Francisco García Fernández* y Ana Emilia Cordero Borjas**
Recibido: 23-01-2010 - Aprobado: 17-06-2010
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Desde la década de los 80 (aunque hay muchos trabajos que anteceden a esta fecha) irrumpe en el debate académico un enfoque crítico a la corriente convencional de la economía acerca de la tecnología y el crecimiento económico, que ha sido llamado evolucionista, estructural o neoschumpeteriano.
El desarrollo de esta concepción (alternativa a la ortodoxa) sobre la innovación y el cambio tecnológico ha estado determinado por la contradicción que se produce entre: a) el enfoque convencional de la tecnología, cuyo tratamiento predominantemente atemporal, como variable exógena y "conjunto de instrucciones" es particularmente inadecuado para lidiar con los procesos de cambio; y b) la necesidad de explicar el cambio tecnológico y los procesos innovadores en su estructura interna, su papel en el proceso de reestructuración de las economías, así como la posición de éstas en la economía mundial.
El enfoque tradicional neoclásico ha abordado la tecnología partiendo de determinados supuestos que se materializan en las curvas de producción isocuantas y que dan lugar, a su vez, a una función de producción en la que el cambio tecnológico se asume como el tránsito de una función de producción a otra que se traslada hacia el extremo superior. A lo sumo, es capaz de focalizar dos posiciones distintas bajo la óptica de la estática comparada, donde el proceso de transición es dejado de lado.
En este marco, el cambio tecnológico ha merecido referencias secundarias, casi siempre bajo el rótulo sugestivo de "selección de técnicas", entre las que sobresale el criterio de racionalidad microeconómica optimizadora, atribuida a la empresa capitalista frente a alternativas tecnológicas predeterminadas o, como decía Joan Robinson, dadas "por Dios y los ingenieros". Es a partir del cambio que se produce en el objeto central de la economía, con el desarrollo del marginalismo y el triunfo de la metodología positivista, lo que llevó a que la economía abandonara casi completamente el estudio de las relaciones entre el cambio tecnológico y el desarrollo económico.
La teoría evolucionista sobre el cambio tecnológico tiene en J.A.Schumpeter a una de sus fuentes teóricas más reconocidas, para este economista la innovación constituye el principal motor del desarrollo económico. Schumpeter adopta un modelo evolutivo de análisis de los fenómenos económicos, en donde el empresario, como agente innovador, desempeña una función decisiva. Esta corriente del pensamiento económico centra su atención en el análisis de los procesos de generación y difusión de nuevas tecnologías en relación con su naturaleza e impactos, destacando su interrelación con la dinámica industrial y la estructura de los mercados y, en este último caso, incluso construyendo modelos de simulación. Los criterios metodológicos son el desequilibrio y la incertidumbre; y el principio teórico es la competencia.
En el sistema conceptual que se propone desde esta corriente, ocupan un lugar central los conceptos de paradigmas y trayectorias tecnológicas, siendo desarrollados originalmente por R. Nelson, S. Winter y G. Dosi desde una perspectiva microdinámica, y posteriormente por C. Freeman y C. Pérez pero con una visión macro en cuanto al paradigma en particular y su relación con los ciclos largos inherentes al desarrollo económico. Un concepto poco explorado teóricamente pero de un profundo corte evolucionista ha sido el de capacidades tecnológicas, el cual ha tenido una repercusión muy importante en la medida en que se ha convertido en un objetivo de las políticas económicas, tanto de las empresas como de los gobiernos que están interesados en su construcción para a través de ellas disponer de ventajas competitivas en determinados sectores o industrias.
