Pablo Testa
Una medida aproximada de la competitividad en sentido estricto, como capacidad de una empresa para competir en los mercados internacionales, es la que ofrece el indicador de impacto económico de la actividad innovadora. El valor del indicador global es de 30,3%, que evidencia por una parte una modesta capacidad competitiva de las empresas, lo que las obliga a realizar profundas transformaciones; pero también señala la necesidad de que el Estado adopte políticas industriales y tecnológicas efectivas, pues ante la complejidad de los cambios planteados no parece posible que sea únicamente la mano invisible del mercado la que defina y oriente los correctivos.
Las empresas manufactureras y de consultoría presentan valores muy similares, 38,1% y 36,3% respectivamente, mientras las empresas de construcción y servicios a campos petroleros presenta nuevamente los resultados más críticos con apenas 13,1%, y lo que tal vez sea más grave, es que las variables que componen el indicador presentan resultados muy bajos.
El indicador de desarrollo y comercialización de tecnología es de 36,7%, llegando en el caso de las empresas de ingeniería y consultoría hasta el 47,1%, seguido a cuatro puntos por las firmas de manufactura. Más de las tres cuartas partes de las empresas de manufactura e ingeniería han desarrollado innovaciones o mejoras tecnológicas, más de cincuenta puntos por encima de las empresas de construcción. La comercialización de algunos de esos desarrollos tecnológicos fue significativa en el caso de las empresas de manufactura (55,1%) y de ingeniería (47,1%). También ha sido importante el porcentaje de empresas que ha patentado las innovaciones, 38,9% y 29,4% respectivamente. En el caso de las empresas de ingeniería, el 17,6% de las firmas (que son las dos terceras partes de las que patentaron) otorgaron licencias para el uso de sus patentes. Sin embargo, las empresas de manufactura no fueron tan afortunadas, pues sólo el 5,6% de las empresas (una séptima parte de aquellas que patentaron) obtuvieron beneficios económicos de sus patentes (gráfico 7).
Se incluyeron también entre las variables el subindicador de desarrollo y comercialización de innovaciones, la exigencia que hacen los clientes principales para la obtención de la norma ISO 9000, por la presión que dicha exigencia ejerce sobre el desarrollo de capacidades innovativas.
El indicador global de capacidad exportadora es de 25,9%. El 61,1% de las empresas manufactureras exporta pero únicamente a países de América Latina, de las cuales casi 40% exporta a más de un país, la misma proporción exporta un monto superior a US$ 100.000 anuales y 22,2% exporta más de US$ 500.000 anuales. Menos de la mitad de las empresas de ingeniería exporta aunque 17,6% lo hace a países industrializados, y casi todas exportan a más de un país. Poco más de 20% de las empresas de construcción exportan, principalmente a América Latina (gráfico 8).
Gráfico 7
Desarrollo de innovaciones
Gráfico 8
Destino de las exportaciones
La distribución del indicador de impacto económico de la actividad innovativa es como sigue: 61% de las empresas está en el valor bajo (ICE menor o igual a 40%), 24% alcanza un valor medio (ICE entre 40% y 60%) y 14% de las empresas tiene un valor alto (ICE entre 60% y 80%), mientras ninguna empresa obtiene la categoría de excelente (gráfico 2).
A diferencia de lo ocurrido con los indicadores analizados hasta ahora, donde la mayor dispersión se producía en las colas de las distribuciones, en el indicador de impacto se da el fenómeno opuesto, en particular el 25% de empresas con valores más bajos se concentra entre 0% y 6%, mientras el rango intercuartílico (distancia entre el primer y tercer cuartil) es de 41%. La empresa con el máximo valor del indicador sólo llega a 74% (gráfico 3).
El indicador global de infraestructura de I+D e ingeniería es de 31,4%. Las empresas de ingeniería alcanzan un valor de 46,1%, diecisiete puntos más que las empresas de manufactura y casi treinta puntos más que las de construcción y servicios a campos petrolíferos
Existe una diferencia similar, de casi veinte puntos, en el subindicador de investigación y desarrollo (I+D) en favor de las empresas de ingeniería. Más de 60% de las firmas manufactureras y de ingeniería realizan actividades de I+D, frente a un 7,1% de las empresas de construcción (gráfico 9). El nivel de formación académico del responsable de la unidad de I+D en las empresas manufactureras es mayoritariamente licenciado o su equivalente (33,3%), frente a 27,8% que tiene una persona con postgrado, de los cuales 5,6% corresponde a doctorado. En cambio, 5,9% de las empresas de ingeniería tiene un responsable de I+D con el grado de licenciado o su equivalente, 35,3% tienen maestría y 23,5% doctorado. Otra diferencia importante es que 41,2% de las firmas de ingeniería han invertido más de US$ 100.000 anuales en I+D frente a un 16,7 de las empresas manufactureras.
Si bien las empresas de construcción casi no realizan actividades de I+D, la situación cambia en cuanto a ingeniería, pues 64,3% de las empresas realizan esta actividad, superando ligeramente a las empresas de manufactura. Este fenómeno se repite en cuanto a formación del responsable de la unidad de ingeniería, pues en las empresas de construcción 21,4% tienen maestría y 7,1% doctorado frente a 16,7% y 5,6% en las empresas de manufactura. Estas son unas de las pocas variables en que las empresas de construcción superan a las de manufactura lo que muestra, por una parte la importancia de las actividades de ingeniería en ese tipo de empresas y por la otra que es casi la única fuente de desarrollo de capacidades tecnológicas.
La distribución del indicador de infraestructura presenta una alta dispersión y oposiciones muy acentuadas (gráfico 2), ya que 69% de las empresas tienen un valor bajo (ICE entre 0% y 40%), 4% un valor medio (ICE entre 40% y 60%), 10% un valor alto (entre 60% y 80%) y 16% un alcanzan un nivel excelente (ICE mayor de 80%).
Gráfico 9
Unidades de I+D e ingeniería
La dispersión de la distribución del indicador de infraestructura es la mayor entre todos los indicadores, éstos son iguales a cero para más de 25% de las empresas. La amplitud del rango intercuartílico es la mayor entre todos los indicadores (63%) y hay alguna empresa que alcanza la máxima calificación (gráfico 3).