Vol. 39 (Nº 25) Año 2018. Pág. 9
Nelson FLÓREZ Ramírez 1; Francisco Luis GIRALDO Gutiérrez 2; Andrea Lucia FLÓREZ Rendón 3
Recibido: 06/02/2018 • Aprobado: 05/03/2018
3. Investigación en la Educación Superior: Más allá de una tendencia
RESUMEN: La universidad, como momento superior del modelo educativo en Colombia, en capacidad de impartir conocimientos a sujetos en formación, lleva sobre si la gran responsabilidad de hacer de estas, personas útiles para la sociedad y su medio, más allá de concebir un producto terminado, pero si, más cerca de un sujeto con formación humana e integral protagonista de los procesos de desarrollo y transformación social. La universidad se convierte en la forjadora de sujetos transformadores, generadores de conocimiento socialmente útil y trasferible, tarea difícil y que, de la mano de las interacciones educativas, teorías, principios, modelos pedagógicos y curriculares deben proponer una metodología enfocada al logro de una verdadera cultura investigativa y de aplicación de sus resultados. Es así como surge Dicriarte, una propuesta didáctica orientada a la articulación de la investigación formativa en el aula de clase con el fin de hacer de ésta un entorno y ambiente de conocimiento participativo y significativo para el estudiante. |
ABSTRACT: The university, as a superior moment of the educational model in Colombia, capable of imparting knowledge to subjects in formation, has the great responsibility of making these people useful for society and their environment, beyond conceiving a finished product, but yes, closer to a subject with human and integral formation protagonist of the processes of development and social transformation. The university becomes the forger of transforming subjects, generators of socially useful and transferable knowledge, a difficult task and that, along with educational interactions, theories, principles, pedagogical and curricular models should propose a methodology focused on the achievement of a true investigative culture and application of its results. This is how the Dicriarte arised, a didactic focused on the application of its formative research in the classroom in order to create an environment with participatory awareness and significance to the student. |
La sociedad de hoy, en medio de la tecnología y con todo el desarrollo acelerado de las comunicaciones, los sistemas y los medios, se encuentra más que nunca, sumida en la necesidad apremiante de formar sujetos útiles para la sociedad, con capacidad investigativa y con una espíritu analítico y crítico, más que para aceptar sumisamente las ofertas de producción y consumo que imponen un sistema. Si bien las sociedades actuales disponen en su mayoría, de un sin número de opciones de aprendizaje y acceso a la información, son éstas, las que han demandado la aparición y afianzamiento de aprendices, más no de aprehendices del conocimiento transformador y dinamizador de la historia. Como bien lo plantea Hashimoto (2016, p.7) la educación debe formar personas más humanas, que incorporen su autoperfeccionamiento constante, pero al mismo tiempo contribuyan a mejorar todo lo que los rodea, su futuro y la sociedad en que se desenvuelven. Por lo anterior, las instituciones de educación superior, sobre las que recae la formación de profesionales en las diferentes áreas, enfrentan el gran compromiso de entregarle a la sociedad seres humanos provistos de conocimiento, de un conjunto de condiciones éticas e intelectuales orientadas a la transformación social que desde el mundo laboral puedan desarrollar cada uno de ellos; sin embargo, la tarea no es fácil y supone la armonización de factores y estrategias que participan en este proceso tales como la investigación formativa, el currículo, la pedagogía, la didáctica, el arte y la ciencia, buscando orientar éstos, al logro de un objetivo que desde la individualidad del sujeto en formación, contribuya a la construcción sólida de la colectividad, de tejido social, de comunidad académica. Que haga posible la consolidación de una idea, un ideal de modo de vida común, en el que todos nos veamos representados y seamos reconocidos valorativamente. Es en este momento donde entrará la formación en investigación desde el aula de clases, a ser el elemento diferenciador del proceso enseñanza aprendizaje, como componente natural de calidad en el proceso formativo y en particular en la educación superior, lo que garantizará una formación más integral y humana. Esto último, todavía en un aspecto presente y deficitario en los procesos y niveles de formación, convirtiéndose en un problema que debe ser intervenido a través de la evaluación de las interacciones en el proceso y con una propuesta didáctica innovadora y renovada, que propenda no solo la integración de saberes (DBA, en básica primaria y secundaria, competencias, objetivos, propósitos, en otros niveles de formación) como una de las vías para superar lo deficitario de una formación integral y humana.
Conjuntamente, en el actual Plan Nacional Decenal de Educación se propone:
“Garantizar el pleno cumplimiento del derecho a la educación en condiciones de equidad para toda la población y la permanencia en el sistema educativo, desde la educación inicial hasta su articulación con la educación superior, reconoce a los estudiantes como seres humanos y sujetos activos de derechos y atiende a las particularidades de los contextos: Local, regional, nacional e internacional, para que contribuya a la transformación de la realidad social, política y económica del país, al logro de la paz, a la superación de la pobreza y la exclusión, a la reconstrucción del tejido social y al fomento de los valores democráticos, y a la formación de ciudadanos libres, solidarios y autónomos” (Sánchez, Gómez & Polanía, 2016, p.156).
