Espacios. Vol. 37 (Nº 32) Año 2016. Pág. 5
Néstor Juan SANABRIA Landazábal 1; Julio César ACOSTA-PRADO 2; Gustavo RODRÍGUEZ Albor 3
Recibido: 11/07/16 • Aprobado: 30/07/2016
2. Desarrollo de innovación y orientación al mercado
3. Análisis de la dinámica evolutiva de la innovación abierta y capacidades dinámicas territoriales
RESUMEN: Una de las bases de la innovación es la existencia de territorialidades cuya gestión eficiente supone, tanto desarrollo de innovación como orientación al mercado. Para ello, en el artículo se reflexiona desde la perspectiva territorial sobre los enfoques de la innovación abierta y de las capacidades dinámicas, generándose formas funcionales para comprender algunos aspectos sistémicos. A partir de ellas se establece la relación entre innovación y territorios. Se concluye que la solución al algoritmo propuesto se resuelve mediante una cultura orientada a la creatividad y la interacción de agentes riesgo-aceptantes. |
ABSTRACT: One of the bases of innovation is the existence of territorialities whose efficient management involves both development of innovation as market orientation. In the paper it reflects from a territorial perspective on approaches to open innovation and dynamic capabilities, generating functional forms to understand some systemic issues. From them the relationship between innovation and territories is established. It is concluded that the solution proposed algorithm is solved by a creativity-oriented culture and the interaction of risk-takers agents. |
En este artículo se discuten los conceptos de desarrollo de innovación y orientación al mercado en perspectiva territorial. Se empieza caracterizando el desarrollo de innovación en dos dimensiones: a) Desarrollo de innovación, en la cual se construye una idea que conduzca a un nuevo producto o proceso y, b) Capacidad de innovación, entendida esta como la implementación con éxito en el mercado de la anterior dimensión. Esto implica reconocer que una de las principales funciones de las empresas es la construcción de su capacidad de liderazgo para transformar invenciones o modificaciones de productos o procesos; y, ello debe conducir a la transformación de los mercados y de las empresas mismas.
En términos económicos esto puede requerir dos escenarios complementarios para la construcción de territorios: a) la expansión de la creatividad; y, b) la capacidad de reducir la complejidad del entorno del sistema por parte de las empresas a fin de edificar mercados.
Por otra parte, se asume que geometrías diferentes a la euclidiana permiten presentar el desarrollo de innovación a partir de las culturas que, a su vez, expresan territorialidades (Sanabria et al., 2015). Al mismo tiempo, en virtud de la competencia, las empresas deben resolver los problemas del tamaño de sus escalas de producción para hacer rentable el proceso de generación de mercados.
La reflexión se sustenta en la relación entre el desarrollo de innovación y la orientación al mercado como fundamento evolutivo de la territorialidad. Como resultado se presentan unas formas funcionales que resumen el trabajo y se resuelven en la medida en que la iteración conduzca a la satisfacción de las inecuaciones formuladas, explicando las posibilidades del cambio evolutivo.
Este artículo se estructura de la siguiente forma: el segundo epígrafe aborda la reflexión teórica que describe los conceptos ‘desarrollo de innovación’ y ‘orientación al mercado’. El tercero establece un análisis de la dinámica evolutiva basado en los enfoques de innovación abierta y capacidades dinámicas territoriales. En el cuarto epígrafe se presentan la relación innovación, mercados y territorialidad. El quinto epígrafe muestra las reflexiones finales.
De acuerdo con Zaltman, Duncan y Holbek (1973) la innovación se describe en dos etapas: de iniciación y ejecución. Estas etapas presentan dos dimensiones en los modelos de orientación al mercado: a) desarrollo de innovación y, b) capacidad de innovación. Para estos autores, innovación es la noción de apertura a las nuevas ideas como un aspecto de la cultura de una empresa y capacidad de innovación es la adopción o puesta en práctica de nuevas ideas, procesos o productos, con éxito.
Además, de las dimensiones señaladas se destaca: por un lado, el reconocimiento de las culturas y las probabilidades ciertas del mercado (Sanabria, et al., 2015). La relación de estás dos dimensiones es importante en la medida en que la concreción de la innovación en el mercado, debe conducir a transformar de manera dinámica las rutinas de las empresas y las reglas sociales. Por otro lado, se reconoce que, a partir de las empresas, establecidas como puntos con estabilidad, con posibilidad de expandirse y consolidarse, es como se puede asumir la existencia de capacidades para convertir invenciones o modificaciones de productos o procesos a partir de la dinámica cultural (Nelson y Winter, 1982).
En la innovación, desde el enfoque administrativo, se reconoce que la demanda ha alcanzado la madurez suficiente para exigir soluciones de acuerdo con sus expresiones culturales. No obstante, la innovación, al definir su propio objeto y los alcances del mismo, se acerca a una postura paradigmática al promover y reducir la complejidad de los problemas de las empresas y sus entornos competitivos (Teece, 2009), en una versión perfectamente diferenciada del mejoramiento continuo.
