Vol. 41 (Nº 04) Año 2020. Pág. 4
RAMOS-PLA, A. 1; GAIRÍN SALLÁN, J. 2 y CAMATS GUÀRDIA, R. 3
Recibido: 11/08/2019 • Aprobado: 20/01/2020 • Publicado: 13/02/2020
RESUMEN: Esta investigación realiza un estudio de caso en Lleida (España), donde se analizan diversos aspectos relacionados con la pedagogía preventiva (formación, tabú, inclusión curricular y competencias profesionales) que son esenciales para la comprensión del estado actual de la temática. El artículo concluye que el conocimiento social y pedagógico que tienen los docentes y los estudiantes de maestro es ínfimo o nulo. Por ello, se apuesta por una mayor formación, así como la inclusión curricular de la muerte en los planes de estudio. |
ABSTRACT: This research carries out a case study in Lleida (Spain), which analyses various aspects related to preventive pedagogy (training, taboo, curricular inclusion and professional skills) that are essential for understanding the current state of the subject. The article concludes that the social and pedagogical knowledge that teachers and teacher students have is negligible or nil. For this reason, there has been a commitment to greater training, as well as the curricular inclusion of death in the curricula. |
Actualmente, vivimos en una sociedad donde las prisas y el consumo imperan. Así, se olvida la parte emocional y/o espiritual de las personas, relegándola a una mínima o nula parte del tiempo del que se dispone. Se han vivido multitud de avances técnicos y tecnológicos, pero se han perdido progresivamente u olvidado algunos de valores sociales, emocionales y espirituales. En este contexto, se ha ido dejado de lado la conciencia de la muerte, así como su pedagogía.
El presente estudio pretende hacer una aproximación práctica en relación al estado actual de la pedagogía preventiva sobre la muerte, teniendo en cuenta la perspectiva de los expertos, los maestros en activo y lo estudiantes de magisterio.
En la sociedad del desarrollo y el consumo, existen dos grandes discursos desde el punto de vista del conocimiento en relación con la muerte (Herrán y Cortina, 2007):
-Uno mayoritario de rechazo segregador o de refugio en la superficialidad.
-Otro más culto, de interés integrador y educativo. Es posible que esta vertiente haya nacido, por parte de algunos profesionales, a partir de la reflexión de la conciencia de la fragilidad y vulnerabilidad humana, la incertidumbre y la fugacidad. (Arnaiz, 2003, Mèlich, 2003).
Esquerda y Agustí (2010) afirman que vivimos en la sociedad del culto al cuerpo, la inmediatez y la tecnología omnipotente. Todo ello ha generado una falsa creencia de control que deja de ser real cuando el individuo se da cuenta de que la muerte no es controlable y tampoco evitable. La muerte supone sufrimiento y, por lo tanto, provoca una emoción que no se desea. Por este motivo, se evita hablar sobre la muerte, omitiéndola de la vida cotidiana y convirtiéndola en un tabú. Este hecho no favorece la elaboración del concepto de muerte.
Por el contrario, en Oriente y según afirma Fernández Hurtado (2013), la muerte es vivida como una fase más de la existencia, como la misma muerte. Morir supone un tránsito y no un final; y la muerte se encuentra muy presente en la cultura del día a día.
Asimismo, Herrán y Cortina (2007) añaden que la muerte, como parte de la educación, es una cuestión educativa de máxima importancia porque no tiene tradición profesional en la educación y tampoco la tiene en otros ámbitos. De este modo y en la sociedad occidental, la muerte se ha recubierto de negatividad y miedo.
La inclusión de la muerte en la educación a través de diferentes experiencias aisladas de innovación docente aparece en el Estado español a partir de la década de los noventa del siglo XX. Asimismo, y en poco más de 10 años, el trabajo de un grupo reducido de autores ha puesto a España como uno de los escasos países donde el desarrollo de la pedagogía de la muerte ha sido intenso, coherente y demandado (Rodríguez Herrero, Herrán y Cortina, 2012). Los mismos autores admiten que, aunque los sistemas educativos han ampliado la concepción de la educación, lo han hecho en su superficialidad y no en la profundidad.
Se debe tener en cuenta que existen dos enfoques didácticos de la muerte (Herrán y Cortina, 2008):
-Enfoque previo a la muerte: se desarrolla de forma permanente mediante áreas del conocimiento y con todos los temas transversales y radicales consensuados sin ser uno de ellos.
-Enfoque posterior o paliativo: se lleva a cabo de forma circunstancial. Cuando se da una situación de pérdida próxima al individuo.