Además, las instituciones de Educación Superior deben ofrecer una educación de calidad, en la que se alcancen las metas de la enseñanza, permitiendo que los alumnos desarrollen habilidades cognoscitivas complejas e intelectuales, sean aprendices autónomos, creativos, con pensamientos críticos (Guzmán, 2011).
Donde el proceso de la búsqueda de la calidad, no es independiente, debido a que esta es parte de una sociedad, por tal motivo, la visión que se tiene de calidad es dinámica y se ve afectada por los requerimientos del medio, logrando así, que la educación sea pertinente a este, “pertinencia que va más allá de lo individual, trascendiendo al impacto que tenga para el desarrollo de las naciones” (Castaño & García, 2012, p, 228).
Teniendo como referentes los aspectos antes mencionados, así como las prerrogativas que establecen las distintas normatividades correspondientes, en el presente artículo se expone una experiencia de aplicación de una estrategia didáctica Dicriarte, que pretende no solo una formación integral y humana, sino también la integración de saberes y áreas de conocimiento.
El surgimiento de las universidades e instituciones de educación superior data desde el siglo XII, (cuando se comienzan a designar con ese nombre a comunidades organizadas en torno a la adquisición de conocimiento), han mantenido su objetivo, formar a sus miembros para que ésta formación contribuya al desarrollo de sus países y el mejoramiento de la calidad de vida de sus habitantes. Este objetivo permite cuestionar la educación y su proceso de enseñanza aprendizaje, obligando a instituciones, docentes y estudiantes a evaluarse de manera más objetiva frente a los procesos de formación que están emprendiendo, más allá de los contenidos y los reportes de notas.
Esta evaluación que debe contar con una mirada desde lo pedagógico, curricular y didáctico, desde este artículo se pretende realizarla abordando lo que hoy constituye el boom de la investigación en la educación superior, más allá de una tendencia o una moda educativa, buscando llegar a permanecer de manera definitiva en las aulas de clase por medio de una investigación formativa, utilizando el arte como medio, para la implementación de una nueva didáctica soportada por el criticismo y la cultura.
Hasta hace muy poco tiempo muchas instituciones de educación superior - latinoamericanas y particularmente colombianas, encontraban en sus procesos de formación sistemas educativos estrictos, anclados y rígidos en la forma como el conocimiento es transmitido y divulgado.
Unido a esto, en la actualidad se está incrementando en el ámbito educativo de manera acelerada y global, la incorporación de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) en las aulas, donde es vital determinar que uso educativo se les va a dar, y las estrategias a emplear, para que las personas desarrollen la capacidad de identificar informaciones que sean rigurosas y que le permitan efectuar una interacción con la información obtenida, en donde la reconstruyan a partir de procesos internos que sólo la persona pueda realizar, transformándola en conocimientos. Logrando así, mucho más, que simplemente memorizar o repetir frases establecidas, debido a que se busca, generar y alcanzar una apropiación de la información y de los conocimientos, al entenderlos y encontrarles sentido (Díaz, 2013, p. 5).
Por otra parte, las universidades como organizaciones que se deben a la sociedad y su crecimiento, perdieron el rumbo en busca de este objetivo desde el mismo momento en que comenzaron a considerar a los educandos como cabezas vacías a llenar con información, más no con conocimiento y con teorías más no con criterio, lo que definitivamente les ha restado esa habilidad transformadora reemplazándola por vagos conceptos y discursos que muchos de ellos no llegan a esforzarse por comprender, solo por recitar; sin embargo, los entornos educativos de hoy son el producto del crecimiento progresivo de una cultura educativa más participativa y dinámica, pero todavía es mucho lo que falta porque a pesar de registrarse cambios sustanciales en algunas instituciones, docentes y estructuras en general, la cultura aun no cambia y en lo que respecta al caso colombiano, esa cultura de la magistralidad se arraigo tan fuerte en las mentes de docentes y principalmente de estudiantes, que pareciese que ya no hay forma de liberarse de esta cadena de la que irónicamente no se quejan.
Particularmente en el caso colombiano, desde siglos atrás los sistemas educativos se han centralizado en el docente como guía único de los procesos de enseñanza- aprendizaje y al estudiante como oyente y reproductor de este conocimiento, a pesar de tenerse registros de investigaciones de gran validez para la ciencia nacidas en Colombia, son muchas más las que llegan del exterior y que en desafortunados intentos de adaptación solo terminan por ser teorías que se repiten en países en vías de desarrollo que carecen de los recursos y las intenciones para hacer verdadera investigación.
Igualmente “parece que losesfuerzos por la acreditación de los programas y el mejoramiento de la “calidad”, se dedican a repetir y aplicar un lenguaje administrativo que habla de competencias, estándares, lineamientos, logros y evaluaciones, sin tener en cuenta los contextos, los sujetos, y las condiciones de inequidad que imperan en el sistema educativo colombiano, particularmente en la educación superior” (Corredor et al., 2013, p.169).