Cabe mencionar que uno de los principales problemas de la innovación son los procesos de conversión de conocimiento, de tácito a explícito en el sentido de Nonaka y Takeuchi (1995). Este planteamiento presenta similitud con la creatividad y acumulación de conocimiento útil. Al respecto, un punto a resolver es la relación entre creatividad y statu quo. Para Levitt (2002) la creatividad reúne la habilidad para implementar en el mercado las ideas brillantes y novedosas generadas a partir de la intuición (Kahneman, 2012). Precisamente, un canal fundamental mencionado frecuentemente en la literatura sobre innovación es la capacidad de absorción de conocimiento por parte de la empresa. La capacidad de absorción, como una aplicación del conocimiento exógeno, puede conducir no sólo a productos o la innovación de servicios, sino también a la innovación estratégica (Christensen et al., 2002).
Por tanto, en este punto de partida se asume: uno, la existencia del generador de la idea novedosa; dos, el decisor con suficiente capacidad para desarrollarla; y tres, un escenario de mercado (Hamel, 2012). Estos supuestos hacen referencia a la especial capacidad del talento humano de generar o perfeccionar nuevos objetos (productos o procesos) a partir de la información acumulada. De esa forma, la innovación genera, en razón de la interacción competitiva, dos hechos: uno, los technological spillovers y su capacidad de generar externalidades positivas (Ahluwalia, Unnava y Burnkrant, 2001, Balachander y Ghose, 2003, Mennino, Rubin y Brayfield, 2005, Mesquita, Anand y Brush, 2008). Estas impactan en todas las relaciones económicas, tanto por virtud de la competencia como de la cooperación y afectan la construcción de territorios competitivos, por ejemplo: Sillycon Valley o los Industrial Districts of Northern Italy, entre otros (Pyke, Becattini y Sengenberger, 1990); y, dos por los neighborhood effect (efectos vecindarios)(Darlauf, 2004), que hacen referencia a conceptos como el capital social, los criterios de belleza y forma; y, lo atinente a normas y costumbres sociales expresadas como reglas en función de los imaginarios urbanos.
A partir de estas precisiones iniciales, la innovación puede representarse en tres grupos: innovación de modelo de negocio (Danneels, 2002), innovación de producto y/o servicio (Bell, Filatotchev y Rasheed, 2012), e innovación de proceso y administrativa (Lechner y Floyd, 2012). Existen otras expresiones muy importantes como la innovación social, pero estas escapan a los alcances de este artículo.
Para Akerlof y Kranton (2000) el modelo de negocios implica el reconocimiento de la trascendencia de las preferencias y expectativas del consumidor en un sentido cultural amplio. Y, estas, están condicionadas por creencias y reconocimientos fundados en modelos y modas que al expresar identidad social construyen normas sociales (Becker y Murphy, 2000). Así, la innovación, en referencia al modelo de negocio, expresa los cambios (Chesbrough, 2009) que incorporan la información necesaria y suficiente (endógena y exógena) que debe permitir la interacción fluida entre las capacidades estructurales de la oferta y los requerimientos funcionales de la demanda. Un efecto de estos resultados de la acción empresarial es la existencia de interacciones e iteraciones que se describen en los neighborhood effect y su representación cultural.
Por otra parte, de la innovación de productos es importante destacar como las necesidades funcionales de la demanda han variado: de la pretensión de uniformidad, como propuesta del mundo empresarial de los siglos XIX y buena parte de los XX, cuya mejor expresión va a ser la optimización neoclásica, a la diferenciación fundada sobre la base de la creatividad, cuyo objetivo es la perdurabilidad y el liderazgo competitivo.
La innovación de proceso se refiere a los cambios frecuentes de procedimientos y métodos de la empresa como lo presenta Sinai (2010). Esta es importante si conduce al cambio de la estructura organizativa, el estilo de dirección y la introducción de un nuevo sistema de gestión sobre la base de la reconfiguración de los hábitos y rutinas al interior de las empresas.
Así, el problema de la evolución de las empresas y el sistema económico tiene como una de sus bases el conocimiento útil, es decir, la adaptación tecnológica que producen las empresas de sus propios avances de investigación y desarrollo (I+D) y la adquisición de conocimiento tecno-científicos o de progresos desarrollados por otras empresas o entidades. Esto es comprensible si a la definición de empresa Coase (1996) como colección de contratos, se añade que su potencial evolutivo es función directa de su gobernanza (Demsetz, 1996) y la capacidad de procesamiento de información para generar creatividad y efectiva implementación de los procesos de (I+D+i), en procura de concretarse como una nueva agregación de valor sustancialmente diferenciada de los procesos de mejora continua.
La implementación de estrategias para la adaptación evolutiva de las empresas innovadoras supone: primero, el reconocimiento y exploración de sus capacidades de anticipación a los cambios de la competencia y la transformación organizacional. Estas se estructuran a partir de actividades creativas expresadas como ideas posibles que en su implementación generen cambios en el mercado; segundo, decisiones de la dirección de las empresas al asumir riesgos a partir de consideraciones de confianza; tercero, territorialidad competitiva como plataforma de cooperación y; cuarto, capacidad de generación y/o de reordenamiento de mercado.
