avanzada aparentemente está dirigida hacia las actividades no agropecuarias (p. ej. la tecnología ambiental), la competencia tecnológica con frecuencia se puede remontar al aprendizaje y las experiencia obtenidas en el área agroindustrial (la tecnología de filtros desarrollada en relación con las plantas de refinación de azúcar ha sido integrada en las plantas de tratamiento de aguas residuales y constituye un elemento tecnológicamente competitivo para los productores de sistemas ambientales daneses 15 (Andersen y Lundvall 1988:11). Arocena y Sutz (1998) analizan algunos de estos círculos virtuosos en Uruguay, recalcando la importancia de los circuitos innovadores, tales como el encuentro de diferentes actores que solicitan y suministran conocimientos y que consolidan estos encuentros gracias al aprendizaje acumulativo.