La investigación producto de sistemas y organizaciones educativas debe servir, para generar desarrollo en las naciones, sin embargo, no puede por ningún motivo perderse de vista que este desarrollo debe estar enfocado a suplir las necesidades básicas de cada región y país, necesidades que si bien varían de una región a otra lo harán considerablemente de un país a otro, lo que definitivamente obliga a generar investigación particular, investigación propia a cada región y país, a sus carencias, y a lo que verdaderamente necesitan para contribuir al crecimiento de sus regiones; lo que conduce a la necesidad de fomentar espacios investigativos en las instituciones, entornos superficiales a los conceptos de investigación y educación como tendencias o modas y más adecuados a la realidad; hacer de la universidad, del aula de clase y de todos los espacios en donde el aprendizaje sea un objetivo claro, un campo donde la democracia y la toma de decisiones en consenso sea motivo de constante validación, genera y enriquece más valores vitales para el desarrollo social. En Colombia, actualmente el Ministerio de Educación Nacional hace énfasis a los planteamientos antes descritos al destacar la importancia de generar proyectos investigativos pertinentes con las regiones, que requieren de un conocimiento de la sociedad para apoyarla y conducirla a caminos de progreso: Si entendemos a la sociedad, si queremos realmente apoyarla a que siga su camino hacia el progreso, vamos a hacer una investigación que le sirva y que produzca, no solamente un avance en el conocimiento, sino también un avance integral del desarrollo humano, y que es precisamente el factor que debe convertirse en motivador al desarrollo de investigaciones aplicables, que no finalicen reposando en grandes bibliotecas sino que entren en interacción permanente con las sociedades que las requieren; es así como parte de la investigación que se hace en nuestro país y nuestro continente, responde más a las urgencias de los países desarrollados, que a nuestras propias necesidades y realidades lo que nos ubica en un panorama bastante desalentador si evaluamos las necesidades que por medio de elementos de carácter investigativo podrían ser suplidas en nuestro país y que definitivamente no se satisfacen.
La investigación en la educación superior debe dejar de ser precisamente un boon, dejar de lado esa imagen de exclusividad y tomar aires de necesidad; establecerse sobre bases solidas para quedarse, ya que, de nada sirve a una institución interesarse por generar procesos investigativos en sus facultades y programas si estos no tendrán como fin ultimo la generación de la cultura del conocimiento propio, del conocimiento más cercano a lo práctico y con tintes menos teóricos e impositivos, con una participación del estudiante más marcada y activa, que termine por destruir el rígido concepto que ubica al docente como poseedor único del conocimiento.
Asimismo, se debe entender, que “la distancia entre los objetivos institucionales y los de los sujetos está mediada, entre otros aspectos, por la dimensión subjetiva, es decir, por una manera particular de los sujetos de posicionarse en los contextos en los que participan, de mirar su realidad social y la universidad. Por ello, ser estudiante no se puede definir a partir de un rol institucional, y tampoco se puede suponer que todos lo desempeñan de igual manera. Hay múltiples estudiantes con condiciones personales, familiares, académicas e intereses distintos que participan en contextos institucionales y sociales diversos. No se trata solamente de una adscripción administrativa o de entender a los estudiantes como meros receptores o usuarios del sistema educativo, sino como sujetos que construyen sus experiencias y que confieren un sentido a su formación” (Guzmán, 2017, p. 72).
De acuerdo a Guzmán y Saucedo (2015, p. 1028), hay tres categorías que permiten entender la perspectiva de los alumnos y de los estudiantes, al tenerse en cuenta componentes individuales-colectivos/subjetivos-culturales, donde las experiencias, vivencias y sentidos elaborados de los alumnos y de los estudiantes, guían sus actuaciones. Mismas que les permiten, paralelamente generar y elaborar cuestionamientos, que incluso, los pueden llevar a reconsiderar las vivencias que han tenido y los sentidos que se han determinado. Articulándose así, los elementos sobre la noción de experiencia con las nociones de vivencia y sentido.
Cuando hacemos referencia a la fuerte necesidad de combatir la magistralidad como principal opositora de la generación de una cultura investigativa, hacemos también énfasis a la necesidad de analizar los procesos pedagógicos establecidos dentro de las instituciones de educación superior, dichos procesos orientadores de las labores educativas definen el conocimiento y la forma de transmisión de este, desde distintas perspectivas y se han convertido a su vez en paradigmas a los que se enfrenta la investigación como nueva propuesta para el conocimiento, ya que si bien, muchas instituciones son conscientes de la necesidad de incluir en su oferta formativa procesos de investigación, son precisamente sus procesos pedagógicos los que entorpecen dicha labor, porque, por ejemplo, no podremos afirmar jamás que una institución de carácter netamente conductista que busque docilidad y pasividad en el alumno este en capacidad de construir conocimientos sobre bases de investigación y participación que definitivamente exigirán la intervención activa, critica y propositiva de los estudiantes en formación. Continuando con el análisis de los procesos pedagógicos, las interacciones en el aula con la formación en investigación, es posible afirmar la necesidad de un aprendizaje más humanista e integral, que considere al ser en formación como dotado de libertad, capaz de involucrarse en un proceso de formación, motivado, apoyado y orientado por el docente más nunca impuesto; premisa que además nos permite reiterar la necesidad del docente facilitador, sensible y comprensivo en la construcción de procesos de autoaprendizaje, de adquisición del conocimiento a través de métodos interactivos apoyados por estrategias cargadas de más innovación en pos del desarrollo de los alumnos como seres sociales, protagonistas de grandes interacciones no solo en su vida estudiantil sino a lo largo del desarrollo de ese futuro que desde la educación esperan alcanzar, porque cuando se es docente no se espera ser quien habla por horas o dicta contenidos de una asignatura u otra, se es un participante directo, ciertamente un responsable de tocar sujetos con el fin de convencerlos, de orientarlos y guiarlos en esa tarea de construirse, de aprovisionarse de criterio, de pensamientos, de opciones a fin de hacer de su historia lo mas cercano posible a lo que sus sueños un día los llevaron a las instituciones de Educación Superior. También Corredor et al. (2013, p.173) mencionan la Pedagogía Crítica, que “plantea tener muy en cuenta los sujetos, los contextos, una relación simétrica entre teoría y práctica y una visión transformadora del quehacer educativo”, dándose en ella, una conceptualización de la educación desde una tendencia a la liberación de la persona en dialéctica con la sociedad, la relación dialéctica con la naturaleza externa e interna, una forma de racionalidad, la unidad de teoría con la praxis y una revisión del concepto de ciencia.