En este escenario, la innovación, asimilada en la competitividad de orden superior (Porter, 1991), se asume como: una eficaz gestión de la cadena de valor, un modelo de negocios altamente flexible, uso de nuevas tecnologías, capacidad de explicar y proponer nuevos objetos y procesos a las cambiantes necesidades de las demandas, una clara segmentación de mercado, ajuste permanente de costos, y una institucionalidad pública y privada comprometidas. Es en este sentido que son explicables las generaciones de nuevas reglas y conductas sociales.
Es de especial mención la existencia de las alianzas empresariales como un gran soporte de los procesos de internacionalización de las economías, establecidas estas sobre la base de segmentar los requerimientos funcionales de la demanda, de presentar suficientes niveles de diferenciación y de reducir los caóticos niveles de información a soluciones sencillas y comprensivas por el consumidor.
Así pues, es perceptible como las alianzas basadas en relaciones con empresas transnacionales, necesariamente deben conducir a mejoras en la productividad y/o el desarrollo de mercados locales sobre la base del pago de derechos. De esta manera, el proceso innovador se puede orientar a partir de la revisión y reformulación del modelo de negocios, a fin de alcanzar nuevos mercados y capitalizar los riesgos derivados de las nuevas formas de competir (Teece, Pisano y Shuen, 1997 y Teece, 2007)
La perspectiva de los procesos de las alianzas para la innovación se puede asumir desde la necesidad de menores costos de I+D, de coordinación y de gestión de los acuerdos, resolver algunos de los mayores y más especializados requisitos y exigencias legales y fiscales, tener fuentes confiables a los requerimientos de capacidades incrementales de procesamientos de información y su transformación en indicadores eficientes para la toma de decisiones (Ohmae, 1989).
Estos problemas, a resolver por las empresas en su papel de actores en el mercado, son presentados geométricamente en el Gráfico 1. Este describe un amplio escenario de toma de decisiones. En él es posible materializar las estrategias que implican la orientación al desarrollo de mercado a partir de innovación. U representa las posibilidades de utilidad de las empresas como contrapartida del riesgo e incertidumbre de las decisiones. O las ofertas, y E los límites en los que existe una posibilidad cierta de perdurabilidad, como se presentó atrás. La curva de referencia muestra una posible senda por donde se pueden mover las propuestas de los modelos de negocio, bien sea por encima con la búsqueda de rendimientos crecientes o hacia abajo y la generación de rendimientos decrecientes.
Se debe resaltar que los puntos con estabilidad dependen no sólo de la estrategia de orientación al mercado de las empresas, también de las políticas agenciadas por el gobierno, la capacidad de representarse el entorno social a partir de estrategias y políticas. A su vez, la orientación al mercado depende de la calidad de la información contenida en el diseño que expresa a las necesidades funcionales de la demanda, así como las posibles respuestas-propuestas de los competidores. Así, las curvas de referencia se pueden tomar como expresión dinámica de posibles puntos con estabilidad y pueden servir como una representación para las comparaciones a partir de las cuales se toman decisiones (Kanheman, 2012).
Los puntos con estabilidad propuestos tienen dos condiciones: por un lado, los consolidados y que son resultado de la fase industrialista y su expresión de caos cuando el equilibrio oferta-demanda se rompe a favor de uno u otro y se generan situaciones de inflación o deflación; y, por otro, los asociados a la innovación y con gran capacidad de turbulencia. Los primeros asocian riesgo e incertidumbre razonablemente controlable en tanto que su origen es ex-ante las crisis. Los segundos tienen un comportamiento muy difícil de calcular en tanto que su comportamiento es ex-post a la puesta en acto de su orientación al mercado.
Desde esta perspectiva, se puede asumir para el establecimiento de una estrategia orientada al desarrollo de mercado, una solución similar al dilema del prisionero. Lo cual implicaría que el cambio cultural evolutivo se implementa en procesos resultados del azar, en razón a la necesidad de consolidar modas y normas sociales. Y, estas, dependen de la capacidad de lectura de las empresas y las expectativas de los demandantes, es decir, en dependencia de la dinámica evolutiva de cooperación empresa y entorno.
Se puede explicar también como el destino de todo proyecto innovador debe ampliar y consolidar a empresas y mercados. La no posibilidad de estas circunstancias hace semejanza, en el corto plazo, con lo formulado por Akerlof (1976) como una rat race en la cual, por más que se corra se termina siempre en lo mismo y la competencia es por la preservación de la especie con altos grados de cooperación y en el caso de las ratas de sacrificio. Esto hace comprensible que, considerando las condiciones iniciales, se puede aceptar que las empresas busquen ubicarse en las zonas de mejores promedios, más cercano a E2 y lo más lejano de E1, como se presenta en el gráfico.
Gráfico 1. Función continua entre desarrollo de innovación y orientación al mercado
Fuente: Adaptado de Sanabria (2012).
