José Manuel Martínez
Los enfoques estratégicos y políticos que siguen los diversos estratos gubernamentales de Canadá responden fielmente, aunque actualizados, a los conceptos que se plantearon desde el comienzo de los años 70 pero, más aún, derivan de una visión que parece estar ampliamente compartida, tanto por especialistas como por los organismos del Estado, acerca del advenimiento de la sociedad de información.
Los temas que más parecen preocuparles están relacionados con la dinámica económica, a nivel nacional y mundial: globalización, innovación, difusión, readiestramiento, competitividad, gestión, desarrollo industrial. De la misma manera se interesan, sin embargo, en los cambios culturales, de valores, normas, aspiraciones, en las características y relaciones de trabajo, en la calidad de vida, en las relaciones sociales entre individuos, organizaciones y gobierno, en la defensa de su identidad, integridad cultural e independencia.
El estado se ve a si mismo como una organización que procesa información, en la cual la gerencia de la información y la tecnología son la clave para dar mejores servicios y programas. Establecen como principio la responsabilidad del gobierno para suministrar información suficiente a los ciudadanos y las organizaciones, para que estos puedan influir democráticamente en la elaboración y puesta en funcionamiento de las políticas y programas del Estado. Esto Exige que para facilitar la libre circulación de información se requiera el desarrollo de una buena infraestructura de telecomunicaciones, soportada por las mejores tecnologías. La provincia de Québec, por ejemplo, expresa de manera muy clara ésta doble misión del estado: una dirigida hacia toda la sociedad para ser un factor de influencia sobre el desarrollo societal de las nuevas tecnologías de la información, y otra hacia su propia organización, buscando lograr la mejor eficacia administrativa.
Partir de conceptos tan generales, políticos y filosóficos, no impide que se perciba en los documentos de los diversos organismos una firme coherencia entre las orientaciones estratégicas, las políticas, las acciones y la organización institucional. Se puede prever así el posible éxito de su desarrollo, especialmente en lo relativo a utilización de las nuevas tecnologías de información en el seno de la Administración Pública, en la defensa de los derechos del ciudadano a la privacidad y el acceso a la información, así como en la incorporación al medio escolar. No tan claras son las políticas industriales, que dejan las iniciativas a las empresas, nacionales y transnacionales; no existe en este campo una visión estratégica, ni planes o programas específicos para alcanzar niveles industriales o tecnológicos. Las políticas industriales existentes están más orientadas hacia el establecimiento de estímulos financieros por medio de subvenciones, préstamos o preferencia en las compras gubernamentales, en las áreas seleccionadas como prioritarias.
Al igual que se destaca el interés por incorporar elementos sociales en la definición de estrategias y políticas, también existe preocupación por conocer cuales son los impactos y efectos que la difusión de estas tecnologías tiene sobre la sociedad canadiense. Diversos centros de investigación y universidades hacen estudios sobre estos temas. Quizás la mayoría de ellos relacionados con las consecuencias sobre la competitividad de las empresas, pero también sobre aspectos laborales y culturales.
Aunque los mismos canadienses reconocen debilidades importantes en el aprovechamiento de las tecnologías de información y más todavía en el desarrollo industrial y la producción científica y tecnológica, parecen bien dispuestos y organizados para ir resolviéndolos, manteniendo sus propias características y valores.