Es así, como la pedagogía debe convertirse en un camino que permita a alumnos y docentes examinarse, identificarse en los procesos de formación que emprenden no con uno por encima del otro, sino dispuesto a orientarlo desde su propia experiencia, tomando a esta ultima como la materia prima capaz de generar reflexiones y consideraciones criticas frente a las actividades de aprendizaje que día a día se van desarrollando. Cuando se habla del trabajo de la pedagogía es necesario que se acompañe de algo más, de un elemento que la diferencia y oriente lo que precisamente se traduce en la pedagogía critica, una pedagogía que busca motivar en los estudiantes respuestas que desde su individualidad sean constructoras de colectividades menos mediatizadas y más propositivas, y en este punto fundamental destacar que el trabajo de la pedagogía critica genera impactos positivos no solo en el sujeto en formación y el grupo de alumnos, sino que de manera amplia y beneficiosa, estos resultados se convierten en alternativas para la construcción de sociedades más justas y libres, menos pasivas y por el contrario participantes en la búsqueda de caminos reales y pacíficos de democracia social.
En cuanto al concepto de pedagogía desde el saber pedagógico, se busca impulsar procesos reflexivos respecto a los retos de la educación terciaria y la incidencia de esta en los procesos de enseñanza-aprendizaje, a fin de recuperar y fomentar este saber en los maestros universitarios. Teniendo como base, una concepción pedagógica más pertinente a las características y condiciones a las que se enfrenta el mundo universitario (particularidades, desafíos y problemáticas). Donde la pedagogía, hace alusión a concepciones, ideas y reflexiones sobre el acto educativo (Londoño, 2009).
“De esta manera, se trata de recuperar el saber del maestro como acto fundamental de la pedagogía. El origen y la posibilidad de la Pedagogía “está en el saber pedagógico. Es a partir de sus condiciones concretas, restricciones, limitaciones y exigencias, que el maestro tiene la posibilidad de reflexionar sobre su labor, de generar y hacer explícito su saber”” (Londoño, 2009, p. 19).
Donde la pedagogía para la investigación, requiere entonces de la comprensión de los procesos educativos como superiores a teoría y conceptos, requiere la conciencia de instituciones y docentes de su papel en la construcción no solo de profesionales sino también, y de manera fundamental, de soñadores y constructores de sociedades más fuertes no solo por su poderío económico sino por su potencial para desarrollarse a través de la educación; lo que además sirvió como base a la propuesta de nuestro proyecto.
El termino currículo encierra en si mismo una serie de definiciones y conceptos que en ocasiones lo han tornado enigmático y confuso; alrededor de este se han construido una serie de teorías y un sin número de conceptos orientados al entendimiento y aplicación de este desde los propósitos del conocimiento hasta su verdadera aplicación, pero la cuestión es ¿Como el currículo puede o no convertirse en aliado a la formación de procesos investigativos en los diferentes niveles de la educación?; sin embargo, la respuesta concreta a esta pregunta exige definir de forma más clara y cercana lo que, dentro de este contexto, se entenderá como currículo y la forma como en comunión con este se propende generar verdadera investigación.
En términos generales, se define entonces el currículo como un conjunto de criterios, planes de estudio, objetivos, contenidos, criterios metodológicos y procesos encaminados a la formación integral, orientada a la construcción de colectivos provistos de identidad y criterio soportados en el talento humano, la academia y la participación como base al conocimiento. Entra entonces la investigación como complemento fundamental a la construcción de un currículo que pueda dar respuesta a las preguntas fundamentales de toda institución de educación superior: ¿qué enseñar?, ¿cómo enseñar?, ¿cuándo enseñar? y ¿qué, ¿cómo y cuándo evaluar?, cuestionamiento que mas que contestados deben ser analizados en pos de garantizar no solo un proceso de aprendizaje verdaderamente formativo sino una estructura curricular que pueda soportar su desarrollo.