La zona comprendida entre E2 y E1 presenta una máxima utilidad de la curva U3 en la que la prioridad de la acción empresarial está orientada a construir mercado a partir de la innovación introducida con sus propuestas. Con ello se configura la zona de más altos rendimientos, pero con una contrapartida elevada de riesgos. Un caso que puede ejemplificar esto es el uso de los cables de fibra óptica que van a permitir el soporte de la revolución de las tecnologías de información y comunicaciones y que no va a ser contemplado como posibilidad de desarrollo del mercado de los computadores de escritorio por parte de IBM. Otro caso, la quiebra de grandes como IBM y XEROX y el nacimiento de APPLE y MICROSOFT, entre otras muchas de las empresas que hoy son la avanzada de la innovación.
Akerlof y Shiller (2015) formulan una hipótesis sobre las actuales condiciones de los mercados duales y argumentan cómo su equilibrio, si bien es óptimo, la dualidad ocurre cuando existe libre decisión; sin embargo, este supuesto implica también la posibilidad de manipular las decisiones de los demandantes, como sucede cuando se trata de innovación y la satisfacción de los intereses funcionales de la demanda. Esto se podría generar, al proponer desde la oferta una solución novedosa a un requerimiento viejo o porque se creen nuevas propuestas de formas o identidades (Akerlof, y Kranton 2000), que pueden derivar en un problema ético importante. Un ejemplo de ello fueron las hipotecas subprime en 2008 y su pretensión de adquirir vivienda de forma novedosa de la clase media de los Estados Unidos.
Con base en los anterior, se podría decir que, si la innovación se aleja mucho de las condiciones regularizadas como puntos con estabilidad robustos, se pueden generar hechos dolosos que provocan crisis con destrucción de mercado y empobrecimiento, como el enunciado o la crisis derivada de los malos manejos de ENRON. Esta es una manera de ver el problema ético: no importa si se tiene preconcebido el manipular el mercado para favorecer una(s) empresas, sino si el resultado de la manipulación destruye mercado después de tener una aparente consolidación. En términos de la gráfica es alejarse de la curva de referencia y aproximarse o superar a E2.
Así, uno de los problemas que son fácilmente apreciables son los eventos, siguiendo la curva de referencia y por fuera o en los límites de la zona de las O, con las dos alternativas planteadas en los párrafos anteriores, en los cuales el límite ético en esta zona es borroso por cuanto la gran mayoría de propuestas de desarrollo de innovación solo son evaluables cuando han consolidado su orientación al mercado o han generado pérdidas de las acumulaciones de riqueza. En este último caso, como puede apreciarse en los registros históricos, son los territorios los mayormente afectados.
Superando E2, la orientación al mercado y su consolidación como punto con estabilidad, puede transformarse, como se ha apreciado en la última década, en burbujas inflacionarias o crecimientos sólidos como el de Corea del Sur; y, por debajo de E1 podrían salir del mercado por obsolescencia, lo cual también implica pérdidas sociales.
Con esto se darían dos formas de destrucción creativa, una por desequilibrios entre la oferta y la demanda (Schumpeter, 1994), y otra por exceso de creatividad que conduce a grandes pérdidas, aunque inicialmente pueden generarse ganancias superiores derivadas de la economía de la manipulación (Akerlof y Shiller, 2015).
Ahora bien, hasta aquí se ha representado la innovación como un valor agregado. En el siguiente apartado, sobre lo formulado se realiza una reflexión acerca de en qué momento y cómo se puede pensar la innovación.
Lo expuesto supone que la innovación se puede expresar a partir de un compendio de conceptos, categorías, variables e indicadores que se integran como un paradigma en permanente construcción de igual magnitud que la marginalidad o la optimización neoclásica y su expresión asociable en conjunto al mejoramiento continuo. Ello requiere la expansión de mercado, bajo la condición de que el cuasi-equilibrio resultante se realice a partir de las capacidades estructurales de las ofertas y los requerimientos funcionales de las demandas en la lógica de la diferenciación, como se ha presentado. Así, la propia competencia diseña e integra las externalidades de los escenarios y mercados en los cuales intervienen las empresas. A partir de estas concepciones se han desarrollado nuevos enfoques como innovación abierta (Chesbrough, 2009) y capacidades dinámicas (Teece, 2007, 2009), entre otros, que establecen una relación directa entre el desarrollo de innovación y la orientación al mercado.
Según Chesbrough (2009), para aumentar los niveles de innovación es insuficiente con el esfuerzo individual endógeno de una empresa, debiéndose acudir a los actores del contexto en la búsqueda ampliada de innovación. Como mencionan Gebauer y Worch (2015), la ventaja competitiva de una empresa se origina cada vez más de la absorción de conocimiento externo. Un mecanismo importante es involucrar a los clientes, proveedores, contratistas y, en general, los aliados. La utilización de las relaciones comerciales representa entonces una gran fuente de posibilidades de innovar y no perder competitividad, lo cual es un riesgo para la permanencia en el mercado (Dane y Pratt, 2007, Terwiesch y Xu, 2008, Danneels, 2002).