Partiendo de lo ya expuesto, el trabajo tiene como propósito describir los avances del proceso de construcción de capacidades tecnológicas (CT) en las regiones de México. Para ello, se realizó un análisis descriptivo y un análisis inferencial que permitió en primer lugar, describir las esferas: Infraestructura, la Base disponible en cuanto a Recursos Humanos, el Potencial y Esfuerzos para la construcción de Capacidades Tecnológicas (CT) y los Resultados de la construcción de Capacidades Tecnológicas (CT). En segundo lugar, y teniendo esta última esfera como variable dependiente de las tres primeras se realizó el análisis inferencial con base en el cual se pudo establecer la correspondencia entre éstas a fin de determinar la relación sistémica entre estos cuatro elementos fundamentales para la construcción de CT.
El término capacidades tecnológicas es muy reciente en la literatura económica. Ha sido introducido por la economía evolutiva ante la necesidad de explicar las cambiantes condiciones de desarrollo contemporáneo determinadas sobre todo por el papel decisivo que tienen la innovación, la tecnología y el aprendizaje tecnológico en las transformaciones que sufren en la actualidad todas las economías. La economía convencional con posterioridad también ha incorporado el término de capacidades tecnológicas pero su acepción no incorpora plenamente el concepto de aprendizaje; la experiencia acumulada, como factor de incremento del conocimiento; y cuando lo admite, según J. Katz (1998, p. 485): “lo hace de manera determinística, con lo cual se pierde de vista la incertidumbre y el ensayo y error, que normalmente rodean el acto de búsqueda de nuevos conocimientos científico-técnicos”. La concepción neoclásica tradicional asume que el conocimiento científico-tecnológico es información perfectamente codificable, con una transferibilidad perfecta en el mercado, como cualquier otro producto. Según este enfoque, el aprendizaje se realiza en forma casi automática, con la puesta en marcha de la tecnología instalada por lo que sus costos de transmisión son nulos. Se parte del supuesto de que las empresas tienen acceso a toda la información necesaria para el aprendizaje interno y que no existen obstáculos a la difusión de esa información en la industria. Además, la competencia es lo suficientemente poderosa como para que se copie la conducta innovadora de las firmas pioneras.
En cambio, la economía evolucionista parte de que los conocimientos no son perfectamente codificables y existen importantes costos en su transferencia. Por tanto, se parte de una acepción de la tecnología completamente diferente, donde ésta es entendida como conocimiento con características y componentes muy específicos, inherente a su origen y producción y que dificultan el proceso de su transferencia y de adopción por los compradores (adoptadores). Por tanto, la transferencia va acompañada de incertidumbre y conlleva a la realización de importantes esfuerzos endógenos de aprendizaje tecnológico basados en la acumulación de capacidades, que deben dar lugar a un incremento de la productividad y la eficiencia, y consecuentemente a un flujo constante de innovaciones en materia de productos y procesos.
Precisamente, en la velocidad que siga el proceso de crecimiento económico, su senda en el tiempo, condiciona la intensidad del proceso de acumulación de experiencia y aprendizaje. El incremento de la productividad del sistema deriva de la existencia del factor acumulativo, la experiencia y de unas economías externas que genera el proceso de aprendizaje.
Bajo este marco teórico, las capacidades tecnológicas incorporan: las fuentes de investigación científica (en especial, centros de investigación fundamental), los agentes de la innovación tecnológica (Centros de I+D), las empresas productoras de tecnologías y las tecnologías mismas, ya sean incorporadas o desincorporadas (TEP, 1999). Un componente importante son las calificaciones educativas que poseen los recursos humanos, así como las habilidades y el aprendizaje que los trabajadores adquieren en las empresas, pues una condición necesaria para la adquisición de las tecnologías es la educación y el entrenamiento del personal responsable. S. Lall (1992), reconocido especialista en política industrial y tecnológica plantea, que sobre todo lo más importante es la forma en como una institución o empresa combina los elementos de tecnologías, calificaciones educativas, las habilidades y el aprendizaje, para funcionar como una organización, con interacción constante entre sus miembros, flujos efectivos de información y decisiones, y una sinergia que es mayor que la suma de las habilidades y conocimientos individuales.