Como lo hemos evidenciado, se habla mucho de la investigación y la necesidad de ésta en la educación superior la cual se debe articular al currículo, como garante no solo de su desarrollo y desde la apropiación de los estudiantes del conocimiento hasta su aplicación, elementos que se deben considerar al momento de diseñar las diversas estructuras curriculares, pedagógicas y didácticas propias a cada institución.
Si deseamos incluir la investigación en los procesos de formación en la educación superior, se debe entonces concebir como parte fundamental del currículo, lo que no debe limitarla a ser una simple asignatura, error que con frecuencia cometen quienes a pesar de conocer la importancia de la investigación en la formación educativa continúan limitando su presencia en las estructuras curriculares a través de asignaturas o seminarios que evidentemente no generan una cultura investigativa y por ende muy pocos resultados de importancia para el conocimiento y beneficio de la sociedad; la aplicación entonces de esta concepción de la investigación en el currículo solo como asignatura cuestiona no solo la obtención de los resultados sino la forma de llegar a estos, la metodología y evaluación de estas actividades que se plantean dentro de una asignatura tristemente obligatoria a través de la cual muchas instituciones libran su responsabilidad de articular la investigación en sus programas, lo que nuevamente cuestiona si ¿será posible formar en investigación desde una única asignatura? ¿Será que la implementación obligatoria de la investigación al currículo generará resultados construidos desde la cultura y el disfrute del conocimiento? Lo más seguro es que estas preguntas no tengan respuestas muy alentadoras y por el contrario terminen dilucidando la realidad que hoy por hoy se evidencia en un gran número de instituciones educativas que han visto en el diseño de asignaturas enfocadas a la investigación la única forma de implementarla en sus currículos y generar una convivencia entre los alumnos y esta, convivencia que desafortunadamente se torna bastante lejana debido a lo desconocida que resulta la investigación y sus elementos para muchos estudiantes que aun la consideran como digna de científicos y “ratones de biblioteca o laboratorio”.
Si pretendemos formar en investigación desde el currículo, será necesario hacer que la estructura de este logre dejar de lado la rigidez enfocada únicamente a la evaluación y que se convierta en una manera de vivir el conocimiento desde la acción desde la interacción desde el aula de clase, concibiendo el currículo desde las vivencias y practicas personales como una unidad que trasciende contenidos y metodologías, dirigida a la transformación desde la relación de los individuos con su sociedad; esta transformación debe ser apoyada por procesos que permitan una familiarización de todas las comunidades educativas con la investigación, de tal forma que puedan verla a partir de diferentes puntos de vista, desde distintas ópticas que les den la oportunidad de aceptarla e introducirla a partir de su propia realidad y que les permita disfrutarla desde todos sus matices, porque tal y como afirman Aguirre y Jaramillo (2008), “como resultado del intento por introducir la investigación en el ámbito educativo, sin la previa dilucidación de aspectos fundamentales que la acompañan, se inicia una serie de procesos que , pese a la buena voluntad que los sustenta, están destinados a fracasar, por cuanto las instituciones asumen la investigación más por estar a tono con un conocimiento supuestamente ligado a la calidad y competitividad educativa, que por la capacidad de generar preguntas y problemas interpeladores y dinamizadores de la estructura interna y externa de la institución , a partir de de necesidades reales que le presenta el contexto”.
Hablar de la didáctica implica referirse al estudio de los procesos que comprenden la enseñanza-aprendizaje en los diferentes entornos educativos. Su aparición en el escenario francés en la década de los setenta obedeció a transformaciones de índole política, económica y cultural, todo lo anterior partiendo de la necesidad de formar cuerpos de conocimiento orientados a comprender la complejidad de los procesos educativos y los diferentes factores involucrados en estos.
En la actualidad y de la mano de los elementos investigativos requeridos en la educación superior, la didáctica se ha convertido en una forma de vivir el conocimiento más que de acceder a él. Donde, de acuerdo a Moreno (2011, p. 34), “La enseñanza de la didáctica debe incluir un abordaje conceptual, que puede variar según los enfoques y las perspectivas de enseñanza que se adopten”. Debido a que la didáctica, va más allá de un variado conjunto de estrategias docentes(amplias y coherentes) aplicadas por los profesores en las aulas de clase.
Las ciencias y los conocimientos propios a múltiples disciplinas se constituyen en verdadera enseñanza cuando es posible configurarlos de modo tal que los sujetos involucrados en el proceso logran hacer tan propio ese conocimiento que pueden manipularlo positivamente de forma que no solo se quede en sus mentes, sino que logren aplicarlo. Tal y como relacionan Vargas Guillén y Gamboa Sarmiento (2008), “la didáctica ha tenido aplicación no solamente en la divulgación de las ciencias, sino también en la de conocimientos no científicos, prácticos, técnicos”, entre otros, lo que de por sí ya le confiere la enorme responsabilidad de garantizar el acceso asertivo y profundo del aprendiz al área de su interés.
Se hace entonces valedero referirse a la didáctica como la encargada de examinar la función social del conocimiento, las practicas que a nivel social están en capacidad de realizar los sujetos en contacto con este y la mejor forma de llevar a cabo dichos procesos, lo que definitivamente la relaciona estrechamente con los componentes investigativos requeridos en los procesos de educación y formación de profesionales críticos.