Por su parte, el interrogante fundante en el enfoque de capacidades dinámicas es: ¿Cómo las empresas consiguen y sostienen las ventajas competitivas? Para Teece, Pisano y Shuen (1997), la solución se presenta por la innovación y los procesos de destrucción creativa formulados por Schumpeter (1994). Se trata de obtener nuevas formas de ventajas competitivas avanzadas a partir de los recursos y capacidades existentes en las empresas y renovar las competencias a partir de la comprensión del entorno.
El enfoque de capacidades dinámicas es un enfoque integrador que emerge de la teoría de Recursos y Capacidades (Barney, 1991; Grant, 1991; Amit y Schoemaker, 1993; Peteraf, 1993) y retoma algunos de los planteamientos estratégicos de Selznick (1957) y Penrose (1959) para explicar la obtención de ventajas competitivas. Esta aproximación implica que la empresa debe intentar conocerse a sí misma profundizando en la comprensión de sus recursos estratégicos, para poder formular una visión que permita potenciarlos y desarrollar aquellos que necesita para el futuro (Eisenhardt y Martín, 2000, Acosta-Prado, Longo-Somoza y Fischer, 2013). Es claro que este conocimiento también incorpora en el contexto que fundamentalmente está constituido por territorios físicos.
En esto, la propuesta de Sassen (1999) de la ciudad global es muy interesante si se admite que la existencia de los territorios virtuales es real. Individualmente considerados, los individuos residentes en este se pueden expresar en su narrativa como un mito similar al físico-espacial que distingue a los mercados virtuales y a los habitantes de la nueva territorialidad virtual.
Se entiende que la relación empresa-entorno se produce a través de un proceso similar a lo definido como de coevolución difusa (Janzen, 1980) en la cual las propuestas innovadoras no sólo hacen referencias a capacidades internas de las empresas, también a las múltiples lecturas de las necesidades funcionales de las demandas. En este sentido, Brown y Eisenhardt (1997) definen a las empresas como sistemas adaptativos, señalando que no es la optimización basada en costos la única solución, sino solo una entre muchas.
La dinámica caótica implícita incluida en las capacidades dinámicas acerca el potencial de adaptar recursos y competencias a las relaciones existentes de las empresas con sus entornos. Es decir, de adaptarse evolutivamente, con una diferencia notable respecto del paradigma optimizador neoclásico: no es la lectura lineal en presente del pasado lo que hace mejorar competitivamente a las empresas, sino la construcción compleja en presente de la visión de futuro.
En ambos enfoques se evidencia que lo fundamental para el desarrollo del mercado es la capacidad de adaptación de las empresas a sus entornos y, esto se obtiene a partir de sus recursos y capacidades, sus rutinas organizacionales, sus competencias centrales y sus productos y procesos innovadores mediante aproximaciones de acierto y error.
Pensado de esta manera, el problema de las capacidades dinámicas y de la innovación abierta gira alrededor de la formación de conocimiento útil. Y, esto puede ser posible si se soporta en territorios de cultura innovadora a donde se cree y se recree, o también, si la base social que soporta la innovación se considera en términos muy amplios.
Si se satisfacen estas condiciones, el problema se reduce a los límites posibles entre la utilidad y la oferta de bienes y servicios, mediados por la cimentación estratégica de las empresas, como se plantea en zona achurada de la gráfica 1. En este orden de ideas, los puntos de encuentro entre capacidades dinámicas e innovación abierta se establecen a partir de la base evolutiva resultado de la posibilidad de procesamiento de información proveniente del entorno de las empresas y de sí mismas.
En las líneas siguientes se plantea una explicación evolutiva de la innovación, sobre la base de los dos enfoques presentados.
Supuesto que existe una cultura de innovación y que siempre se está generando ampliación del mercado a partir de cambios en productos o procesos, se podría aceptar que:
Los puntos con estabilidad, con alcance en los mercados globales o territorialmente definidos, se pueden asumir como constitutivos de una metáfora que no sigue patrones estables en el corto y medio plazo, debido al incremento de entropía, resultado fundamentalmente de las nuevas tecnologías de información y su contrapartida expresada en las capacidades institucionales de su procesamiento. En razón a que y pueden depender de las bases de mediciones iniciales, permite asumir que el hamiltoniano en la ecuación (2), expresaría las alternativas cuasi-conservativas del sistema que permiten la existencia de la competencia entre las propuestas de productos y procesos existentes y productos y procesos nuevos y si estos impactan de manera significativa el mercado (Luhmann, 2007; Razeto-Barry y Cienfuegos-Illanes, 2011). En esta perspectiva, la cuasi-conservación del sistema se puede resolver por la vía del tamaño de la escala de producción o por la generación y estabilización de nuevos valores y culturas expresadas como reglas sociales, o un conjunto de ambas opciones.
Se puede asumir entonces, que toda innovación, en corto plazo, es tal si, a su vez, produce cambios socialmente sostenibles en el entorno, sujeto a que el cambio se alinee a las transformaciones internas de las empresas a fin de garantizar sostenibilidad de las organizaciones [1] en el mediano y largo plazo. Ahora bien, el movimiento económico en el entorno (Luhmann, 2007) puede suponerse browniano (movimiento aleatorio y su comportamiento al ser resultado del azar puede concordar o no con el cálculo probabilístico) y, por tanto, el error imputable a su posibilidad de predicción puede ser alta. Sin embargo, la agrupación de empresas, a partir de reconocer la existencia de los puntos con estabilidad y estos en un mapa de industria, puede establecer como plausible los intentos de explicación del comportamiento económico desde una perspectiva evolutiva compleja y, por consiguiente, dejar en este campo teórico a la innovación como propuesta actual diferenciada y diferenciadora de las expresiones en relación con épocas pasadas.
