Espacios. Vol. 35 (Nº 1-Especial) Año 2014. Pág. 6 |
Aproximación metodológica a una medición del desarrollo sustentable y la competitividad en un destino turísticoValuing heritage for the development of tourism offer in Ciudad BolivarArturo MORENO 1 y Arnoldo PIRELA 2 Este trabajo contó, entre otros, con el apoyo de ECOS-Nord-FONACIT y del Laboratorio de Innovación y Aprendizaje (LIA). Es uno de los resultados del Proyecto: “Petróleo, tejido productivo y turismo en la cuenca del río Orinoco ¿qué opciones para un desarrollo sustentable de los territorios?” y del Proyecto LOCTI: “Tejido Productivo y Turismo en Venezuela: Innovación y Desarrollo Sustentable”. |
Contenido
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IntroducciónVenezuela está fuertemente dotada de recursos naturales, los que podemos clasificar esencialmente en dos tipos muy distintos. Ambos están sujetos a lógicas de desarrollo y explotación muy diferentes, demandan escalas económicas y formas de gestión y control claramente diferenciables, al igual que son otros los actores y las culturas organizativas que se involucran con unos y otros negocios. La explotación de ambos recursos tiene además un poder de impacto sobre el medio ambiente natural y humano de muy clara y diversa escala y naturaleza, y están sujetos a mecanismos de control o remediación también muy diferentes. No obstante, hay interesantes puntos de encuentro o contacto en la lógica económica de un tejido productivo y de servicios nacional o local y en relación con la competividad que un país o región puede desarrollar para ambos recursos naturales. Estamos hablando, por una parte, de la industria de los hidrocarburos, incluida la compleja trama de industrias y servicios relacionados aguas arriba y aguas abajo con la explotación de esa cadena productiva. Por la otra, nos referimos al amplio y transversal sector del turismo, pensando particularmente en las nuevas tendencias relacionadas con el disfrute de los ambientes naturales, la recreación, los servicios personales, el ocio o la utilización del tiempo libre bajo principios de desarrollo sustentable. Durante los últimos cien años, desde finales de la primera década del siglo XX, la actividad más importante de explotación de los recurso naturales que identifica a Venezuela ha sido la extractiva, fundamentalmente de hidrocarburos líquidos. Casi 300.000 millones de barriles de reservas probadas, mayormente de crudos extrapesados, dan cuenta hoy del esos recursos sobre los cuales está asentada la nación Venezolana. Ubicados en cuatro grandes cuencas petrolíferas que se originaron como consecuencia de la geomorfología de los sistemas de montañas del Caribe y los Andes. A groso modo, la del Caribe separó la cuenca de Margarita de la Oriental (incluida la Faja Petrolífera del Orinoco). Mientras que el ramal venezolano de los Andes separó a las cuencas de Maracaibo de la de Barinas-Apure. Tanto las cuencas de Barinas-Apure como las de Margarita y Oriente con la Faja del Orinoco se contraponen al Macizo de Guayana y al resto del sur de Venezuela en donde no hay hidrocarburos, sino selva húmeda y minerales de gran valor: oro, diamantes, hierro, bausita y otros. La actividad extractiva de los hidrocarburos construyó una economía nacional y prácticamente que una nación, pues gracias al petróleo Venezuela logró salir de la miseria que aturdía a una gran mayoría de la población consecuencia de un largo siglo XIX de guerras con su secuela de destrucción. Pero al mismo tiempo, se trata de una economía que cada vez se hace más exclusivamente dependiente del petróleo crudo y por tanto Venezuela es un país demasiado expuesto a los bruscos ciclos de los precios internacionales de los hidrocarburos y a los varios tipos de “shocks” que puede ocacionar. Los criterios con los cuales se maneja la explotación de ese recurso, particularmente después de las crisis energética de los años 70’s, cada vez más limitan u obstaculizan el desarrollo nacional, promoviendo la inestabilidad económica y política y no sustentabilidad del modelo: tremendas desigualdades sociales y económicas, gigantescos pasivos ambientales, grandes debilidades competitivas y un desequilibrio estructural hasta ahora sin salida. Pero el fenómeno no es exclusivamente venezolano, al punto que para dar cuenta de este tipo de procesos se han construido teorías y enfoques que intentan explicar las paradójicas consecuencias negativas de tal explotación de los recursos naturales, con