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l aumento de los precios del petróleo, el agotamiento de las reservas energéticas esperado en las próximas cuatro o cinco décadas, y el calentamiento global, producido principalmente por la quema de combustible fósil, ha estimulado la búsqueda de combustibles más limpios, renovables, que no produzcan dióxido de azufre y que sean viables desde el punto de vista económico.
Los biocombustibles han surgido como potenciales sustitutos de los combustibles fósiles, sin embargo, esta opción tiene fuertes detractores en aquellos que piensan que la producción de biomasa para estos fines limitaría la producción de alimentos pues grandes extensiones de tierra de calidad serían destinadas a cultivos orientados a la producción de los biocombustibles, a la vez que se contribuiría al encarecimiento de estas materias primas, todo lo cual compite con la necesidad del combate al hambre y la pobreza en el mundo.
Oliveira, Prato y Costa, en el artículo que incluimos en este número de Espacios, hacen un levantamiento del mercado mundial del biodiesel, combustible sustituto del diesel de petróleo, ampliamente utilizado en los sectores de transporte y generación eléctrica, y destacan la posición favorable de Brasil para la producción de biodiesel por su gran potencial natural y agrícola para la producción de leguminosas.
Los autores insisten en las ventajas de la producción de biodiesel. Resaltan ventajas de tipo ecológico por cuanto los motores que operan con biodiesel, durante la combustión, no emiten dióxido de azufre, causante principal de la lluvia ácida y el CO2 liberado podrá ser absorbido por los propios cultivos que originan la materia prima para el biodiesel. Identifican ventajas macroeconómicas por la generación de empleos en el medio rural debido a la expansión de la demanda de estos productos agrícolas y además por el aprovechamiento interno de las grasas vegetales compensando así los bajos precios predominantes en los mercados mundiales producto de la aplicación de prácticas proteccionistas. Además de insistir en la posibilidad de diversificar la matriz energética brasilera con la incorporación de los biocombustibles, también señalan que la producción de biodiesel podrá contribuir a lograr metas que habilitan a Brasil para participar en el mercado de los "bonos de Carbono" del Protocolo de Kyoto y, finalmente, contribuiría con el desarrollo regional de dicho país, pues la legislación vigente de estímulo a la producción de biocombustibles indica, entre otras cosas, que el 50% de la biomasa sea generada en pequeñas propiedades familiares y el restante 50% provenga de la agricultura industrial.
No obstante las potencialidades del biodiesel, y de los biocombustibles en general, la polémica esta abierta en cuanto a la competencia del uso de la tierra para la producción de alimentos. Esperamos que este trabajo despierte el interés de nuestros lectores y aporte elementos para la discusión de un aspecto fundamental para la humanidad: la oferta de energía económicamente viable y ambientalmente sostenible.El Editor
Vol. 29 (1) 2008
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