Carlos E. Seaton; Salvador Breso; Inanna Catala y Manuel Sánchez
De acuerdo a lo planteado, la Creación del Centro de Valor de AIMME responde a la necesidad de construir un espacio participativo que permita la interacción entre los diferentes actores involucrados en la gestión de la innovación y el desarrollo de la competitividad dentro de la Comunidad Valenciana.
Dadas las limitaciones de espacio, no se describirá en detalle la metodología de trabajo seguida, pero se resaltarán sus elementos esenciales. Tales elementos se resumen en la Tabla 1 que se muestra a continuación.
Los sectores industriales seleccionados para participar en el proyecto fueron los de Herrajes, Automoción, Galvanotecnia y Acabados Industriales, Joyería y Luminarias. En la mayoría de los casos, la interacción con las empresas se realizó mediante entrevistas estructuradas en torno a un guión elaborado previamente.
A través de la combinación de los procesos de investigación primaria y secundaria se crearon los espacios que permitieron analizar, critica y constructivamente, la realidad actual de las empresas, con la finalidad de identificar las dificultades que estas enfrentan a la hora de crear valor y de determinar las acciones que se deberían comenzar a emprender, desde AIMME, para contribuir a la mejora tanto de las acciones de marketing como de las del desarrollo de productos y servicios de las empresas.
Tabla 1
Actividades a realizar en el proceso de Creación del Centro de Valor
Tipos de Actividad | Propósito |
Investigación Primaria | Llevar a cabo tanto a nivel interno como externo las actividades necesarias para generar los datos, la información y el conocimiento necesarios para diseñar y construir el Centro de Creación de Valor. Ello incluye la distribución y la interpretación de cuestionarios, la realización de grupos de enfoque, la realización de entrevistas estructuradas, la realización de paneles de expertos y los talleres de trabajo para analizar y reflexionar colectivamente sobre los documentos que sintetizan la opinión de los diferentes agentes involucrados en la realización del proyecto. |
Investigación secundaria | Llevar a cabo un análisis documental que incluye el estudio de casos, la identificación de buenas prácticas y revisión de toda la información relevante relacionada con la generación de estructuras similares a la del Centro de Creación de Valor. |
La visión y la misión que se derivan del trabajo realizado hasta ahora son las siguientes:
Ser un espacio en el que las empresas y AIMME experimenten, colectivamente y de manera sistemática, con el proceso de creación de valor para generar las ideas impulsoras de la capacidad de innovación y de competitividad del sector de transformados metálicos.
Contribuir a que las ideas exitosas que resulten de los procesos de experimentación colectivas sobre la creación de valor, se transformen en oportunidades para formular y ejecutar proyectos entre las empresas y las Unidades Estratégicas de Negocio de AIMME, con el propósito de generar productos y servicios que mejoren la competitividad de las empresas y el posicionamiento estratégico del Instituto.
Las implicaciones más relevantes de la visión y la misión del CCV tienen que ver con la capacidad para asociarse y experimentar con formas más efectivas de organizar los recursos de las empresas y del Instituto para fortalecer, a través de la creación de valor, tanto la competitividad como la capacidad innovadora de la industria del metal dentro de la Comunidad Valenciana.
Esa capacidad para asociarse es lo que se conoce como capital social. Ello facilita la tarea de resolución democrática de los conflictos de intereses (Putnam, 1993), permitiendo establecer relaciones de confianza y reciprocidad mutua (Putnam, 2003) y creando las condiciones para que las empresas puedan asumir riesgos y extender plenamente sus redes para la creación de riquezas a gran escala y durante un período prolongado (Fukuyama, 1999).
En función de lo anterior, el CCV tiene un papel complejo representado por su capacidad para integrar relaciones y por su potencialidad para alimentar las estrategias de desarrollo de la región.
A través del papel integrador, se trata de desarrollar formas de diálogo y prácticas de negociación en las que la creación de valor trascienda los intereses individuales de cada agente social, convirtiéndose en un ejercicio de definición colectiva de necesidades de cada uno de los agentes involucrados, seguida de un desarrollo conjunto de Planes de Acción para la implementación, a corto y medio plazo, de las soluciones acordadas.
A través de la potencialidad estratégica, se trata de construir (basados en los conocimientos de la trayectoria tecnológica del sector de transformados metálicos) las acciones estratégicas de futuro entre las empresas y AIMME. Es decir, las acciones que contribuyan a identificar, con un cierto grado de anticipación, las áreas del conocimiento y los programas y proyectos que respondan a las necesidades del desarrollo tecnológico endógeno de la Comunidad Valenciana.
La cooperación de AIMME con las empresas en la creación de valor, planteada de esa manera, constituye un elemento clave para el Instituto. Ese tipo de cooperación (Martínez Castro y Fernández de Lucio, 2001) facilita el que la gestión de la innovación se convierta en un proceso corporativo y estratégico, que abarca todos los niveles, caracterizado por una trayectoria dinámica que requiere de una retroalimentación continua entre las diferentes etapas del proceso y de la interrelación entre las diversas fuentes de conocimiento científico y tecnológico.