proposición de soluciones de diverso calibre. En términos académicos estamos hablando de un derivado de los estudios sobre la llamada “Enfermedad Holandesa” 3, o la perdida de competitividad del resto de los sectores en la economía de un país, en la medida de los altos ingreso y alta rentabilidad de un emergente sector petrolero. Estos trabajos tuvieron gran relevancia a raíz de la “Crisis Energética” de los años setenta, por las distorsiones que inicialmente provocaron los hidrocarburos del Mar del Norte en las económicas de Holanda, Noruega, Inglaterra, Escocia 4. El otro tipo de recursos naturales que posee Venezuela es un muy proclamado potencial turístico, apreciable en el extraordinario patrimonio natural de costas e islas caribeñas, imponentes ríos, magníficas cordilleras andinas, con grandes extensiones de territorio bajo diversas formas de protección o regulación y una las regiones con mayor diversidad biológica de la tierra. Además, están las muy extensas selvas tropicales, prístinas o casi prístinas en su gran mayoría; en donde aflora por todas partes, casi a simple vista un diverso y complejo proceso de transformaciones geológicas desde los tiempos de la existencia de Pangea, cuando todo el territorio que hoy ocupan los venezolanos era parte de un gran desierto; incluso más atrás, cuando se formó el hoy llamado Macizo o Escudo Guayanés, mucho antes de que los continentes se unieran para formar Pangea. Pero hasta ahora ese potencial es de muy escasa importancia económica (unos 500.000 visitantes en el año 2011, según cifras oficiales disponibles; último entre los destinos nacionales de América Latina) y posee niveles cada vez más bajos de competitividad: según “The Travel & Tourism Competitiveness Reports” (2011 y 2013) (World Economic Forum), Venezuela se ubicó en el 2009 en a posición No. 104 de 139 países considerados, bajó al puesto 106 durante los años 2010, 2011 y 2012; y aún más abajo (113) en el 2013. No obstante, Venezuela figura en la posición No. 9 por la competitividad de sus “Recursos Naturales” y No. 1 en “Áreas Protegidas”; También No.1 en el precio más bajo del combustible. Por otra parte, el turismo es una de las actividades económicas con mayor potencial para redistribuir de manera efectiva el ingreso, en la medida de su capacidad para encontrar un equilibrio entre las áreas más desarrolladas y las más pobres de un determinado territorio o destino turístico. Sin embargo, sobre todo en modalidades de turismo masivo sin criterios de sustentabilidad, la retención neta del gasto turístico varía considerablemente de un destino a otro, evidenciando que no todos son capaces de aprovechar las oportunidades que la actividad turística ofrece a partir de la integración con otros sectores en el ámbito local (Sharpley, 2002), Entonces podemos afirmar que los hidrocarburos y los potenciales más importantes para el desarrollo del turismo están localizados en dos territorios muy diferentes, y a groso modo cada uno representa cerca del 50% del territorio nacional. Además, están casi que perfecta y naturalmente delimitados por el curso del río Orinoco. Esta dicotomía, podríamos decir, es un fenómeno que, de esa manera, distingue un tanto a Venezuela de entre otros países ricos en hidrocarburos que explotan hidrocarburos en territorios que compiten con el desarrollo del turismo, particularmente el turismo de naturaleza. Este trabajo que hoy presentamos se inscribe dentro de un esfuerzo de investigación, desarrollo e intervención que hemos venido desarrollando desde hace varios años y que se propone explorar las posibilidades de complementación entre estos dos sectores. Es decir, la manera en que se puede diseñar una estrategia de desarrollo que facilite la integración coherente y de suma positiva entre la explotación del petróleo y otros hidrocarburos que muy difícilmente Venezuela abandonaría y las actividades relacionadas con el turismo de naturaleza, particularmente en la región oriental y sur de Venezuela; en donde están la mayores reservas probadas de petróleo pesado y extrapesado del mundo, en la margen izquierda del río Orinoco, y el mayor potencial de desarrollo del turismo de naturaleza y con criterios de sustentabilidad, en la margen derecha. ¿Cómo y para qué un modelo de medición de la competitividad en turismo?Partimos de una idea básica: la construcción de un tejido productivo y de servicios integrado es la clave de un desarrollo sostenible y explica en gran medida la