Por capacidades tecnológicas algunos autores hacen referencia al uso y adopción del conocimiento que realiza cualquier organización como resultado de la interacción que se produce entre la infraestructura tecnológica (capital tangible) y los trabajadores (capital intangible); ya sea en la producción, en la ingeniería, en la innovación, con el fin de mantener la competitividad, tanto en precio como en calidad (Kim, 2001)
El aprendizaje es un proceso fundamental para entender el concepto de capacidades tecnológicas, de hecho, está ampliamente reconocido que el desarrollo de capacidades tecnológicas es un proceso de aprendizaje tecnológico (Bell, 1984; Bell y Pavitt, 1997). Mediante éste se realiza la conversión del conocimiento tácito a explícito y viceversa, en un proceso en espiral que conduce a la creación y acumulación ulterior de capacidades y por consiguiente al incremento mismo del conocimiento (Nonaka, 1995).
¿De que dependen las capacidades tecnológicas y por consiguiente su capacidad de aprendizaje? Dependen de múltiples factores, pero el punto de partida y más importante, es la base de conocimientos existente, la cual constituye la fuente básica del aprendizaje tecnológico de cualquier organización, pues determina directamente el desenvolvimiento actual y el crecimiento de los conocimientos futuros. El proceso mismo de aprendizaje enriquece también la base de conocimientos de cualquier organización a partir de la experiencia. Sin embargo, la base de conocimientos crece básicamente a través de diferentes mecanismos, entre los que se encuentran; la transferencia tecnológica desde otras organizaciones, la obtención de licencias para la explotación de patentes, las publicaciones científicas, la móvilidad laboral y la educación formal a través de cursos de diferente tipo que permiten difundir conocimientos ya maduros (por ejemplo, el manejo de determinadas técnicas).
El proceso de aprendizaje también está afectado por la capacidad de absorción de las empresas (Economía y Tecnología, TEP). Este concepto, muy dependiente de capacidades tecnológicas, es vital para comprender el funcionamiento y la sobrevivencia de las empresas y comprende; las capacidades que tienen las empresas de asimilar, emplear, adaptar y modificar las tecnologías existentes y que las empresas pueden adoptar desde su entorno. Por tanto, las capacidades de absorción dependen también de la base de conocimiento existente en la organización y además, de lo que Kim (1998) ha llamado intensidad del esfuerzo, refiriéndose con ello a los gastos que las organizaciones realizan para internalizar las tecnologías que son producidas por terceros.
Autores como Lall (1992) reconocen la importancia de distinguir en la construcción de capacidades tecnológicas, factores propios de las empresas y los que son característicos a nivel de país (régimen de incentivos, estructura institucional y dotación de recursos- inversión física, capital humano y esfuerzo tecnológico). De aquí que el desarrollo de capacidades es el resultado de la interacción de la estructura de incentivos con los factores institucionales, los esfuerzos tecnológicos y los recursos humanos disponibles. Por consiguiente, las capacidades tecnológicas existen en distintos niveles; a nivel microeconómico –las empresas- y también a nivel de país, sectorial y regional (Lugones, et.al., 2007). Este último nivel ha sido el menos abordado en los estudios referenciales sobre el tema.