Podemos preguntarnos, al respecto, ¿qué sentido tiene esta bifurcación en la enseñanza de la muerte? ¿Es necesario que alguien muera para que se enseñe la muerte en la escuela?
Autores como Kroen (1996) afirman que los infantes no se están preparando para la vida, sino que ya la están experimentando. En esta línea, y en un momento u otro, es inevitable toparse con la muerte. Al respecto, ser capaz de comprender la muerte, de atravesar las etapas del duelo de una forma positiva y seguir viviendo con eficacia, es esencial para el bienestar del niño.
Poch y Herrero (2003) añaden que el auténtico proceso de formación no tiene que aparecer solo en los casos donde haya problemas concretos, sino que también habría que anticipar y dar respuestas a las dificultades y situaciones futuras, entendiendo que cuando estas sucedan se estará más preparado para afrontarlas. De la misma forma sucede con la educación para la paz: para desarrollarla no es necesario un conflicto bélico; hay que trabajarla antes y después de la muerte de alguien (Herrán y Cortina, 2008).
Según Fernández Hurtado (2013), tener la oportunidad de poder anticipar la muerte de un familiar o una mascota es uno de los factores de protección que el entorno puede propiciar para favorecer un buen duelo en el niño. Díaz (2004) refuerza la idea diciendo que hay que hablar con los niños sobre qué es la muerte antes de que se encuentren en la situación de la muerte de una persona estimada. Además, alega su importancia argumentando que esto les dará la oportunidad de aprender cosas sobre la muerte sin tener que gestionar a la vez todas las emociones que comporta el duelo. Hay que añadir que tenemos que favorecer un diálogo que facilite la elaboración conjunta del luto individual y colectivo. Puede realizarse a través de encuentros sistemáticos en los que la finalidad educativa sea la expresión y el intercambio espontáneo del grupo (Herrán y Cortina, 2008).
Es importante que las familias comuniquen a los maestros de los niños lo antes posible la defunción de las personas próximas. Kroen (1996) destaca la tarea del orientador, que puede controlar sus conductas y estados emocionales para que no interfieran en sus aprendizajes. Además, son personas formadas para tratar el trauma y el dolor que causa la muerte de un ser querido. Aun así, todo y ser personas formadas, se hace necesario el aprendizaje y la reflexión sobre la muerte por parte de los diferentes profesionales de la educación. El motivo es bien simple: si se no se cree en aquello que se enseña, ¿qué tipo de aprendizaje recibirán los discentes? En estos casos, se puede cumplir el efecto Pigmalión: si las expectativas de los docentes y psicopedagogos/s son negativas sobre la temática que nos ocupa, estas se cumplirán. Es necesario, al respecto, que los profesionales de la educación reflexionen sobre la muerte para romper tabúes y concluyan que el establecimiento de la pedagogía de la muerte es un reto y, a la vez, una obligación del sistema educativo.
Hay que añadir la importancia de observar atentamente las reacciones emocionales de los jóvenes. A la vez, es vital hablar con ellos tranquilamente sobre sus miedos y preocupaciones. En lugar de aconsejarlos y sermonearlos, la intervención se debe centrar en la escucha activa, que les permitirá hacer valiosos descubrimientos sobre su estado emocional (Kroen, 1996). Además, hay que contestar todas sus dudas, siempre basándonos en hechos reales y de un modo tranquilizador. Si les ofrecemos toda la estabilidad, seguridad y coherencia, se sentirán cómodos para hablar sobre la muerte y su dolor irá menguando despacio.
Para llevar a cabo la formación para la muerte, se necesita una formación pedagógica profunda y concreta en la conciencia de la realidad de la finitud humana (Serra Llanas, 2014; Ransanz, 2015; Shumba, Moyo y Rembe, 2015; Rodríguez Herrero, Herrán y Cortina, 2015; Colomo, 2016; Delgado y Ximena, 2016; Oliveira-Cardoso y Dos Santos, 2017; Colomo y Cívico, 2018, entre otros), dado que la gran mayoría de profesionales de la educación tiene un gran desconocimiento sobre la temática y tenemos que ofrecer aquello que sabemos a nuestros alumnos. El hecho de tener un conocimiento y aprendizaje correcto y adecuado sobre la muerte y la buena elaboración del duelo se vincula a un mayor sentido de humanidad, que nos ayuda a mejorar como seres humanos (González y Herrán, 2010). La pedagogía preventiva sobre la muerte tiene así un gran valor formativo, dado que su finalidad última, es el desarrollo integral del alumnado (Cortina y Herrán, 2005; Ransanz, 2015).