vulnerabilidad ante los dramáticos ciclos de altas y bajas en los preciso del petróleo, en países como Venezuela. Sobre estos aspectos hemos trabajado abundantemente y precisado la compleja trama de causas y consecuencias que ha enfrentado Venezuela (Pirela et al 2000 y 2003, y Pirela 2006). Trabajos anteriores cuyo centro de atención son las cadenas de valor relacionadas con los hidrocarburos. Del mismo modo, la clave del desarrollo de la actividad turística es la complementariedad entre recursos y actividades que va mucho más allá de las estricta y directamente involucradas en la atención a los turistas. Además, esa complementariedad que puede ser tangible o intangible, es proporcionada por redes formales e informales de actores. Pero para estudiarlas y medirlas es necesario, en este caso, poner el énfasis sobre las empresas implicadas en la prestación de servicios turísticos, incluso en la producción de bienes que van directamente destinados a satisfacer las inquietudes de los turistas. Para evaluar cómo la formación de redes de empresas intensifica las complementariedades, permitiendo a los destinos turísticos ofrecer un producto turístico más integrado y por consiguiente construir su ventaja competitiva, como bien lo expresa Sáez, C. A. (2009), en su trabajo sobre Micro-Clúster Turísticos en zonas rurales deprimidas. Cuando se estudia cómo está compuesto el tejido productivo del turismo de un destino, es imprescindible analizar las relaciones de cooperación y competencia que se establecen entre un gran número de proveedores y compradores. Por mucho, son estas interacciones las que determinan el nivel de integración entre las empresas de economías turísticas y por consiguiente los impactos de estas sobre el desarrollo sostenible de los destinos. Un enfoque que resulta muy útil para el estudio del tejido productivo, lo encontramos en el concepto de clúster, elaborado inicialmente por Michael Porter en términos de “Un grupo geográficamente próximo de compañías interconectadas e instituciones asociadas, en un campo particular, vinculadas por características comunes y complementarias. Incluyendo compañías de productos finales o servicios, proveedores, instituciones financieras y empresas en industrias conexas” (Porter 1991). Estos postulados han alcanzado ya un gran nivel de desarrollo por muchos autores, aplicados a casi todos los sectores y actividades productivas y de servicios 5. También echamos manos de estos conceptos cuando adelantamos una amplia gama de trabajos en diversos sectores 6 (Pirela, Rengifo, Arvanitis y Mercado 1993; Pirela 1993), y particularmente en relación con la industria petrolera, petroquímica, química y de procesos en general sobre el cual logramos un alto nivel de desarrollo conceptual, así como de desarrollo de herramientas empíricas de medición 7 (Pirela et al 2000 y 2005) incluso de simulación de decisiones 8 que debemos considerar como una de las bases y antecedente de este trabajo sobre el sector turismo. También hay muchas otras experiencias muy útiles de que echar mano, pues en años recientes se ha iniciado un movimiento que favorece el establecimiento de clúster turísticos, convirtiéndose en una herramienta para la planificación y el desarrollo del sector, además de un objeto de estudio o investigación 9. Por otra parte, han crecido desde hace un par de décadas numerosas iniciativas individuales y colectivas a lo largo de la cadena de valor turística, que se proponen corregir las abundantes evidencias de que las actividades turísticas pueden contribuir a la degradación no solamente de los sitios visitados pero también de las condiciones de vida de la población local, por tanto se proponen orientar la actividad turística hacia formas de desarrollo sustentable. Si un destino turístico es en esencia un sistema de actores que cooperan y compiten entre sí, para ofertar productos turísticos integrados, se hace entonces necesario plantear estrategias de desarrollo local, con una visión más allá de la comercialización como tradicionalmente se ha venido haciendo. Es imprescindible estimular la conformación de redes y la creación de clúster turísticos (tanto micro como macro-clusters) en tanto que vía para desarrollar un tejido productivo integrado, con capacidad para innovar y ser competitivo al mismo tiempo que cooperativos (Pirela 2009) 10. La importancia de estudiar el tejido productivo en un determinado destino turístico cualquiera, requiere del diseño de un instrumento