El desarrollo de capacidades tecnológicas es un componente fundamental de la industrialización y por consiguiente del desarrollo económico. Esto está determinado por varias consideraciones. Primero, como plantea N. Rosenberg, en su clásico "Inside de black box: Technology and economies" (Rosenberg, 1982), las innovaciones y aplicaciones tecnológicas son generadas a partir de la demanda de su entorno inmediato, por tanto, deben ser más funcionales para el sistema productivo y el mercado en que son diseñadas. Segundo, las tecnologías y los servicios auxiliares a ellas asociados, generan una demanda de inversión, de gran importancia para la reanimación económica. Tercero, el desarrollo de capacidades tecnológicas locales, reduce el gasto en importaciones de equipos y el pago de royalties, así como tiene garantizada una demanda externa para sus innovaciones, dado la etapa actual de transición tecnológica. Cuarto, la velocidad de cambio tecnológico actual, ligado al tránsito al nuevo paradigma técnico-económico, provoca que la transferencia del producto tecnológico, aún cuando su trayectoria innovadora no se haya agotado, es mucho menos relevante que "la capacidad, institucional, científica y técnica de generar nueva información y de desarrollar sus aplicaciones. La capacidad tecnológica es la energía de la nueva economía. Cuanta mayor capacidad propia de generar tecnología tiene un país, mayor es el margen de maniobra de que dispone para mejorar su situación relativa en la economía internacional y viceversa. El factor más importante en el desarrollo tecnológico es la existencia de un medio científico-industrial, que se auto-refuerce constantemente, suscitando en su seno procesos de aprendizaje, de competencia, de colaboración y de intercambio de información" (Castells, M. et al, 1986, p. 435).
A pesar de las diferencias existentes entre los distintos enfoques -clusters, distritos industriales y sistemas de innovación-, los tres coinciden en adjudicarle un alto grado de importancia a las externalidades y la proximidad geográfica como factor explicativo de la innovación (Albuquerque, 2006).
El "potencial tecnológico global", como llaman Dosi y Cimoli (1992) a las capacidades tecnológicas de cada país, depende de la capacidad nacional para dominar los procesos de producción, imitación e innovación de una serie de bienes, que son determinantes por su vinculación directa con la producción del factor clave de cada paradigma técnico-económico.
La creación de capacidades tecnológicas endógenas genera una serie de beneficios dinámicos para esas industrias de mucha importancia. A parte de la reducción significativa de los costos asociados a la transferencia de tecnologías, las capacidades locales propias permiten una diversificación independiente hacia nuevas áreas de ventajas competitivas, mucho más de lo permitido por los inversores extranjeros, que controlan completamente la misma tecnología. Estas condiciones, obligan a las firmas a desarrollar más capacidades avanzadas y conocimientos técnicos, que los necesarios simplemente para operar con una tecnología importada.
El desarrollo de capacidades investigativas y tecnológicas locales puede producir también un conjunto de externalidades y vínculos de gran relevancia. Estas nutren la producción local de bienes de capital y de componentes, y permiten la acumulación de conocimientos técnicos para aplicarlos en otras industrias o incluso, en competidores. Esto conduce a la interacción entre la industria y la infraestructura tecnológica (universidades, institutos de investigación, centros de garantía de la calidad y otros) y, por consiguiente, a la preparación de la fuerza de trabajo necesaria.
Un componente muy importante en la capacidad tecnológica del territorio lo forman, los sistemas de educación y de investigación científica. Estos son los responsables de la preparación y adecuación de la fuerza de trabajo actual y futura, a los requerimientos del proceso productivo, ya sea de bienes o de servicios, y de la adaptación e innovación tecnológica. En la actualidad, la responsabilidad de los sistemas de educación y científico se acentúa y es más complicada; la tasa de innovación tecnológica es mayor, por lo que aumentan significativamente las exigencias al proceso de aprendizaje. El paradigma dominado por la microelectrónica y la información, incrementa los requerimientos mínimos; el tránsito del dominio de una técnica electromecánica a industrias donde lo dominante es la tecnología electrónica y la gestión de información, incrementa el papel del aprendizaje previo en el sistema de educación y preparación de la mano de obra.
El desarrollo de un sistema educativo y científico capaz de responder a las exigencias que en última instancia, impone el paradigma técnico-económico, es "un factor de valoración de las ventajas/desventajas que se cuenta entre las condiciones previas esenciales para el aprendizaje tecnológico sectorial" (Cimoli, M. y Dosi, G., 1992, p. 40).
Vol. 31 (4) 2010
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