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Es común el planteamiento que señala que esas capacidades emprendedoras e innovativas de las economías están en relación directa con la calidad de sus sistemas educativo y de innovación, es decir, de la forma como preparan a su gente y de los dispositivos socio-institucionales que son capaces de poner en marcha para el logro de los propósitos económicos que se tracen como nación.
No son suficiente, por sí solos, una buena infraestructura de generación de conocimientos, en universidades y centros de investigación, o una capacidad respetable de manufactura, ágil y eficiente, actuando en un ambiente sin reglas de convivencia. Se requiere, interactuando, una población educada, empresarios emprendedores y reglas de juego claras y compartidas.
En este número de la revista Espacios les ofrecemos un grupo de artículos que nos brindan, desde perspectivas particulares, aspectos que tienen que ver con lo educativo, con lo empresarial y, en cierto modo, con la expresión de un nuevo paradigma tecnoproductivo que, esperamos, sean de su interés.
El Comité Editor