capaz de medir con cierta rigurosidad los diferentes componentes del mismo; como una manera de compartir información que favorece al destino como un todo. Son estos los factores que nos llevaron a plantearnos la transferencia y adaptación para el sector turismo de una experiencia de medición para la conformación de clusters en el sector de proveedores de la industria petrolera (Pirela et al, 2000, 2003 y Pirela 2006). En este caso el punto de partida son los conceptos generalmente aceptados sobre sustentabilidad o sostenibilidad que procuran un equilibrio entre tres grande dimensiones estrechamente relacionadas: económica, social y ambiental 11. Pero es bueno aclarar que no es nuestra intensión, en este nivel de desarrollo del trabajo, pasar a la fase de prueba del instrumento o de desarrollo empírico. Definición de los indicadoresEs importante señalar que hacemos un esfuerzo de operativización del concepto general de sustentabilidad para poner en juego, de la manera más amplia, un conjunto de variables que cruzan las líneas que separan las tres dimensiones (económica, social y ambiental) y se hacen efectivamente transversales. Al punto que no hacemos explícita la noción de sustentabilidad en la denominación de los indicadores sino que hablamos de Integración del Tejido Productivo. Se trata de un enfoque se sistema y damos nombre a los indicadores que puedan ser más amigables para el manejo de empresarios y gerentes de las instituciones que prestan servicio al turista. En consecuencia, para hacer la más fiel representación de la complejidad del tejido productivo del turismo en un sitio como Ciudad Bolívar, el caso de estudio, desarrollamos esta estructura de indicadores que se divide en tres (3) principales o de primer nivel, a los cuales denominamos “Condiciones socio-educativas y culturales”, “Gestión ambiental y desarrollo” y “Gestión de productos y servicios turísticos” que en términos generales cada una hace un mayor énfasis en los aspectos Sociales, Ambientales y Económicos, respectivamente. Pero insistimos, es un asunto de énfasis no de variables distintas. Entonces en cada una de las tres hay aspectos directamente relacionados con las otras dos dimensiones. Los indicadores de primer nivel formulados en correspondencia con cada dimensión antes mencionada, pueden leerse también de manera independiente pero eso no elude que intrínsecamente son complementarios, es decir, cada uno es capaz de medir los aspectos que le son propios, sobre la base de los énfasis correspondientes, y al mismo tiempo dar cuenta de las relaciones con las otras dimensiones. Sin embargo por si solos no serían capaces de medir con precisión el nivel de integración del tejido productivo del turismo, y es allí donde la complementariedad tiene una gran utilidad. Hay que aclarar que de manera deliberada eludimos considerar rentabilidad o retorno de las inversiones. No sólo porque ella tiene una metodología económica absolutamente clara y definida, sino además que asumimos que esta debe ser independiente, es decir: un factor necesario o dado para que se haga la inversión y para mantener en operación la empresa o negocio, incluso si es de propiedad pública. Esto además nos permite eludir las dificultades a la hora de obtener información confiable sobre este asunto. Así construimos un árbol de indicadores con variables interrelacionadas, donde cada indicador de primer nivel se subdivide en varios indicadores de segundo nivel, y estos a su vez en otros de tercer nivel, conformándose de la siguiente manera:
Los indicadores están organizados en forma jerárquica, lo que permite que los resultados puedan ser analizados con diferentes niveles de agregación. Y en cuanto al cálculo o procesamiento, ya definido el árbol de indicadores y la estructura de las ponderaciones, se ejecuta el cálculo comenzando por las variables con sus ponderaciones asignadas. Una vez hecho el cálculo para las variables que forman parte de cada indicador de nivel superior, este valor se obtiene de la suma de las ponderaciones correspondientes y dividida por el máximo valor que es posible alcanzar. Esta proporción o porcentaje indica la situación de la empresa en ese aspecto particular. El procedimiento se repite para calcular los indicadores de ese nivel y los de orden superior. Finalmente obtendremos un valor que sintetiza la conducta más general de la empresa en relación con los criterios de experto sobre el tema de turismo y desarrollo sustentable. El primer cuadro (Fig. 1) presenta el primer y segundo nivel de la estructura de indicadores propuestos, y en las siguientes figuras se muestran el segundo y tercer nivel respectivamente. A continuación se presenta cada una de estas estructuras o árboles de indicadores: Fig. 1: indicadores para evaluar el tejido productivo del turismo en un destino Indicadores de primer nivel