De esto se puede pensar que el problema de las políticas conducentes a la generación de escenarios de innovación, así como sus desarrollos institucionales, se deben procesar prioritariamente desde lo territorial y formular las políticas en sincronía estrecha con los diseños macroeconómicos. Así, los cambios innovadores en las empresas se pueden constituir en los atractores del sistema y permanecer temporalmente como puntos con estabilidad si resuelven la territorialidad a su favor y permiten que existan seguidores que capten rentas en virtud de los neighborhoods effects y de los technological spillovers.
Por tanto, si se asume que este escenario de la competitividad es resultado de una acción innovadora y el cambio en el entorno se define como ampliación o redefinición del mercado, la ecuación que expresa este sentido se puede presentar como:
Se dejan de lado los ciclos económicos y su capacidad destructiva en su fase recesiva, a consecuencia de lo cual el signo de la desigualdad se puede invertir, pero a largo plazo o los territorios adquieren la capacidad de reconvertirse o dejan paso a la construcción de otros en los cuales la creatividad y la innovación desarrollen otros puntos con estabilidad y se generen nuevas propuestas que continuarán ampliando el mercado, transformando los mercados y construyendo nuevas culturas y territorios.
De idéntica forma, como se expresó, el cambio técnico y social reune el conjunto de las dos etapas de Zaltman, Duncan y Holbek (1973). En esta perspectiva, la posibilidad cierta de la innovación se puede presentar como:
Este resultado implica que, en la ecuación (1) se asume que la dinámica del sistema asegura temporalmente su estabilidad con la emergencia de nuevas reglas haciendo que tienda a 1 y asegure que la rentabilidad, o cercanía al escenario E2 del gráfico 1, sea la opción socialmente aceptada. Así, la emergencia de eventos y ajustes evolutivos hacia el medio y largo plazo, implicaran la existencia de entornos inestables y ello permitiría asumir al mercado en permanentes condiciones de no equilibrio, que es evidente si se aceptan los escenarios de competitividad.
Se ha descrito el proceso desde las capacidades dinámicas entendiendo que la perspectiva evolutiva implica que no se puede imponer qué, dónde, ni cuándo se generará un punto con estabilidad que implique las dos etapas definidas como ‘tuplas’, como se ha mencionado anteriormente. Y, a fin de poderse concretar, esto requiere de escenarios en el que participan múltiples propuestas de empresas, gobierno, academia y en general la sociedad.
También y desde la argumentación biológica presentada por Crow y Kimura (2009), se asume que los procesos evolutivos son resultado del azar y en su consolidación las propuestas fundadoras de la variación se pueden organizar como atractores generados desde puntos con estabilidad y se pueden expresar en la condición 5:
En la forma funcional (5) se expresan los cambios en las circunstancias de entorno y de cultura innovadora como un coeficiente de selección que dota de dinámica evolutiva a las ecuaciones 1 y 2. Esta reúne las condiciones del azar y debería ser mayor que la probabilidad de expansión natural o de repetición aditiva del mercado (N). A partir de esta condición, se puede suponer entonces que existen, en el lado izquierdo de la inecuación, múltiples alternativas a reserva que ellas presenten un mayor valor que la expansión lineal.
Si se agrupa la interacción de las empresas en un esquema de líderes y seguidores, como lo formula Stackelberg (Gardner, 1996), y se dota de sentido a las acciones de innovación, se puede asumir que el subconjunto de empresas líderes tiene las mayores posibilidades de tener una ventaja competitiva dinámica, con una contrapartida u ordenamiento institucional que le debe poner un límite legítimo de riesgo para asegurar gobernabilidad y gobernanza. Desde esta perspectiva, se puede presentar el siguiente sistema de formas funcionales como explicativo de los alcances de la innovación.
Supuesto que estas relaciones deben iterar para que se consoliden, se puede llegar a [iv]:
En su conjunto, el algoritmo expresado de la ecuación 6 a la 9 debería satisfacer las consideraciones iniciales expresadas de la 1 a la 5 y el esquema teórico presentado. Su resumen se puede establecer como: supuesta una acción innovadora por un(os) agente(s), soportada en la existencia de un territorio con una institucionalidad pública y privada estratégicamente organizada en sentido de la innovación, esta se transformará en innovación en la medida en que se genera un cambio significativo en la empresa ( ) y una ampliación o consolidación de los mercados (g), garantizando con ello una dinámica de largo plazo cuyo resultado es la sustentabilidad y perdurabilidad de las empresas. Se puede reiterar que, para que sea posible, se precisa de un territorio en el cual las empresas generen los fundamentos y/o la acción innovadora y garanticen las condiciones institucionales que estimulen todo el proceso mediante la activación de políticas deliberadas, encaminadas a implementar estrategias apropiadas, en un marco macroeconómico muy flexible, orientado hacia la participación eficaz en los mercados más dinámicos y la ampliación y consolidación de los mercados locales.