Ambos papeles significan nuevos retos para el Instituto. A través de ellos, AIMME tiende hacia el liderazgo compartido de un proceso que algunos autores (Genosko 1997, Moulaert y Sekia 2003) han denominado como Innovación Social. Es decir de un proceso en el cual los mencionados autores coinciden en señalar que es necesario innovar en la gestión del capital social para mejorar la dinámica de gobernabilidad de los procesos que promueven la innovación tecnológica; y en el diseño y construcción de estructuras sostenibles que faciliten la investigación, el desarrollo y la transferencia de conocimientos necesarios para fomentar la competitividad de un tejido industrial de o de un territorio determinado.
La determinación de los procesos y las funciones del CCV fueron llevadas a cabo en sesiones de trabajo internas con el equipo de dirección de AIMME, y con un conjunto de empresarios a los que se les realizaron entrevistas estructuradas, en las cuales se les daba información sobre el Centro y se les pedía su opinión en torno a la relevancia del mismo y a las expectativas de colaboración que les generaba su creación.
Desde una perspectiva general, emplearemos el Diagrama de Flujo de Proceso resumido en la figura siguiente para resumir y representar el alcance que tienen las implicaciones del diseño y construcción del Centro de Creación del Valor.
En el extremo superior de la figura encontramos a los elementos que hacen posible el inicio de las nuevas formas de relación. Hemos agrupado a esas formas bajo el paraguas de un Sistema Inteligente de Planificación Colectiva, SIPC. Ello implica el uso de las tecnologías de la sociedad de la información y los métodos de gestión del conocimiento para identificar recursos, construir escenarios de actuación y desarrollar los sistemas de soporte a la toma de decisiones estratégicas sobre los objetivos más importantes para el fortalecimiento del Sistema Valenciano de Innovación como un todo.
En el centro de la figura representamos al proceso de generación de valor como un trabajo creativo, alimentado por los datos, la información y los conocimientos provenientes del SIPC para identificar y producir un conjunto de programas de alto impacto sobre la región y conformar un Banco de Proyectos negociables a corto, medio y largo plazo.
En esencia, con los procesos en la sección central de la figura se trata de caracterizar la evolución tecnológica de los diferentes segmentos de la industria de transformados metálicos, identificar las sinergias potenciales entre ellos y conformar los equipos de trabajo para concebir y generar los productos y servicios necesarios para desarrollar las competencias tecnológicas que demande el crecimiento del sector.
Finalmente, el extremo inferior representa los productos o resultados finales esperados del proceso de creación de valor. Los nombres de los productos o resultados esperados coinciden con los de la oferta de servicios o portafolio de productos actual de AIMME. La diferencia estriba en el impacto. Es decir, en el hecho de que la profundización en los niveles de comunicación y en el conocimiento del sector y sus relaciones dará lugar a soluciones innovadoras más eficientes y mucho más efectivas tanto en lo organizacional como en lo tecnológico.
Las funciones que deberá realizar el CCV han sido agrupadas en dos dimensiones: una relacional de la cual se infiere el qué del CCV; y otra operacional de la cual se identifican las estrategias de creación de valor que hacen posible la concepción de productos y servicios de mayor impacto.
Las funciones que cubren la dimensión relacional incluyen la interacción o el diálogo Empresas/Administración/AIMME, para el intercambio de información y de conocimientos necesarios para identificar las necesidades más relevantes y generar las ideas a ser transformadas en productos y servicios por las Unidades Estratégicas de Negocios de AIMME y de las empresas. Estas funciones incluyen:
Las funciones que toman en cuenta la dimensión operativa apuntan, sobre todo, a la implementación de prácticas que aseguren la sistematicidad necesaria para darle continuidad, a medio y largo plazo, a los aprendizajes organizacionales relacionados con la creación de valor.
De acuerdo al modelo desarrollado por Norman y Ramírez, la sistematización de los aprendizajes sobre la creación de valor se logra mediante la observación de los cuatro subprocesos fundamentales que se describen a continuación:
Como puede verse, se trata de subprocesos que difieren en sus alcances, en las estrategias de implementación y en sus tiempos de ejecución. Lo verdaderamente relevante es que la práctica sistemática en torno a cada uno de los subprocesos constituye un factor esencial para lograr la maestría en la adquisición, dentro de AIMME, de las habilidades y destrezas que demandan las nuevas maneras de relación y de sistematización de la interacción con las empresas.
Analizando el desarrollo de las capacidades que conforman la dimensión operativa, Norman y Ramírez establecieron en 1994 dos postulados básicos. El primero dice que una organización solo puede generar ofertas que reflejen sus propias capacidades. Por su parte, el segundo establece que solo las organizaciones cuyas capacidades están en armonía con la lógica de creación de valor de sus mercados, son capaces de mantener su competitividad y sobrevivir. El primero de ellos parecería una perogrullada, pero no lo es si se toma en cuenta que en muchas organizaciones se confunde la identificación de recursos con el conocimiento de lo que estos pueden hacer para lograr ventajas competitivas.
Desde la perspectiva actual de AIMME, es el dominio del segundo postulado lo que le permitirá al Instituto mejorar, sustancialmente, sus capacidades para desarrollar las soluciones innovadoras de mayor valor añadido y mayor impacto sobre el desarrollo del sector de transformados metálicos.
La sistematización y documentación de los cuatro subprocesos serán el objeto del segundo año en la construcción del Centro de Creación de Valor. AIMME, en virtud de su larga trayectoria de trabajo con las empresas clientes, dispone de casos que servirán de modelo y actuarán como elemento demostrativo para iniciar el diálogo y los intercambios de experiencia con las empresas clientes.