Indicadores de segundo nivel del indicador condiciones socio-educativas y culturalesCondiciones socio-educativas y culturales (Fig. 2) mide el conjunto de actividades desplegadas por la organización, susceptibles de generar las condiciones para el óptimo desarrollo de una cultura de la sostenibilidad. Este indicador se desagrega en cinco (5) indicadores de segundo nivel:
Indicadores de tercer nivel del indicador condiciones socio-educativas y culturales
Fig. 2: cuadro de indicadores para evaluar el tejido productivo del turismo en un destino Indicadores de segundo nivel del indicador gestión ambiental y desarrolloGestión ambiental y desarrollo (Fig. 3) mide el conjunto de prácticas y mecanismos implementados y desarrollados por las organizaciones para alcanzar un adecuado equilibrio entre la gestión del medio ambiente y el desarrollo de un determinado territorio. Este indicador se desagrega en siete (7) indicadores de segundo nivel:
Indicadores de tercer nivel del indicador gestión ambiental y desarrollo.
Fig. 3: indicadores para evaluar el tejido productivo del turismo en un destino Indicadores de segundo nivel del indicador gestión de productos y servicios turísticosGestión de productos y servicios turísticos (Fig. 4) mide la cantidad y tipos de los productos y servicios que conforman un destino turístico, considerando también los canales de comercialización de la organización y las vinculaciones comerciales. Este indicador se desagrega en cuatro (4) indicadores de segundo nivel:
Indicadores de tercer nivel del indicador gestión de productos y servicios turísticos.
Fig. 4: indicadores para evaluar el tejido productivo del turismo en un destino Reflexiones finalesHay muchos sistemas de indicadores de competitividad, todos de alguna manera en línea con los conceptos del gran acuñador del término: Michael Porter. Los hay de carácter internacional, con metodologías destinadas a medir la competitividad de unas naciones con relación a otras. Otros son de carácter nacional y están destinados a medir la competividad de unas empresas o sectores con relación a otras u otros, o entre regiones de un mismo país. Todos están compuestos por diversas mediciones de productividad que son obviamente de gran importancia, cuyo origen y carácter es numérico, junto a otras variables más subjetivas o complejas de considerar y por tanto de medir: algunas variables apuntan a los aspectos internos de la empresa, la innovación y la capacidad innovadora es siempre un paquete muy amplio de aspecto claves que monitorear, y otras ponen el ojo sobre el contexto sectorial o la dimensión territorial y el marco institucional correspondiente; incluso ya se hacen intentos por integrar muchos de los más complejos y controversiales aspectos relacionados con las dimensiones ambientales y sociales o las políticas que favorecerían la sostenibilidad de los procesos de desarrollo económico nacional, regional o local. The Global Competitiveness Report (World Economic Forum) está entre los más complejos y conocidos sistemas compuestos de indicadores para un benchmarking de pretensiones globales, y se autodefine como: “El conjunto de factores, políticas e instituciones que determinan el nivel de competitividad de un país, tomando en cuenta su nivel de desarrollo”. Es un sistema gigantesco y muy complejo que involucra a más de 160 instituciones alrededor del mundo, que combina en su última edición 2013-2014 un “survey” a 15.000 ejecutivos de negocio, con los datos provenientes de más de 5.600 organizaciones internacionales. Mientras tanto, un número cada vez mayor de países, como parte de sus inquietudes frente a la necesidad de generar políticas que favorezcan la estabilidad de sus economías, han desarrollado sus propios sistemas de medición de la competitividad, en muchos casos con el respaldo de prestigiosas instituciones académicas; o vinculados con organizaciones internacionales a las cuales pertenecen, como la OECD u otras. En esta categoría quisiéramos destacar los sistemas de indicadores en dónde la variable local entra en juego de manera sustantiva, en la medida que intenta