En este entorno, supuesta una industria con propuestas innovadoras, la ecuación 6 define que las probabilidades de ese conjunto deben ser mayores al promedio y la característica de líder innovador se asume al acercarse al escenario definido como E2 en el gráfico 1 y expandir su influencia mediante cooperación o competencia. Estos cambios, para el mantenimiento de condiciones de unos mínimos de estabilidad requeridos para que el sistema no explote (burbujas), precisan que exista una identidad dinámica entre las posibilidades del conjunto competitivo y el estado de la sociedad expresado como hamiltonianos, presentados en la forma funcional 2.
Por su parte los resultados de las acciones innovadoras y las ampliaciones de mercado deben ser mayores, en términos de probabilidad, que los intereses de los sectores tradicionales (forma funcional 5). De igual manera, el riesgo debe ser mayor que los rendimientos promedios para, de esta manera, estimular a los empresarios a buscar su captura, mediante la competencia por diseñar las propuestas más eficaces y eficientes.
Una pregunta puede resumir este apartado ¿se puede desarrollar innovación a partir de la existencia de una territorialidad? Se puede aceptar que un territorio está definido por una cultura dinámica y homogénea en grado suficiente que contenga, como mito, una geografía. Se establece la existencia de una territorialidad como un proceso social caótico en la cual operan: por un lado, agentes y agencias; y, por otro, individuos que expresan narrativas y comportamientos a partir de los cuales se entretejen los todos lazos de confianza/desconfianza que permiten establecer una suerte de sentimiento territorial (Weber, 2002).
Por ello, a la innovación se le acotó en los anteriores apartados y en este se busca concretar la relación con el territorio a partir de lo formulado por Zaltman, Duncan y Holbek (1973). Se puede aceptar que si bien, la competencia en los mercados hoy está marcada por la existencia de los mercados más competitivos o globalizados, las relaciones de cooperación entre firmas no sólo aparecen en sentido de la provisión de bienes y servicios intermedios, también a través, entre otros, de mecanismos como las licencias y franquicias. Y, eso, corresponde a capacidades de innovación que expresan desarrollo de mercado a partir de las empresas.
En el paso previo al mercado, es necesario construir prototipos o ensayar variantes de los procesos en los territorios a fin de establecer, por un lado, la nueva estructura empresarial y sus nuevas rutinas. La cooperación puede permitir fragmentar el desarrollo de innovación y bajar costos utilizando diferentes capacidades instaladas en los diferentes territorios participantes y, en esta cooperación se potencian capacidades que terminan por consolidar los territorios.
Son en esencia territorios con sistemas flexibles de especialización y de producción, una estructura de grandes empresas y Mipymes altamente articulados, con capacidades de generación de conocimiento nuevo y de vigilancia de los desarrollos tecnológicos en otros territorios y al interior de los mismos, aunados a un alto concepto de descentralización y autonomía, así como un respaldo central que permita desenvolver las actividades entre reglas claras, estables y para todos. En referencia a este tipo de organización social, para Méndez
los parques tecnológicos y científicos se convirtieron durante la década de los 80 en los protagonistas fundamentales de los estudios dedicados a establecer las interrelaciones existentes entre innovación tecnológica, desarrollo regional y ordenación del territorio, al ser espacios delimitados y urbanizados para albergar empresas e instituciones que hiciesen posible la promoción de actividades innovadoras y la consecución de una efectiva sinergia positiva entre la ciencia, la tecnología y la industria (Méndez, 2000).
En el sentido de la economía evolutiva se puede argumentar que el conjunto de hábitos, rutinas, reglas sociales y normas legítimas establecen el terreno en el cual los actores, agencias e individuos buscan obtener un rendimiento deseado de sus acciones, a partir de reducir la complejidad de la información de sus entornos, cuyo resultado es obtener una adscripción funcional al territorio (Nelson, 2008; Bueno, Acosta-Prado y Longo-Somoza, 2010). Esta estructuración social permite que la integración entre oferentes se desarrolle en el sentido de la cooperación y permite abordar, desde los territorios, la participación en escenarios competitivos de mayor alcance (Lundvall, 1992a), como los mercados globalizados.
Este aprendizaje requiere de un entorno institucional, cultural, educativo con capacidades y competencias muy desarrolladas de los individuos, en un marco de relaciones laborales apropiadas, desarrollo de esquemas de confianza intra-firma e inter-empresas para el intercambio de conocimientos y un sistema financiero proclive al riesgo que implica la innovación. Este proceso de reconocimiento con autonomía necesita, como lo muestran los Distritos industriales del Norte de Italia por ejemplo, de la vecindad espacial que provea la existencia de territorialidades consolidadas basadas en el conocimiento útil (Lundvall, 1952b y Lundvall, 2004). En este sentido, la existencia de la territorialidad facilita el desarrollo del conocimiento científico, que tiene por definición su implementación en el sistema de ciencia, tecnología e innovación, por ejemplo, la Comunidad Autónoma del País Vasco (España), el Estado de California (Estados Unidos de América) o el Estado de Karnataka (India).