La metodología que se ha llevado a cabo en el estudio es mixta, aunque impera la parte cualitativa. El estudio mixto vincula y triangula datos cualitativos con cuantitativos en un mismo estudio para responder a los objetivos de la investigación (Tashakkori y Creswell, 2008; Muñoz Poblete, 2013; Hernández Sampieri, Fernández Collado y Baptista Lucio, 2014; Guelmes y Nieto, 2015). Asimismo, y en este caso, la parte cuantitativa se centra, únicamente, en el análisis descriptivo de los datos obtenidos a partir de un cuestionario diseñado exclusivamente para el análisis de la pedagogía preventiva sobre la muerte.
Además, se ha realizado un estudio de caso (Coller, 2000; Stake, 1999; Yin, 2003; Yacuzzi, 2005) en la ciudad de Lleida (España) para poder aproximarnos a una primera realidad contextualizada en relación con la pedagogía de la muerte.
La muestra ha sido, en este caso de 10 entrevistas a expertos en pedagogía de la muerte, 20 entrevistas a estudiantes de 4º curso del grado en Educación Primaria de la Universidad de Lleida y 22 entrevistas a maestros de la ciudad de Lleida. Triangulamos así datos de diferentes informantes con realidades distintas, pero a su vez, vinculantes. Los maestros en activo pueden dar la visión de la realidad de su día a día en las escuelas y los aprendices de maestro pueden dar una visión global y general de la formación recibida con relación a la temática que nos ocupa. Además, estos datos se triangulan con los conocimientos y experiencias de los expertos en la temática, quienes darán orientaciones sobre qué se debería hacer en las escuelas en relación a la pedagogía de la muerte.
Cabe añadir que la codificación que se ha usado en las entrevistas, es la siguiente: PPM_E1 (profesional de la pedagogía de la muerte), E_E1 (estudiante), M_E1 (maestro/a). La letra E corresponde a entrevista y el número al orden realizado de entrevistas a la parte correspondiente de la muestra.
Los tópicos que se han analizado tienen una vinculación intrínseca y estrecha entre los mismos:
-Tabú social y profesional en relación con la pedagogía de la muerte.
-Formación en relación con la pedagogía preventiva sobre la muerte.
-Inclusión curricular en Educación Primaria de la pedagogía de la muerte.
-Competencias profesionales en relación con la pedagogía preventiva sobre la muerte.
Mediante el análisis de los tópicos o dimensiones descritas, se pretende partir de una contextualización general de la temática a nivel sociológico para, después, profundizar a nivel educativo.
Los informantes coinciden afirmando que existe un gran tabú social, una desocialización, una omisión muy pronunciada que sufre la muerte en la sociedad occidental. Los participantes de las entrevistas coinciden al decir que socialmente no estamos preparados para aceptar y trabajar la muerte, a pesar de que es un hecho que consideran que es algo negativo y un reto que se debe superar.
“Una sociedad que vive de espaldas a la realidad de su finitud es una sociedad desnaturalizada de su esencia humana. La muerte se tabú porque deseamos pensar que es ajena a nosotros o que ocurrirá dentro de mucho tiempo cuando, por lo contrario, cada momento puede ser lo último que disfrutemos de nuestra vida.” PPM_E9
“El ocultamiento de este hecho es una grave carencia que hay que superar con todos los medios.” PPM_E10
“En este sentido, pienso que no estamos preparados socialmente para trabajar esta temática.” PPM_E6
“Desde el punto de vista sociológico, estamos en una sociedad en la cual la muerte se esconde y, por lo tanto, no existe en la vida cotidiana hasta que a alguien le toca más directamente.” PPM_E5
Los participantes reconocen que este tabú social repercute directamente en la comunicación y la pedagogía que llevamos a cabo con los niños:
“Ya se los estás marcando que es algo que no se tiene que hablar.” E_E1
“La parte triste es que nosotros los tabuizamos puesto que ellos hablan de la muerte tanto tranquilamente.” E_E4
El gran tabú que sufre la muerte en la sociedad occidental repercute directamente en el ámbito profesional educativo. Así, los profesionales de la muerte y el duelo afirman que desde las escuelas no se lleva a cabo ningún tipo de pedagogía sobre la muerte, a pesar de que haya alguien que esté en proceso de duelo.