En concordancia con Vargas Guillen y Gamboa Sarmiento (2008), en sus planteamientos de la didáctica como camino a un conocimiento duradero, es necesario destacar el papel de la investigación en la creación de este con la presencia de bases sólidas en el emprender de estos procesos como lo son y serán la pedagogía y la didáctica, donde refiriéndonos principalmente a esta última y tomando como punto de partida lo antes dicho sobre la primera, es posible afirmar tal y como lo hace Armando Zambrano Leal (2006), que “mientras las ciencias de la educación aparecen como un lugar institucional, en su seno cohabita la didáctica como corpus teórico. A la vez, en su seno tienen lugar las investigaciones que se desarrollan según las líneas de investigación trazadas por las disciplinas”, lo que ubica a la didáctica como fuerte aliada de procesos investigativos eficientes en cuanto logran no solo motivar a docentes y estudiantes a emprender este camino sino a querer hacerlo parte de procesos de formación sin importar el área de conocimiento o su estructura, todo esto debido a la aceptación de la investigación como fuente básica de aprehendizaje.
A pesar de lo bien que puede llegar a verse, para el logro cabal de este objetivo, se requiere de la adaptación de estrategias didácticas a la realidad actual, metodologías que leven sus anclas lejos de sistemas rígidos y logren ubicarlas en procesos formativos gestados desde las necesidades investigativas, la formación para estas y su posterior aplicación, lo que nos ubica en la concepción de una nueva didáctica, una didáctica protagonista dentro de los sistemas educativos, llevada de la mano de la pedagogía a condiciones de modernidad que faciliten su positiva manipulación.
El reto de la didáctica involucra el rompimiento de antiguos paradigmas y la construcción de espacios donde los sujetos interactúan y aprenden por mero deseo y placer , idea fuertemente sustentada por Aguirre y Jaramillo (2008) al afirmar que “al conocer por gusto y deseo entra en juego la reflexividad del estudiante-investigador, ya que desde su biografía, sus afectos y pasión por el problema de estudio, su interés cobra mucho más sentido que la asignatura cursada”, marcando la abismal diferencia entre aquellos estudiantes que se desempeñaran en sus profesiones y demás actividades llenos de motivaciones y empeño y aquellos que lo harán simplemente por ser su obligación o su medio para vivir; porque si bien es la disposición de los aprendices fuerte motor al desarrollo de verdaderos procesos de formación, es aun más fundamental la capacidad de estos procesos de generar en los estudiantes el interés por el conocimiento lejos de obligaciones y presiones y mucho más cerca de disfrute y verdadero placer.
La condición de la ésta exige dejar de lado conceptos fuertemente arraigados en los procesos de enseñanza a nivel global, y que han demostrado no ser absolutamente efectivos en la creación de mentalidades abiertas, críticas y creativas. Tal vez el primer y más importante paradigma que debe romperse en el emprendimiento de una nueva didáctica es el comentado papel del docente, donde se debe desprogramar el concepto del profesor instructor que impone para dar paso al docente orientador, que como su nombre lo dice, guía y orienta sin atropellar; cambio definitivamente significativo si se quiere transformar la mentalidad del estudiantado de las clases magistrales como método único e infinito, de adquirir un conocimiento volátil en contraposición a una cultura más interactiva y participativa; tarea en la que para comenzar, el docente debe cambiar su propia percepción de los alumnos, de su asignatura, del sistema educativo e incluso de sí mismo, porque ser docente no requiere únicamente conocer un área, requiere conocer, sentir y vibrar con una pasión, y es justo esta didáctica la que necesita la investigación, una que le permita generar sentimientos e intereses en docentes y estudiantes, que los vincule más que por la necesidad, que los una por la pasión de guiar y de ser guiado, que finalmente los conduzca a crear procesos de enseñanza- aprendizaje honestos y útiles para la sociedad.
Con base a las consideraciones hechas y a la gran importancia de la formación en investigación en contextos de la educación superior, una propuesta investigativa dentro de la educación superior y más propiamente desde el aula de clase, debe ser orientada bajo un proceso didáctico sólido y participativo, capaz de generar interacciones que se traduzcan en beneficios para la sociedad desde la misma satisfacción del sujeto que investiga, evidenciado en este, no solo su interés por conocer sino por transformar su realidad a partir de este conocimiento.
La ruta no es un camino fácil y como lo evidencian múltiples estudios y casos analizados a través de la interacción en el aula y las encuestas aplicadas, la construcción de una didáctica enfocada a impactar positivamente el aprendizaje sin dejar de lado el buen nivel académico de las instituciones y el carácter evaluativo y mesurable que el conocimiento que imparten, debe poseer, se convierte entonces en un camino dotado de obstáculos y dificultades que la mayoría de las veces resultan ser impuestas por un subconsciente o tal vez consciente que se adaptó a un proceso de aprendizaje limitado, plano y que desafortunadamente anidó allí para siempre. Resulta entonces complicado para muchas instituciones y maestros con nuevas propuestas de aprendizaje lograr concienciar a sus alumnos frente a la importancia de estas y resulta para estos últimos aun más complicado, estar en estos nuevos ámbitos de conocimiento no solo con su cerebro sino con su corazón, con los sentimientos que desde ese gusto por saber puedan gestarse en ellos.