Estos esfuerzos, de cara a las necesidades de competir en los nuevos escenarios ha implicado desde finales del siglo pasado la refundación del sentido de la territorialidad, a partir de entender que es con las culturas geográficamente asentadas que se puede ir a los mercados globales e hibridarse (Nederveen, 2015), en un proceso de construcción dinámica. En este se demandan capitales foráneos y aprender de otras culturas. Pero, sobre todo, estrechar los lazos de los agentes, agencias e individuos territorialmente reconocidos, es decir, de la cultura propia sincronizada con una clara especificidad de activos.
- Primero, esta reflexión sobre investigación concluida, acerca de los problemas de la creatividad para la generación de productos o servicios nuevos y la construcción de mercados, tiene como base académica dos concepciones acerca de la innovación: a) esta se fundamenta en la innovación empresarial y, b) en que la innovación se implementa a partir de políticas. - Segundo, para esto se propusieron varias consideraciones. Entre ellas: 1) Se asumió que los cambios y la adaptación presentados por las empresas hoy son más rápidos en relación con otras épocas de la historia. 2) Los cambios se pueden aceptar dentro de un proceso dinámico evolutivo en razón de la velocidad de intercambio de información y a la rápida ampliación de la frontera del conocimiento. 3) Dada las velocidades y dinámicas de los cambios, estos se pueden proponer desde la geometría hiperbólica u otras geometrías y su capacidad de explicar los ciclos.
- Tercero, una empresa al ser la gestora de la innovación, sólo puede concretar una posibilidad que incorpora a muchos sectores como educación y gobierno, entre otros. Así, la competitividad fuerza a que sean muchas empresas las que interactúen para solucionar problemas y, esto, se resuelva en un escenario innovador territorialmente definido.
- Cuarto, la condición necesaria y suficiente para que la innovación sea plausible requiere, como plantea el Embedding Theorem (Nash, 1966), que cada momento o infinitésimo de la curvatura o expresión geométrica de la producción, asimilable a una empresa, se pueda considerar como un espacio en el cual el piso de la acción se debe establecer sobre la base de la optimización de costos y factores, es decir, que se genere como producto en un tamaño de escala de producción para que sea rentable en rendimientos, como lo presenta Grant (1991).
- Quinto, se necesita cultura innovadora y esta tiene definiciones nacionales e implementaciones locales en las cuales concurren empresas, universidades, gobiernos y en general la sociedad territorialmente definida. A nivel de empresa, la innovación es la fuente de crecimiento o de fracaso más dinámica en la actualidad y, en tanto existe riesgo e incertidumbre en la toma de decisiones conducentes a implementarla, el problema a resolver es que se pueda consolidar de manera favorable el límite propuesto en la ecuación 4, en virtud de los neighborhoods effects y technological spillovers para consolidar industrias competitivas en el sentido de Hart (2013: 14 y ss).
El resultado muestra los auges y caídas de grandes empresas y territorios tanto en un ciclo de expansión de los mercados como de recesión. Aunque esto ha sido expuesto de manera suficiente, el riesgo por capturar el mayor número de rentas podría ser el mayor acicate para la competencia y que pareciera estar siempre cercano a la burbuja inflacionaria.
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1. Doctor en Estudios Latinoamericanos. Profesor de la Universidad Autónoma del Caribe. Correo electrónico nestor.sanabria@uautonoma.edu.co
2. Doctor en Dirección y Organización de Empresas. Profesor de la Universidad Externado de Colombia. Correo electrónico: julioc.acosta@uexternado.edu.co
3. Doctor en Ciencias Sociales. Profesor de la Universidad Autónoma del Caribe. Correo electrónico gustavo.rodriguez51@uac.edu.co
4. Con base en el teorema de Birkhoff (Sempi, 2005), puede asumirse el desarrollo de innovación, como punto con estabilidad, que se direcciona en todos los sentidos y que la potencia de la innovación es solo explicable por sus dimensiones en el norte de su capacidad de interpretación y afectación de reglas y normas sociales. Esto es claro si se acepta que no existe una información con dirección lineal.
ii. Se define como una función gamma expresable como una combinatoria de funciones de distribución de probabilidad, lo cual implica que las funciones representativas de las acciones derivadas de las estrategias empresariales de innovación no son continuas y que estas son plausibles en la medida en que interactúen con otras empresas dentro de dominios territoriales. En términos económicos representan los hechos y objetos puntuales de innovación resultados de competencia y/o cooperación.
iii. Conjunto compuesto por la unión de subconjuntos disyuntos medibles de empresas líderes y sus áreas de influencia (enlaces y asociaciones) y sus entornos. Estos conjuntos deben ser representables como una sucesión ordenada a fin de establecer una estructura de industria.
iv. Expresado en términos de probabilidades. En esta presentación resumida no se asumen iteraciones que pueden amplificar el fenómeno evolutivo o condenarlo al fracaso.