“Actualmente, nos encontramos situaciones donde las escuelas no explican nada sobre la muerte, a pesar de que los docentes puedan tener en el aula niños en proceso de duelo.” PPM_E3
“El segundo aspecto de porque yo creo que es fundamental la pedagogía de la muerte y el luto es por la forma como se trabaja la temática dentro de la escuela. Son temas que no se trabajan mucho en los centros. Habitualmente, el tema de la muerte a la escuela se trata poco.” PPM_E6
“La muerte es un tabú de facto. Pero también es uno ámbito educativo de primera magnitud.” PPM_E3
En cuanto a la formación sobre pedagogía preventiva sobre la muerte, el cuestionario dirigido a maestros en activo finaliza con una sección de 4 preguntas dicotómicas (sí/no). Las respuestas del total de la muestra de profesionales (N=122) indicaron el siguiente resultado:
- Solo a un 2.5% de ellos (3 casos) se le enseñó durante su formación universitaria, a promover una pedagogía preventiva sobre la muerte a la Educación Primaria.
- Un 9.0% (11 maestros) han realizado algún curso de formación continua en referencia a la temática que nos ocupa.
- Un 89.3% (109) creen que se necesita más formación sobre la pedagogía preventiva sobre la muerte.
- Por último, un 74.6% (91) afirma que se necesita un programa pedagógico preventivo para abordar la muerte en la Educación Primaria.
En cuanto a la misma sección, pero del cuestionario dirigido a estudiantes de 4º de grado en Educación Primaria de la Universidad de Lleida, está formada por 5 preguntas dicotómicas (sí/no) en las cuales se han obtenido los siguientes resultados:
- Un 25.8% (32) de los alumnos afirma que en su formación universitaria les enseñaron a llevar a cabo una pedagogía preventiva sobre la muerte a la Educación Primaria. En este sentido, el 22.52% (28) especificaron los contenidos tratados en la formación que se los ofreció desde el grado universitario. Los contenidos mencionados serían los siguientes: 71.42% como tratar el duelo (20); 17.85% la muerte en la escuela (5), 3.57 educación emocional (1) y 7.14% otros (2). En este último dos informantes afirmaron el siguiente:
“Hicimos una sesión en la cual nos hicieron una breve formación.” E_E20
“Lo hicimos mucho por encima.” E_E8
- Solo un 4% (5) han realizado cursos de formación continua sobre cómo enseñar el concepto de muerte a la escuela. En esta línea, únicamente un informante ha añadido el nombre del curso de formación continua: Jornada Maria Rúbies (realizada en la Universidad de Lleida).
- La gran mayoría (un 96%; 119) creen que se necesita más formación sobre la forma como se tiene que abordar el tema de la muerte de forma preventiva dentro del ámbito escolar.
- Un mayoritario 91.1% (113) afirma que sería necesario un programa pedagógico preventivo al respeto para estar preparados por la llegada de la muerte. En este sentido, la pregunta C.2 tenía una parte cualitativa donde se analizaban las percepciones y había que justificar la respuesta de sí como futuro maestro se quería (o no) abordar la pedagogía preventiva sobre la muerte. De un total de 124 estudiantes que conformaba la muestra, 76 (61.29%) respondieron esta parte del cuestionario pudiendo recoger las respuestas de las preguntas con frecuencia más alta.
- Es más fácil la pedagogía preventiva porque no afecta directamente al alumno (46.05%).
“Si se trabaja antes de que pase, será más fácil que el niño lo entienda cuando se dé el caso.” E_E3
“De esta forma cuando alguno de los alumnos haya vivido un acontecimiento de muerte sabrá cómo afrontar sus sentimientos y podrá actuar en consecuencia.” E_E4
“Cuando un acontecimiento así suceda, no será tan desconocido, incierto y doloroso como pasa cuando no lo entienden. Podrán hablar sobre el qué ha pasado.” E_E12
- La muerte es un hecho real de la vida (18.42%).
“Porque la muerte forma parte de la vida.” E_E9
“Creo que no tiene que ser un tema tabú, puesto que es una situación de la vida.” E_E6
- Le gustaría saber cómo afrontar el tema de forma preventiva (15.78%).