Es entonces cuando contrario a esta situación desalentadora para los procesos educativos, se hace más necesario que maestros e instituciones se esfuercen por proponer y procurar el logro de los objetivos reales de la educación transformadora que se ha dejado olvidada y que hay que sacar a relucir, desempolvando ese carácter que desde antaño le fue formado a hombres y mujeres que muy seguramente no fueron más allá de niveles básicos de estudio, pero que con toda seguridad eran conscientes de la importancia de aprehender, de estudiar, de adquirir cultura porque no es mentira afirmar que “es lo único que le queda al hombre en la vida” eso que “nunca nos podrán quitar”.
Se propone entonces Dicriarte a partir del análisis anterior, a partir de la intención de proponer una didáctica capaz de satisfacer las necesidades de la investigación en la educación superior gestada desde el aula de clase; orientada en un 100% a lograr que el alumno pasivo recupere ese interés por hacerse dueño y participe de su proceso educativo siempre consciente de lo mucho que pueden aportarle sus docentes y compañeros y de lo fuerte que ante cualquier obstáculo puede hacerlo este conocimiento.
La palabra Dicriarte, resultado de un proceso creativo conjunto y enfocado a englobar lo que con esta didáctica se quiere lograr se descompone en 3 elementos, a saber:
Estos tres elementos se enfocan entonces a nombrar una didáctica que como objetivo principal persigue el logro de una verdadera articulación de la investigación formativa al currículo del programa académico de cualquier asignatura trasladándola de manera concreta al aula de clase. Se busca entonces con esto la integración real y profunda de saberes, buscando transformar los procesos académicos en redes sistémicas que acompañan el proceso educativo del estudiante desde que inicia su proceso de formación hasta que el mismo lo desea, porque aunque es necesario limitar el efecto de esta didáctica al proceso educativo, principalmente en ámbitos de educación superior, es imposible desconocer el objetivo culmen de penetrar de tal forma la mente, el corazón y la conciencia del estudiante que este jamás vuelva a emprender ningún proceso formativo con una mentalidad pasiva y resignada y que por el contrario se pueda transformar su mentalidad de tal forma que nunca pueda ver la educación de la misma forma.
Cabe entonces resaltar que una nueva propuesta didáctica como la que se planteó - e incluso cualquier nueva propuesta que busque superar las limitaciones actuales - debe partir de un contexto definido y estable que permita a los elementos interactuar en un escenario propio , que para el caso de Dicriarte es la realidad personal, académica y laboral de los estudiantes que conforman los diferentes procesos de aprendizaje, porque como ya se había afirmado, será desde sus propias pasiones e intenciones que los estudiantes logren obtener conocimientos certeros, críticos y aplicables, dándosele igual importancia dentro de esta propuesta a los contenidos cognoscitivos, los aspectos afectivos y psicomotrices, todos considerados de gran relevancia para la formación integral del sujeto.
El sujeto que esta nueva didáctica concibe se caracteriza principalmente por su integralidad; un ser humano capacitado para el manejo de todas sus dimensiones: física, psíquica e intelectual, pero primeramente distinguiendo que el hecho que este ser humano esté en capacidad de manejar las dimensiones antes mencionadas no significa que conviva de manera perfecta, armoniosa y total con cada una de ellas, sino que desde su interés para aprehender esté dispuesto a fortalecer cada una de sus partes, cada célula y pensamiento que lo conforman, siempre orientado a la vivencia de nuevas experiencias que dentro de un aula o fuera de ella lo lleven a conocer, a vivir.
Se tiene, además, total conciencia de lo compleja que puede tornarse esta concepción del estudiante en la actualidad, por lo que desde Dicriarte se espera ir generando una transformación gradual en los estudiantes que logre los resultados esperados de manera continuada a través del tiempo y la acción de sus estrategias. Lo que conduce a una pregunta fundamental: ¿Qué ocurrirá con el sujeto en formación y su imaginario frente a lo que actualmente es y lo que quiere llegar a ser? , porque si lo que se busca es llevar a ese sujeto en formación al logro de sus propios objetivos y sueños a partir de un mejor conocimiento, será entonces fundamental que estos últimos estén definidos de una manera clara y concreta y que además sean pertinentes respecto a ese conocimiento que el estudiante busca adquirir; para lo que será fundamental que el estudiante pueda cuestionarse de manera más precisa sobre Quién es y quien quiere llegar a ser?, Cuáles son sus necesidades, intereses, dificultades y expectativas?; respuestas que dan claridad frente a la particularidad de cada uno de los miembros que conforman el colectivo estudiantil a fin de que, para el docente el proceso de orientación pueda desarrollarse y fortalecerse desde un conocimiento más cercano de sus estudiantes a fin de que les proporcione una formación acorde a sus expectativas e intereses. Es así como se definieron cuatro etapas o momentos mediante los cuales se pretende que los docentes y estudiantes se apropien de esta nueva Didáctica, a saber:
En este caso se comienza el trabajo con el grupo realizando una sensibilización que toma al conocimiento de este como punto de partida guiado este por el docente, sobre del que en un principio recaerá la orientación y confianza eficaz que pueda generarse e los educandos, así como la motivación de estos al desarrollo de las nuevas actividades propuestas.