medir la potencia competitiva de un territorio local delimitado, prestando atención a los “cluster” particulares que “hacen vida”, por decirlo de alguna manera, en ese territorio. Cabe reseñar el “Harvard Cluster Mapping Proyect”, liderado por el propio Michael Porter y cuyo equipo de investigación está todavía en etapa de desarrollo de un “website”, a la fecha de terminar este artículo todavía en versión “alpha”, y titulada: “US Cluster Mapping” 14 En la materia específica de indicadores de desarrollo sostenible (Schuschny & Soto, 2009, p17-19) 15 identifican cuatro tipos distintos de indicadores de la categoría que denominan “compuestos” 16 : 1) indicadores basados exclusivamente en las ciencias naturales, o que agregan directamente mediciones físicas sobre distintos medios o sustratos naturales; 2) indicadores de desempeño de políticas, que se refieren a “estándares regulatorios”, como los “límites a las emisiones” y muchos otros; 3) indicadores basados en criterios contables, en dónde la agregación se realiza con “imputaciones monetarias a variables que no son usualmente cuantificadas en términos monetarios”, por ejemplo las llamadas “huellas” que son “índices de requerimiento de materiales”; y 4) indicadores sinópticos, que “se construyen a partir de la agregación ponderada bajo cierto criterio, de la información que se considera relevante sobre el tema a describir”. En está última categoría o tipo de indicadores incluyen como ejemplos al Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, así como el Índice de Sostenibilidad Ambiental o el Índice de Desempeño ambiental desarrollado en la Universidad de Yale. Finalmente, hay varios sistemas de indicadores de competitividad desarrollados para responder a las especificidades del sector turismo. Ya hicimos referencia al “Travel & Tourism Competitiveness Reports” desarrollado por el World Economic Forum, que es obviamente de carácter internacional. Pero hay también sistemas que apuntan a la comparación entre regiones o provincias de un país, como MoniTUR, que en el 2009 inició su camino para, con una perspectiva empresarial, “... ponderar la posición turística competitiva y relativa de las diversas Comunidades Autónomas españolas” 17. También en América latina, particularmente en el mundo académico hay algunos llamados para que el estado se ocupe del asunto, como por ejemplo en México, con la perspectiva de un benchmarking para el seguimiento de la sustentabilidad de la actividad turística y su impacto en el desarrollo local (González T., Lucía, 2010) 18 Nuestra aproximación en este artículo es el de presentar una metodología para la medición del desarrollo sustentable y la competitividad, o del desarrollo de la competitividad sustentable, en un destino turístico local. Es un intento por combinar los aspectos relacionados con la competitividad empresarial, que en general calzaría en la categoría que denomina CEPAL como “indicadores sinópticos de desarrollo sostenible”, es decir como agregación de variables; especificando que en nuestro caso la ponderación (o el peso específico de cada variable y sub-indicador del árbol general de indicadores) se completa sobre la base de criterios de expertos en turismo sustentable. Es entonces un sistema de indicadores sobre elementos esenciales de la gestión competitiva de empresas que operan bajo esquemas de desarrollo sustentable, con una validez exclusivamente sectorial, específicamente para el sector turismo; y con un fuerte anclaje en la visión compartida por todos los actores respecto al destino turístico. Es decir, con la mira puesta en el fortalecimiento de una visión de cluster que favorezca la competitividad de cada unidad empresarial al mismo tiempo que construye mecanismos de cooperación para una gestión sustentable del desarrollo del territorio con su patrimonio natural y cultural. Por otra parte, apuntamos no sólo a objetivos de medición y comparación, o benchmarking, sino que se propone como un sistema que facilita el aprendizaje compartido entre los participantes que voluntariamente incorporan su información al sistema. Es obviamente un esquema de red social que promueve la utilización de estas herramientas TIC’s entre operadores turísticos privados o comunitarios que normalmente son bastante pequeños y carecen del músculo suficiente para tener acceso a mecanismos de comparación o de certificación internacional. BibliografíaBERRY, Albert (2008). 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