“Porque es un tema sobre el que si se diera el caso en el aula, me gustaría saber llevar la situación.” E_E5
“Para saber cómo actuar y no quedarme en blanco o desprevenido.” E_E6
“Porque no me gustaría encontrarme y no saber qué hacer y que pueda llegar a haber más problemas.” E_E12
Si analizamos los datos obtenidos, los informantes reclaman la necesidad de inclusión curricular de la muerte como contenido transversal del currículum de Educación Primaria. Algunos informantes manifestaron la problemática de la ausencia curricular de la muerte, dado que ahora solo aparece de forma superficial:
“Si pudiera, lo incluiría dentro del currículum de Educación Primaria porque ahora solo aparece el contenido en ciclo superior del ciclo vital: nacemos, crecemos, etc.” M_E2
A la vez, los expertos en pedagogía de la muerte, afirman que una de las grandes problemáticas por las cuales no se trabaja la muerte de forma preventiva en la edad escolar, es porque esta temática no aparece al currículum:
“En el fondo, se trata de un problema de inclusión curricular, comprendida como inclusión y normalización en la conciencia.” M_E3
Los informantes afirman que si la muerte se incluyera como contenido curricular, se estaría potenciando una formación integral de los alumnos:
“En el momento de formar integralmente los chicos y las chicas tienen que poder conocer su destino y también dominar estrategias para poder hacer frente no solamente a su muerte, sino a la muerte de los seres queridos.” PPM_E1
“Son conocimientos necesarios para el crecimiento y aprendizaje integral de nuestros niños.” M_E9
Según la información obtenida de las diferentes fuentes consultadas, la inclusión curricular de la muerte facilitaría la implantación de un programa pedagógico preventivo en los centros de Educación Primaria durante todos los cursos, tal y como ya se señaló en estudios anteriores (Herrán, 1998; Poch y Herrero, 2003; Herrán y Cortina, 2006). En ellos se afirmaba la importancia de la inclusión curricular en pro de la formación pedagógica profunda y concreta en la conciencia de la realidad de la finitud humana.
“Si se quiere hacer solo en un año en concreto, no es ser coherente, dado que esto no se plantear en ningún tipo de pedagogía. Es decir, habría que proponer una línea metodológica de centro, donde se establecieran los contenidos a enseñar, teniendo en cuenta el nivel madurativo, la personalidad, las experiencias previas, etc., de los alumnos.” PPM_E2
“Pienso que desde la escuela, desde primero hasta sexto de primaria, sería importante si consideramos que a lo largo de la vida de los niños se pueden encontrar con la muerte de una persona familiar o una mascota.” M_E8 24:1 (4:4)
En cuanto a las competencias profesionales, los participantes (tanto los expertos en la pedagogía de la muerte, como los maestros en activo y los estudiantes de cuarto de grado en Educación Primaria) solo hacen referencia a las habilidades relacionales y a las habilidades profesionales, omitiendo los contenidos y las actitudes que también pueden componer la competencia profesional de los maestros ante la pedagogía preventiva sobre la muerte.
“El criterio que se le da de seriedad y las habilidades relacionales del maestro, también son importantes.” PPM_E2
“Puedes hablar de muchas cosas y ser muy buen profesor, pero hay temas que no son de conocimientos y necesitas unas habilidades profesionales.” PPM_E1
“Además, yo no me siento capacitada para llevar a cabo este tipo de pedagogía con la formación que tengo, pero pienso que emocionalmente sí.” M_E1
El tabú social que vive la muerte, actualmente repercute directamente en el ámbito pedagógico. Así, podemos decir que la muerte acontece un tabú social y profesional en las sociedades occidentales.
La formación inicial y continua del profesorado es un elemento clave por la efectividad de la pedagogía de la muerte. Aun así, todavía es un reto pendiente de nuestra sociedad, donde hay algunas acciones innovadoras emergentes al respecto (Rodríguez, Herrán y Cortina, 2012), pero poco consolidadas.
Los informantes afirman haber recibido poca o nula formación en pedagogía preventiva sobre la muerte durante su formación inicial como docentes. A la vez y, a pesar de haber una reducida oferta en formación continua, la mayoría de informantes no ha realizado ningún tipo de formación en la temática que nos ocupa.
Cabe añadir, que se debería llevar a cabo una formación previa por parte del docente en pedagogía preventiva sobre la muerte para ponerla en práctica desde el conocimiento y de forma efectiva y significativa por los alumnos. Por tanto, hace falta un trabajo previo del docente.
La competencia profesional en pedagogía preventiva sobre la muerte está formada de actitudes, habilidades y contenidos. Pero, los informantes solo hablan de habilidades, evidenciando, así, el desconocimiento de la competencia profesional en pedagogía preventiva sobre la muerte, como ya se ha mencionado en el marco teórico.
Por último, sería necesario incluir la muerte dentro del currículum escolar de Educación Primaria como contenido transversal del resto de aprendizajes. Abordar la muerte supone un reto, un tabú moderno que se debe derribar para poder normalizar el contenido afectivo que tiene la muerte para cualquier persona. Es decir, socialmente no estamos preparados para afrontar la muerte y, por ello, supone un reto complejo y, a su vez, necesario de abordar desde las escuelas.
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