Espacios. Vol. 1 (1) 1980.

Presentación

E
scribir sobre Ciencia y Tecnología dejó de ser privilegio y obligación exclusiva de investigadores científicos. El desarrollo y la complejidad de la Ciencia y su creciente popularidad en la Sociedad –incluso en un país que no es de los más desarrollados– ameritan el tratamiento del problema científico (sus aspectos históricos, metodológicos, sociales, etc.) por una gama muy amplia de personas, las cuales sean capaces de ver este asunto desde las perspectivas más disímiles. Tanto las naciones y los gobiernos, como los empresarios, comienzan a cobrar conciencia de la importancia y del papel social de la Ciencia y la Tecnología. Resulta obvio que sin la Ciencia y su aplicación práctica las sociedades modernas dejan de producir y de existir.

Sin embargo, cierto halo de misterio sigue preservando la actividad científica: fue, tornándola como inaccesible al conocimiento del público. Ello hace cada vez más necesario incrementar los planes de divulgación científica por una parte, y de planificación y control social de la Ciencia por la otra, especialmente por los efectos que la experimentación científica y la aplicación indiscriminada de los avances de la investigación, pueden ocasionar en la humanidad y en el medio ambiente natural.

En los tiempos presentes se reclama un nuevo orden internacional en lo económico y lo informativo, e igual se propone en el plano científico y tecnológico. Los logros espectaculares de la Ciencia, particularmente los que pueden tener efectos más inmediatos y tangibles en la existencia cotidiana del hombre no se distribuyen ni se comunican con la rapidez, extensión y equidad que pudieran desear o pensar sus creadores: los científicos. En nuestros países se diagnostica un mal que nos es peculiar o especifico: el de la marginalidad de la Ciencia y de la Investigación científica. Es decir, su marginalidad respecto a la sociedad, al no aprovechamiento de los resultados de las investigaciones y del potencial científico del país. Este es también un problema de carácter social y político que trasciende –como los que hemos ido enumerando– las fronteras de la llamada comunidad científica y afecta a todo el cuerpo social.

"Espacios" pretende constituirse en un instrumento de comunicación más para los interesados en el quehacer y el acontecer científico y tecnológico. Esta tarea resulta saludable y difícil al mismo tiempo, tanto mas si se desea combinar el atractivo, la actualidad y el rigor intelectual. Sus páginas están abiertas para quien quiera escribir sobre la actividad y la política científico-tecnológica, es decir, para quien tenga realmente algo que comunicar y esté dispuesto a expresar/o. Dado que "Espacios" no constituye un órgano divulgativo y de opinión de carácter institucional, se nos presenta la posibilidad de dar relevancia e incluir ciertos temas y escritos que puedan encerrar opiniones que diverjan de la opinión "oficial". Creemos que esa posibilidad, lejos de debilitar las instituciones existentes, ayudará a enmendar errores y a ampliar los límites de su gestión. Tal línea no es fácil de seguir por órganos editoriales patrocinados por organismos oficiales pues en alguna medida comprometería como es lógico, la posición de sus autoridades. Esperamos y deseamos que los problemas de orden económico, legal, técnico y administrativo, no se conviertan en el obstáculo para cumplir con el compromiso de sostener una revista con la calidad y continuidad ofrecida a lectores y colaboradores. También es oportuno que clarifiquemos que nuestra ambición no es sustituir sino complementar las demás publicaciones especializadas en el área de Ciencia y Tecnología, conservando cada una su estilo propio y emulando el prestigio y altura alcanzado hoy día por órganos divulgativos, dentro de la orientación y especificidad que ellos mismos y su público lector, le han querido imprimir.

Con este primer número, pretendemos dar concreción inicial a las ideas antes esbozadas.

El Comité Editor


Vol. 1 (1) 1980
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