Entre las actividades a realizar en la etapa de sensibilización, se cuenta con las siguientes: Elaboración de la autobiografía desde un sentido personal, académico y laboral, realizar ensayos, análisis conceptual, crítico y creativo, mapas mentales, mapas conceptuales, relatorías, blogs y otras técnicas de lectoescritura sugeridas y explicadas por el docente.
Para este momento, posterior a la sensibilización, el grupo cuenta con bases que permiten comenzar a desarrollar proyectos a partir de su conocimiento y experiencia a nivel integral, siendo este el momento en el que se espera que el estudiante defina sus necesidades, intereses y expectativas, enfocando las mismas hacia los proyectos que busca plantear. El docente en cada sesión de clase irá orientando a sus estudiantes con respecto a la manera de vincular el tema de la clase al proyecto de investigación formativa
Corresponde este momento de manera específica a la sistematización, que no es otra cosa que el ordenamiento coherente y cohesionado del proyecto emprendido por parte del estudiante, que a su vez deberá presentarlo como trabajo final del semestre para el curso especifico.
El cuarto y último momento es la socialización al grupo del proyecto de cada estudiante; de los cuales se realizan exposiciones y actividades de puesta en común en las que interactúan unos compañeros con otros a fin de retroalimentar su propio proceso y el de los demás miembros del grupo.
Es importante aclarar, que la metodología propuesta para la implementación de esta propuesta didáctica es la base para que los docentes que deseen adoptarla en sus asignaturas, la adapten de forma tal que el conocimiento que debe impartirse desde cada área pueda lograrse de la mejor forma, aplicando así, las estrategias metodológicas que siguiendo esta base les sean más pertinentes.
Los cuatro momentos descritos anteriormente corresponden a los utilizados en los grupos 02, 08 y 09 de gestión del talento humano en el semestre 2010-1, trabajados con la técnica del aprendizaje orientado a proyectos.
Se busca entonces que la ampliación de estas etapas sea el fundamento para la aplicación de Dicriarte, sin exclusión a ningún tipo de institución o asignatura, y que por el contrario la convierta en una didáctica tan diversa y completa que desde la particularidad de entornos de conocimiento este en capacidad de construir colectivos conscientes.
El arte como elemento protagonista de esta propuesta didáctica entra a ser entendido de una manera más global; se pretende desde esta ampliar su designación no solo a las obras pictóricas, la escultura o la música, sino significarlo como cualquier expresión humana particular, toda aquella que pueda generarse desde la consciencia del ser en concordancia con sus sentidos, con sus ideas y sensaciones; representadas en el aula de clase mediante las opiniones, proyectos, discusiones, ideas que surgen desde la individualidad de todos y cada uno de los estudiantes sin importar que tanta es su habilidad para hablar en público, redactar ensayos, realizar dibujos o escribir poesías; únicamente importando su interés por expresarse por hacerlo abiertamente, desprovisto de miedos, temores y perjuicios que por años han frustrado su contacto certero y directo con el conocimiento.
El docente que trabaja la Dicriarte, debe ser un artista en el aula de clases, ha de dar de lo que hay en su interior, debe llevar a los educandos a hacer uso de la artesanía intelectual en la elaboración de sus trabajos escritos y demás actividades académicas. Igualmente, para que el docente utilice al arte como medio didáctico, debe ser el mismo un artista en su labor, manejar pasión por lo que hace, ser creador de textos y estrategias pedagógicas que propicien la utilización de la tecnología, la técnica y del arte en los estudiantes. Consciente, tal y como ya lo habíamos afirmado, de la importancia de su papel como transformador de vidas y dador de herramientas para la realización y puesta en marcha de proyectos de vida sólidos y certeros.
En la actualidad, la didáctica Dicriarte como propuesta para la implementación de la investigación formativa en las aulas de clase del Politécnico Colombiano Jaime Isaza Cadavid, es utilizada por los grupos de las asignaturas Gestión del Talento Humano (Grupo 02) y Control Estadístico de la Calidad ( Grupos 08 y 09) ; dentro de los cuales se han llevado a cabo las etapas para su implementación obteniendo resultados que de manera muy positiva han superado lo esperado; dando evidencia de la forma como cada estudiante puede adueñarse de su proceso de aprendizaje para convertirlo en aprehendizaje no solo para sí mismo sino para sus compañeros y docentes.
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1. Magister en Educación Docencia de la Universidad de Manizales, Docente Investigador del Politécnico Colombiano Jaime Isaza Cadavid nflorez@elpoli.edu.co
2. Magister en Filosofía, UdeA, PhD. En Filosofía, UPB Medellín, Docente del Instituto tecnológico Metropolitano ITM, Medellín. franciscogiraldo@itm.edu.co
3. Magister en Desarrollo Sostenible y Medio Ambiente, Especialista en Alta Gerencia con Énfasis en Calidad, Docente del Instituto Tecnológico Metropolitano andreaflorez@itm.edu.co